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Cine: Benjamin y el "aura" en tiempos de Netflix

Eton

Cine: Benjamin y el "aura" en tiempos de Netflix

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Hace más de 80 años el filósofo y crítico de arte Walter Benjamin, analizaba la decadencia o ausencia experiencial de la persona con la obra de arte a propósito de la fotografía y sobre todo el cine ¿Qué podemos decir de esta carencia de "aura" visualizada por Benjamin, hoy en la actualidad?

“En la época de la reproducción técnica de la obra de arte, lo que decae y empequeñece es su ‘aura’”. (1)

“La catedral deja su emplazamiento para encontrar acogida en la biblioteca de un aficionado al arte; la obra coral, que fue ejecutada en una sala o al aire libre, puede escucharse en una habitación”. (2)

En el año 1982, el reconocido cineasta alemán Wim Wenders, grabó “Chambre 666” (Habitación 666) (3), un documental que tiene por objetivo, el interrogarse sobre cuál será el futuro que le depara al Cine. Esto, teniendo la brillante idea de filmar a una serie de connotados directores presentes, en la última edición del Festival de Cine de Cannes de aquel año. Y es así, como figuras tales como Reiner Werner Fassbinder, Werner Herzog, Michelangello Antonioni, e inclusive el mismísimo Steven Spielberg, en un par de minutos dan sus respectivas apreciaciones sobre algunas de las principales preguntas sobre el cine y su devenir, ante una cámara inmóvil que se dedica a grabarles.

No es menor esta intención, ya que si bien por aquellos años se visualizaba una posible muerte del cine producto de nuevas tecnologías relacionadas al Video y a la Televisión (4), para sorpresa de muchos, el cine que parecía agónico –con el transcurso del tiempo- logró reubicar su atractivo, tomando nuevas técnicas de sonido e imagen, que le permitieron revitalizar un alicaído vuelo durante los años ochenta y probablemente hasta mediados de los noventa. Y por el contrario, la inminente muerte que vemos hoy en día, no es la del cine precisamente, sino la del formato físico de video -en su tiempo Betamax, VHS o DVD- el cual ha sido reemplazado por el novedoso formato del streaming (5), dejando hoy obsoletas aquellas hazañas por grabar alguna que otra película, documental o serie de Televisión, volviendo esto prácticamente un asunto de coleccionistas renegados a los nuevos tiempos. Basta recordar que hoy queda en pie, tan sólo un Blockbuster en todo el mundo, y los videoclubs han pasado a convertirse prácticamente, en reliquias de los los nostálgicos (6).

¿Gloria del cine?

Sin duda el paladín de esta revolución en la experiencia cinematográfica que conocemos hoy en día, se llama NETFLIX (7), empresa de distribución de videos que nace a finales de los años noventa, pero cuyo impacto o salto más fuerte en el mercado, se da posteriormente, al incorporar el “streaming” para la transmisión de su parrilla programática, llegando –actualmente- incluso al nivel de desarrollar sus propias producciones. Su primer golpe, lo da con la nominación del documental “The Square” a los Oscars del año 2013, llegando al día de hoy a desarrollar obras tales como ROMA, del mexicano Alfonso Cuarón, la cual ha conseguido ser reconocida por la academia a nivel internacional, llevándose -entre otros premios- el León de Oro en Venecia, y el premio a mejor película extranjera en la última entrega de los Oscars.

Y es precisamente este desarrollo y semblanza entre tecnología y arte, lo que hoy atraviesa al cine tanto en un plano de la experiencia con el material audiovisual, pero también con la industria y todo su entramado corporativo que le sostiene. Basta sólo con ver la última polémica entre Steven Spielberg y Netflix, quien ha sido categórico en marcar una diferenciación entre las producciones que se estrenan en las salas de cine, con aquellas que se lanzan masivamente desde el streaming, llegando simultaneaente a miles de personas en todo el mundo.

Sin embargo hay algo más profundo que esto, y es aquel lazo indisociable entre la producción del arte y su desarrollo tecnológico, el cual permite su masificación y socialización, aumentano el nivel de accesibilidad -que en este sentido- parecía hace unas décadas, impensado.

Walter Benjamin y el concepto de “Aura”

Sin duda, uno de los pensadores más importantes – y quizás troncales- entorno a la discusión entre el desarrollo tecnológico de las sociedades, y las nuevas formas de arte, es el filósofo y crítico alemán, Walter Benjamin, a quien le acontece lamentablemente un trágico final, suicidándose mientras huía de la persecución Nazi, en la España de 1940.

Es en una de sus más célebres elaboraciones “La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica”, donde Benjamin desarrolla el concepto de “aura”, la cual define como “manifestación irrepetible de una lejanía, por cercana que pueda ser” (8), convirtiéndose en una definición central de su pensamiento. Dicha concepción nace a propósito de los importantes cambios que se venían desarrollando en el arte, primeramente al alero de la fotografía, y después el cine, en el cual la obra de arte comienza a perder su autenticidad. Sin embargo, el carácter contradictorio entre la pérdida de la experiencia “única” e “irrepetible”, y la distribución indiscriminada de obras -por tanto la apertura a las masas- muestra el enorme potencial que ve Benjamin en el cine, dejándose entrever a su vez -a modo de conclusión- una diferenciación importante en el pensamiento fascista sobre el arte, y la concepción del comunismo.

Pensar el “aura” frente al fenómeno Netflix

Esta curiosidad en Benjamin, que retrató y estudió a su vez como una pasión, resulta un debate tremendamente actual, donde por una parte la fragmentación de la producción audiovisual pareciera replantearse. En una época donde aquel potencial de masas al cual apostaba no sólo el consumo sistemático de las imágenes montadas, sino también la experiencia cinematográfica, termina siendo reducida a una posición aún mucho más simplificada, y en este caso una trituración aún mucho más bestial del “aura”. La película ya no necesita ser vista en una gran sala de cine, ni tampoco las series de televisión o caricaturas necesitan ser esperadas ansiosamente cada semana, sino que las secuencias llegan inmediatamente a la “smart tv”, al notebook, o inclusive al teléfono celular. Y aunque parece un poco aventurado plantearse la “muerte” del cine como lo conocemos, el tensionamiento entre la industria como una elite funcional a los intereses de un puñado de empresas y productoras que amasan millones, y las nuevas tecnologías, sin duda es un escollo frente a un competidor tan voraz como Netflix.

En este sentido las palabras de Herzog en el documental de Wenders, parecen tomar bastante extensión en el futuro que conocemos por ahora, señalando que lo que se mantiene en el cine y lo que seguirá sobreviviendo es la “experiencia de una sala”, donde no existe la pausa, ni interrupciones contempladas al momento de encontrarse sentado junto a un grupo de personas, compartiendo la misma película. Y aunque Antonioni se refiere a la posibilidad de conocer un cine completamente diferente pasando de la cinta magnética a la digital por ejemplo, quizás la más certera y demoledora reflexión la dará el mismísimo Spielberg, quien correctamente aborda la cuestión del cine desde su peso económico en la realidad, refiriéndose al verdadero propósito de la industria cinematográfica y los magnates que colocan los billetes. Conseguir una cinta común, que permita recaudar la mayor cantidad de dinero posible, al menor costo. Y en este caso, claramente Netflix –a modo de diferenciación-entra con un gran suplex al presentar una enorme parrilla, y con una serie de temáticas -muchas de ellas críticas- siendo estudiados por la misma empresa, los intereses por parte del público que les reproduce y consume cotidianamente.

Netflix, capitalista antes que cualquier cosa

Sin embargo el desafío para Netflix, no termina de estar consumado, sino por el contrario, es el inicio de una necesidad latente, por instalarse con bombo y platillo en la industria del cine. Y en este caso, se hacen evidentes los intereses que están en juego, como controladores del flujo de filmaciones y producciones a nivel global. Es cuestión de ver la última gran producción a la que apuestan con todo, “The Irishman”, a cargo ni más ni menos que del mismísimo Martin Scorsese, trayendo a escena a cuatro grades monstruos del cine: Robert DeNiro, Al Pacino, Joe Pesci y Harvey Keitel. No por nada resaltaron una provocadora frase en su primer trailer “Esto recién comienza”.

Pero es claro que detrás de toda esta “revolución” en la que busca convertirse Netflix, hay millones en ganancias que chorrean tras cada material presentado y expuesto al público. Y en este sentido –en lo estructural- no deja de ser muy distinto, de los lucrativos intereses de los que se vale la industria del cine, como un nicho para los capitalistas y peces gordos de Hollywood. Por tanto, el cine al igual que las distintas manifestaciones del arte, por una parte se juega en lo cultural, pero por otro lado - y sobre todo- en la estructura económica que le sostiene y mantiene.

Por un cine bajo control de los artistas y trabajadores de la industria

Sin embargo aunque Benjamin caracteriza la pérdida del “aura” en la época de la reproductibilidad técnica, también por otro lado, reconoce su función social y de masas.

“En la reproductibilidad técnica de la obra artística, modifica la relación de la masa con el arte. De retrógrada, frente a un Picasso, por ejemplo, se transforma en progresista, pongamos por caso frente a un Chaplin” refiere Benjamin, agregando “el cine no sólo se caracteriza por la manera en que el hombre se presenta ante el aparato, sino además, por cómo, con ayuda de este, se presenta en el mundo que le rodea”.

Y en este caso, si bien Netflix amplía exponencialmente el número de personas que pueden acceder a materiales audiovisuales en todo el mundo, esto en ningún sentido significa una calidad en la experiencia misma con la “obra de arte”, siendo -en muchos casos- recluida a un día domingo por la mañana, acostado en la cama tomando desayuno.

Pero esto no es algo fortuito, la ligazón entre individualismo y neoliberalismo vienen de la mano, en una sociedad que tiende al apartamiento de la vida social y colectiva en sus momentos de ocio y entretenimiento, donde existe una accesibilidad inmediata al contenido que se desea, como quien llama por teléfono para pedir una pizza o el balón de gas. Sin embargo, el problema no radica ahí, sino en las industrias cuyo propósito no es permitir u ofrecer la mejor experiencia con lo que se está apreciando, sino los miles de millones de dólares que hay detrás, y que se convierten en ganancias para sus acreedores.

Tal situación, retoma la necesidad de que el control de la industria del cine y el entretenimiento, debe ser controlada y planificada por los mismos artistas y trabajadores, en perspectiva de una sociedad, cuyas obras y producciones no dependan del total de ganancias que les genera a un puñado de empresarios que se enriquecen, sino por el contrario, a la cabeza de aquellas personas que realmente desarrollan un cine bravo y rebelde. En la búsqueda de provocar algo más allá del mero consumo de imágenes y sonidos, sino de provocar el miedo, la rabia, la alegría o la pena que solo puede generar la compenetración plena con la obra de arte a la cual nos presentamos, y presenciamos plenamente.

“Parecía que nuestros bares, nuestras oficinas, nuestras viviendas amuebladas, nuestras estaciones y fábricas nos aprisionaban sin esperanza. Entonces vino el cine y, con la dinamita de sus décimas de segundo, hizo saltar por los aires ese mundo carcelario. Así pudimos emprender entre sus diversos escombros, confiados viajes llenos de aventuras”.

1. Benjamin se refiere al “aura” como a la “manifestación irrepetible de una lejanía, por cercana que pueda ser”. Una especie de sensación “irrepetible” frente a la obra de arte, donde el cine, consigue triturar aún más esta experiencia, dentro de lo que él llama la “era de la reproductibilidad técnica”.

2. Uno de los puntos tratados por Benjamin, tiene que ver con la posibilidad de aquellas obras de pintura o música que debían ser apreciadas de manera única e irrepetible, ahora pueden ser parte de una decoración o incluso ser escuchadas en cualquier momento, sin tener que trasladarse de su propia casa.

3. El documental pertenece al galardonado director y fotógrafo alemán Wim Wenders, quien en “Chambre 666”, busca de manera provocadora a que sus compañeros cineastas tomen una posición sobre lo que será el cine en el futuro, ante la profunda crisis que les golpeaba por aquel momento”. Hay que mencionar que en 1982 el director realizó “El Estado de las Cosas”, film que retrata en gran parte los duros golpes que comenzaba a mostrar el cine, en medio de una encrucijada entre arte y capital.

4. La proliferación de cintas y reproductores de video, y la televisión como proveedor de películas desde la comodidad del hogar, significaron al final de los setenta y comienzos de los 80, una gran incertidumbre en la industria del cine, sobre la viabilidad de éste de poder mantenerse en el tiempo.

5. El “streaming” es un sistema de distribución digital a través de paquetes multimedia, donde la persona junto con descargar el contenido a su vez lo va visualizando. Actualmente ha tomado mucha fuerza por medio del uso de redes sociales y plataformas de entretenimiento como Netflix o Crunchyroll.

6. Durante estos días se dio a conocer el cierre del penúltimo Blockbuster en el mundo, quedando solamente uno en Oregon, Estados Unidos. https://www.24horas.cl/tendencias/redessociales/ahora-solo-queda-uno-cierra-el-penultimo-blockbuster-que-funcionaba-en-el-mundo--3149931#

7. Actualmente NETFLIX es la principal empresa de distribución de películas, series y documentales vía streaming en el mundo. La empresa que comienza a finales de 1997 po Reed Hastings y Marc Randolph, hoy es una de las empresas más lucrativas en desarrollarse a nivel mundial, amazando el pasado 2018 ganancias de más de 1077 millones de dólares en nueve meses. https://www.portafolio.co/tendencias/entretenimiento/las-millonarias-ganancias-de-netflix-en-2018-522331

8. Definición de Benjamin, del Aura de los Objetos Naturales en “La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica”. Compilado Iluminaciones. Editorial Taurus.


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