En 2014 lo acusaron de matar a un capitán de la Policía junto a su hermano y otro joven. Allanamiento, arma plantada, torturas y un juicio en puerta. Otra causa armada contra la juventud trabajadora.
Daniel Satur @saturnetroc
Alan Gerónimo @Gero_chamorro
Domingo 12 de marzo de 2017
Imagine quien esté leyendo esta nota que una mañana suena el timbre y del otro lado se anuncia la Policía. Imagine que una vez abierta la puerta irrumpen en su casa decenas de efectivos acusándole de haber asesinado a uno de ellos. E imagine que uno de los efectivos le muestra un arma de fuego (que jamás había visto antes) y le dice que fue encontrada debajo de su colchón y es el arma asesina. Imagine también que lo que sigue es un mes entero de detención y torturas.
Hay personas para las que estos hechos no son sólo parte de la imaginación. La historia de Claudio Castro, de su hermano Danilo y de Matías Serón tiene todos los ribetes de un thriller hollywoodense. Eso sí, mezclado con la perversidad que significa que uno de los protagonistas principales de ese thriller sea la maldita Policía de la Provincia de Buenos Aires.
Y encima, la película no terminó. Los tres jóvenes trabajadores de Avellaneda esperan ser juzgados en un proceso oral que comenzará el 9 de agosto en Lomas de Zamora, donde se los acusa de haber asesinado a un capitán de la Bonaerense la noche del 18 de diciembre de 2014.
La Izquierda Diario ya se encontró varias veces con Claudio Castro. Una de ellas fue en el encuentro de víctimas y familiares de víctimas de la violencia institucional organizado en 2016 por la Comisión Provincial por la Memoria. Otra fue frente al Congreso, movilizado en apoyo a la población carcelaria que rechaza las modificaciones reaccionarias a la legislación penal.
En el primer caso Claudio participaba como víctima, pero también como militante contra las causas armadas por la Policía y el Poder Judicial. En el segundo caso lo hacía solidariamente con otros, pero consciente de que, como él dice, “una causa armada llevada con ‘éxito’ tiene que terminar con una persona presa. Y vivir en la cárcel es el infierno en cámara lenta”.
En este nuevo encuentro Claudio Castro cuenta en detalle cómo le armaron la causa por homicidio, cómo se organizó con otras víctimas tras ser liberado y cómo llegó a la conclusión de que “las causas armadas de hoy son un simulacro para aplicárselas después a los luchadores sociales”.
"¡Acá están los asesinos!"
¿Cómo te armaron una causa por homicidio de un policía?
¿Qué pruebas tenían para acusarlos?
Yo siempre vendí productos por mi cuenta y me acuerdo que en ese momento compraba ropa en La Salada. Para venderla la ordenaba en bolsitas y por eso ese día tenía dos bolsos llenos en mi casa. Cuando la Policía los vio dijo “acá está la ropa, se estaban por ir, estaban preparados para fugarse”. Ahí empecé a darme cuenta de que nos estaban verdugueando. Era una locura. Esa versión de que nos estábamos fugando no prosperó.
Y se los llevaron detenidos
Ahí nos enteramos que habían hecho un megaoperativo y detuvieron a unos 18 pibes en total, todos conocidos del barrio. De ese total quedamos detenidos mi hermano Danilo, Matías Serón (un muchacho que vive en la cuadra) y yo.
Según la Policía, éramos los asesinos. Delante de los demás chicos nos pegaban. Y eran más duros con mi hermano. No se me va más la imagen de un policía que le quería meter un dedo en el culo con la ropa puesta. Así nos verdugueaban, a cada momento venía de cualquier lado un golpe, un tortazo, una piña.
En un momento me separaron y llevaron a un calabozo en el que había otros cuatro chicos. Me pusieron de rodillas. Cuando miré a los costados ví que los pibes estaban todos meados, también los habían torturado. Después a ellos los sacaron y trajeron a mi hermano y a Matías. Nos siguieron torturando todo el día, como hasta las siete de la tarde.
¿Cómo los torturaban?
En un momento me sacaron y me llevaron con el comisario. Ahí me decían “sos un hijo de puta, sos un mata policías”. Y también me decían “cuando estés adentro te vamos a meter a uno que va agarrar y te va a pegar un facazo y te vas a cagar ahogando con tu misma sangre”.
El calabozo de la comisaría estaba como abandonado. Yo estaba de rodillas y arriba, colgadas de un perchero, había bolsitas de nylon. Se me venía a la cabeza todo lo que me enseñaron en la escuela, de la dictadura, de las torturas, de todo lo que pasó.
¿Y ahí quedaron detenidos?
¿Pudiste comunicarte con alguien en esos momentos?
Rápida reacción
Nadie sabía lo que Claudio, Danilo y Matías estaban sufriendo durante su detención. Sin embargo Alejandro (uno de los quince hermanos de la familia) inmediatamente entendió que no se podía perder ni un segundo. Tras contactarse con la Coordinadora contra la Represión Policial e Institucional (Correpi) que sugirió las primeras medidas a tomar, la familia y los amigos del barrio empezaron a movilizarse a las dependencias policiales y judiciales.
Esa rápida reacción desde afuera fue fundamental para que un mes después sean liberados. Sin esa ayuda exterior, Claudio asegura que su destino hubiera sido otro muy diferente.
¿Qué hizo tu familia apenas se enteró de las detenciones?
¿La gente del barrio creía que eran inocentes?
¿Hasta entonces ningún funcionario los había visto?
¿Ustedes tenían abogado?
Tan es así que en el primer encuentro el juez nos preguntó por qué no habíamos declarado, visto la presión que había afuera. Nosotros le dijimos que fue el defensor el que no quería que declaremos a pesar de nuestra voluntad. El abogado estaba emputecido en que no declaremos. Ahí es donde yo creo que formaba parte de todo esto.
¿El abogado hizo algunas otras maniobras?
¿Entonces esas pruebas no fueron al expediente?
¿Y esos teléfonos dónde están?
O sea que pueden haber borrado todo lo que podía demostrar tu inocencia
¿Y cuándo fueron liberados?
En esos 28 días de detención mi familia hizo varios cortes de avenida y tres piquetes en el Polo Judicial. Fue fundamental meter presión, visibilizar la causa. Yo creo que esa fue la herramienta que logró, de manera extraordinaria, que nos liberaran. Lo digo porque desde entonces trabajamos con el tema de causas armadas y fue un hecho extraordinario que nos hayan liberado por falta de mérito. Por más que no haya “mérito” este sistema, una vez que te encarcela, no te quiere soltar.
Claudio Castro junto a Adolfo Pérez Ezquivel (Premio Nobel de la Paz)
Poder Judicial, Poder Policial
La “falta de mérito” significa que el imputado no queda excluido de la causa pero no hay elementos para que esté detenido. Eso es, al menos, lo que le explicó el juez Carsolio a Claudio Castro cuando le comunicó que lo liberaba. Ese gesto lógico al joven le pareció suficiente como para ubicar al juez en el bando de “los buenos”. O mejor dicho, de los menos malos .
El relato de Claudio no deja dudas. Es la Policía la que más esfuerzos hizo para que él, su hermano y un vecino terminaran acusados de un crimen que no cometieron. Incluso la relación con esa fuerza represiva no venía bien desde hacía tiempo.
Por una pelea entre él y mi hermano en la medianera de ambas casas llamé al 911. Avisé que había problemas con el vecino. Pero cuando fui para el fondo de mi casa lo veo a mi vecino al lado nada menos que del Jefe de la Brigada. “Es un amigo mío”, me lo presentó. La mañana que nos detuvieron, estando yo de rodillas y con la cabeza gacha, en un momento levanté la mirada y lo vi a ese mismo jefe de la Brigada. Ahí dije “nos cagaron”.
La causa evidentemente está armada, pero ¿quién mató a Reynoso?
Una vecina, amiga de la novia de Matías, avisó que esos pibes estaban vendiendo el arma por Facebook y se jactaban de haber matado al policía. Entonces les ofrecieron comprarles el arma. Se citaron en una placita y cuando se fueron a encontrar llegó la policía, los detuvo y encontró el arma de Reynoso. Es decir que a nosotros no nos plantaron el arma asesina. No contaban con esa casualidad.
Sin embargo el arma cayó en otro juzgado. A esos chicos los cruzamos detenidos y salieron liberados el mismo día porque los acusaron de encubrimiento de no se qué.
Ustedes culpan también a la fiscal que lleva la causa
Olmos Coronel, incluso, cuando en diciembre de 2015 finalmente nos absolvieron se enojó mucho. Ese día un amigo, que había luchado por nuestra libertad, se la cruzó en los pasillos del juzgado y ella le dijo que iba a apelar la decisión del juez. Ahí el pibe le preguntó por qué tanto ensañamiento y ella respondió “mi trabajo es acusar”.
A todo esto, la familia del policía muerto ¿aportaba alguna prueba?
El largo camino de la lucha
Una vez liberado, Claudio Castro supo que lo que seguía no iba a ser fácil ni rápido. Con una causa que seguía su curso, empezaron a reunirse con personas que habían marchado por ellos, como Leo Santillán, el hermano de Darío Santillán; o Nelson Luna, padre de Leonel Luna, acusado también en una causa armada que al final terminó absuelto; o la familia de José Luis Orellana; o Marcelo y Claudia, familiares de Alejandro Bordón, otra causa armada en 2010.
Y se dieron cuenta que no estaban solos
Ahora sos un militante contra la violencia institucional
Por más que seamos inocentes sabemos que del otro lado hay una máquina que lo único que quiere es encarcelar pobres. No tenemos que hacer nada para demostrar nuestra inocencia, porque no tenemos por qué hacer el trabajo de ellos. Estamos siendo acusados sin elementos, sin testigos.
¿Qué costos te trajo todo esto?
¿Por qué creés que se arman tantas causas así?
Tanto es así que los policías que hicieron el allanamiento en mi casa a la semana fueron condecorados por el gobierno de Scioli. Es la manera que tienen para poder decirle a la sociedad que se necesita más policía.
Las causas armadas de hoy son un simulacro para aplicarlas después a los luchadores sociales. De hecho ya está pasando. Se les arman causas para sacarlos de las luchas. Es como en la dictadura, con la diferencia que ahora la “desaparición” es con recursos legales. Porque una vez que te meten adentro, te están desapareciendo.
Una causa armada llevada con “éxito” por parte del Poder Judicial tiene que ver con una persona detenida, presa. Y vivir en la cárcel es estar hacinado, es el infierno en cámara lenta. Por eso apoyé y apoyo a quienes desde los penales están luchando por sus derechos como seres humanos.
Y también tienen mucho de negocio
Qué les dirías a quienes no sabían nada de esto?
* Los jóvenes trabajadores de Avellaneda Claudio Castro, Danilo Castro y Matías Serón serán juzgados el 9 de agosto de este año, en el Tribunal Oral en lo Criminal de Lomas de Zamora. Allí estará La Izquierda Diario, para encontrarse, una vez más, con Claudio y sus compañeros.
Daniel Satur
Nació en La Plata en 1975. Trabajó en diferentes oficios (tornero, librero, técnico de TV por cable, tapicero y vendedor de varias cosas, desde planes de salud a pastelitos calientes). Estudió periodismo en la UNLP. Ejerce el violento oficio como editor y cronista de La Izquierda Diario. Milita hace más de dos décadas en el Partido de Trabajadores Socialistas (PTS).