La noche del pasado viernes 5 de febrero asesinaron con disparos de arma de fuego a una mujer trabajadora despachadora de gasolina durante su jornada nocturna. El nombre de la trabajadora era Nadia Marisela Chávez Campos.
Miércoles 10 de febrero de 2021
Los hechos ocurrieron en la calle Polonia de la colonia San Antonio, justo detrás de la Fiscalía Especializada en Delitos contra la Mujer, no siendo la primera vez en que le arrebatan la vida de manera cruel a una mujer trabajadora en plena jornada laboral. Es importante mencionar que la trabajadora asesinada era madre de familia y sostén de su hogar.
En el relato de los hechos, dos sujetos armados abrieron fuego contra ella en reiteradas ocasiones.
Los asesinatos de mujeres por razones de género son una realidad brutal en esta frontera, como en no pocas partes del país. Las muertes por ejecuciones en la vía pública, por tortura y/o descuartizamiento han aumentado y a la par hemos visto como estos crímenes han llegado a un grado de normalización con el perverso discurso de “en algo andaban” que siempre tiene cabida para engrosar la impunidad: la falta de verdad y justicia en estos casos.
Es como si se instalara un sentido común de que cualquiera que muere ejecutado automáticamente debe ser cuestionado en su honorabilidad y en sus posibles prácticas, una lógica que criminaliza y desvaloriza la muerte bajo la idea de: es lamentable, pero son tragedias que se suceden continuamente.
Hace apenas unos días encontraron a una mujer en el poblado de El Sauzal, en el valle de Juárez, quien al parecer ya contaba con reporte de desaparición por sus familiares ya que cumplía con varias de las características de una pesquisa. Para la opinión pública se impone el "muy probablemente ella se lo buscó". Y así la muerte se enseñorea en nuestras calles porque todos los y las caídos a balazos son presuntos culpables hasta que se argumente lo contrario.
Bajo un escenario inaceptable de una supuesta “guerra contra el narco”, donde las violencias se cobran la vida de miles de personas, hemos presenciado el asesinato de mujeres obreras de la maquila y mujeres activistas quienes con balazos certeros han sido privadas de la vida. Mujeres que salen de madrugada de sus casas a sus centros de trabajo, avanzando apenas unas cuadras y llegan sujetos a dispararles para luego huir rápido del lugar.
Lo vivimos de manera más aguda durante el gobierno de Felipe Calderón, con masacres en centros de rehabilitación, de estudiantes en fiestas, en restaurantes, etc. Lo mismo sucedió con EPN y en los tiempos de la llamada 4T no ha cesado, al contrario, la impunidad continua en un grado escandalosos de más del 90% que no puede catalogarse de omisiones o fallas, sino de una verdadera política de Estado.
En este contexto, sin duda hay pugnas entre la burguesía por el control de los territorios y tráfico de drogas legal e ilegales que llegan al enfrentamiento armado. Pero es de llamar la atención que, al paso de una década de “guerra entre cárteles” el fuego cruzado, eje central de todo conflicto armado, es un acontecimiento excepcional más que la regla, dado que la mayoría de los asesinatos son de personas desarmadas, en su mayoría jóvenes de los barrios pobres.
Desde el Movimiento de las y los Trabajadores Socialistas, así como de la Agrupación de Mujeres Pan y Rosas, Ciudad Juárez, Chihuahua, repudiamos todo tipo de ejecuciones, denunciamos las violencias de Estado y la criminalización de las víctimas fatales, no podemos menos que exigir verdad y justicia en estos crímenes fuera de todo cuestionamiento que le abone a la impunidad.
¡Basta de muertes!