El golpe de estado en Myanmar despertó interrogantes en el mundo entero alrededor de un país que nos parece muy lejano, ya sea en términos espaciales, culturales e históricos, pero que guarda una enorme importancia estratégica a nivel regional y global.
Santiago Montag @salvadorsoler10
Sábado 6 de febrero de 2021 18:51
¿Qué sabemos?
El 1 de febrero el Ejército de Myanmar, llamado localmente Tatmadaw, liderado por el general Min Aung Hlaing, llevó a cabo un golpe de estado contra el Gobierno electo de la Liga Nacional por la Democracia (LND). Fue tras la aplastante victoria en los comicios de noviembre del 2020 -la segunda elección democráctica desde el 2011-, retrotrayendo al país a un régimen militar instaurado desde 1962.
El Ejército encarceló a los principales dirigentes del partido horas antes de que asuma la nueva asamblea legislativa. Entre los detenidos estaban la figura más importante de la política de Myanmar, la popular consejera de estado Aung Saan Suu Kyi (conocida por ser premio Nobel de la Paz) y el presidente, Win Myint, junto a un número desconocido de legisladores del partido LND y a otros críticos del Ejército. También detuvieron a funcionarios y activistas de la LND, cortaron temporalmente las conexiones de telefonía celular e Internet y se hicieron con el control de toda la infraestructura del país.
Al igual que en los golpes de Estado anteriores, se justificaron en nombre de la “democracia”: la constitución de Myanmar permite al Ejército tomar el poder para evitar cualquier situación que “pueda desintegrar la Unión o desintegrar la solidaridad nacional o que pueda provocar la pérdida de soberanía". En este caso, el Ejército afirmó que debía investigar las acusaciones de fraude en las elecciones del 8 de noviembre en el país, en las que la LND de Aung San Suu Kyi obtuvo una amplia victoria sobre el partido electoral de las fuerzas armadas, el Partido Unión, Solidaridad y Desarrollo (USDP). Según el Ejército había más de 8 millones de votos e irregularidad para investigar.
Los sucesos no deberían sorprender si tenemos en cuenta que se desarrolla una lucha de poder desde al menos un año entre el Ejército y el LND de Daw Aung San Suu Kyi. Los militares, que habían intentado en la Corte Suprema del país argumentar que los resultados electorales eran fraudulentos, amenazaron con “tomar medidas” y rodearon las casas del Parlamento con soldados en la capital, Naypyidaw.
Ya en las últimas semanas se venía planteando esta situación por las fuertes denuncias de fraude en los comicios de noviembre del 2020 por parte del Partido Unión, Solidaridad y Desarrollo (USDP) que está vinculado al Ejército. Se había elevado la preocupación ante las declaraciones del jefe de las Fuerzas Armadas, Min Aung Hlaing, que llegó a afirmar que la Carta Magna podría ser "revocada", abriendo la posibilidad de un golpe militar.
¿Qué disparó al Ejército a hacerse con el poder? Por un lado, que Suu Kyi haya alcanzado un 86% de los votos - lo que si se traduce en asientos del parlamento le correspondían 346 de los 476 lugares-, y al partido del Ejército le correspondería menos del 7% de los escaños. Por otro, los proyectos que anunció Suu Kyi a principios del 2020 para reformar la constitución que limitarían el poder del Ejército.
¿De dónde provienen estas tensiones? Podemos encontrarlas en el proceso de “transición democrática” que los militares habían iniciado con las reformas después de las elecciones nacionales de finales de 2010, que llevaron al poder a un gobierno cuasi civil. En este Suu Kyi abrió el espacio político y tendió puentes hacia Estados Unidos y otros gobiernos occidentales. En ese proceso los generales buscaron preservar sus propios privilegios, a través de la Carta Magna, reteniendo el poder de veto sobre asuntos constitucionales donde el 25% de los escaños quedarían asegurados para el partido militar junto al derecho a elegir ministros, e impidiendo que el cargo sea ocupado por una persona con hijos con nacionalidad extranjera, como es el caso de la Nobel de la Paz Suu Kyi.
¿Qué implicancias habría tenido para el Ejército que asuma la nueva asamblea legislativa? Suu Kyi ya venía anunciando una serie de reformas constitucionales que socavarían el poder de los militares en los próximos 10 años y les quitaría el poder de veto en los asuntos internos del país. La desigual victoria de la LND en las elecciones de noviembre amenazó el delicado equilibrio de poder abierto en 2010.
En lugar de ver cómo su autoridad se erosiona aún más, los mandos militares parecen haber dejado en suspenso el “experimento democrático” y haber vuelto a un régimen militar. Y a pesar de las acusaciones de la oposición de fraude electoral, la comisión electoral las rechazó y aseguró que los resultados estuvieron marcados por irregularidades.
En este sentido el partido de Suu Kyi habría obtenido una mayoría aplastante en el Parlamento con la que podría mantenerse en el poder en solitario, sin necesidad de otros apoyos desplazando al Ejército.
¿Quién es Aung San Suu Kyi?
Aung San Suu Kyi es la hija del héroe de la independencia de Myanmar de 1948, el general Aung San, quien fue asesinado cuando ella tenía solo 2 años, justo antes de que el país se independizara del dominio colonial británico en 1948.
Suu Kyi fue vista una vez como un faro de los Derechos Humanos en Asia: una activista que renunció a su libertad para desafiar a los generales del Ejército que gobernaron Myanmar con mano dura durante décadas. En 1988 hubo una serie de manifestaciones contra la dictadura, allí se convirtió en la líder del movimiento democrático que impuso un intento de apertura democrática. Por esta razón fue encarcelada en 1991 con un nuevo golpe que impugnó las elecciones. Por su lucha de 20 años, Suu Kyi recibió el Premio Nobel de la Paz, mientras aún estaba bajo arresto domiciliario, y fue aclamada como "un ejemplo sobresaliente del poder de los impotentes". Pasó casi 15 años detenida en distintos períodos entre 1989 y 2010. Su figura le permitió ampliar su vínculo con países imperialistas como Estados Unidos.
El régimen militar necesitaba mostrar un rostro más amigable al mundo para integrarse y resolver problemas económicos internos. Por esto, comienza en 2011 el nuevo ensayo democrático en el país a partir de un proceso de “transición a la democracia”. Entre algunas medidas propusieron llamar a elecciones pluripartidistas en 2011, permitieron la libertad de prensa, liberaron a los presos políticos, entre ellos a Suu Kyi, y comenzaron procesos de paz con los grupos insurgentes, mientras se reservaron varias condiciones y atributos para mantener un pie dentro del poder. Esta orientación de “reconciliación nacional” fue apoyada por Suu Kyi. Sistemáticamente reafirmó el poder militar negociando algunas cuotas de poder con el Tatmadaw, y permitiendo que sigan con el negocio del saqueo histórico de los recursos naturales.
En noviembre de 2015, la dirigente llevó a la Liga Nacional para la Democracia a una victoria aplastante en la primera elección con opositores en Myanmar en 25 años. Dado que la Constitución del país le prohíbe convertirse en presidenta porque tiene hijos que son extranjeros, Suu Kyi se convirtió en líder de facto ocupando el cargo simbólico de consejera de Estado.
Su liderazgo se definió en estos tiempos por el trato que recibe en el país la minoría rohingya, de mayoría musulmana. En 2017, cientos de miles de rohingya huyeron al vecino Bangladesh debido a la represión del Ejército provocada por ataques mortales contra las comisarías de policía en el estado de Rakhine por parte de grupos paramilitares financiados por el mismo Ejército, acusando al ARSA (Ejército de Salvación Arakan Rohingya) para justificar el desplazamiento de 700 mil personas de esa etnia. La situación rohingya es mencionado a nivel internacional como un caso de genocidio y de limpieza étnica.
Por esta razón, los viejos aliados internacionales de Suu Kyi la acusaron de no hacer nada para detener la violación, el asesinato y el genocidio al negarse a condenar a los militares, a miembros de su propio partido que apoyaban la oleada de violencia, y al movimiento ultranacionalista budista birmano, o a reconocer las denuncias de crímenes de lesa humanidad.
Su estrategia de defensa en la Corte Internacional de Justicia en 2019 en La Haya (Países Bajos) fue vista como un nuevo punto de inflexión que borró lo poco que quedaba de su reputación internacional. Una de las razones de esta actitud es que la líder pertenece a la etnia mayoritaria del país, los birmanos, pertenecientes a la religión budista.
A pesar de las condenas internacionales – entre ellas le retiraron el Premio Nobel - Suu Kyi sigue siendo muy popular entre la mayoría budista,que siente rechazo por los rohingya.
Myanmar y las grandes potencias
Myanmar, si bien es un país dentro de todo pequeño con 50 millones de habitantes, tiene una enorme importancia estratégica por la cuál es motivo de grandes disputas geopolíticas. Su tradicional aislamiento tuvo la consecuencia de un desarrollo económico muy lento en comparación con el resto de los países asiáticos: más de la mitad de la población depende de la producción agraria; el 50% vive al borde de la inanición en un país con gran cantidad de reservas en recursos naturales; la esperanza de vida es de las más bajas de la región y los salarios promedio de los trabajadores apenas alcanzan los 3 dólares al día; lo cual convierte al país en un oasis de inversiones para potencias extranjeras.
Está ubicado al sur de Asia, limita con Bangladesh, Tailandia, Laos y Malasia, pero comparte extensas fronteras con dos gigantes asiáticos e inversores mayoritarios de su territorio: India y China. Estas dos potencias históricamente se han disputado la influencia sobre el país, entre otras razones, porque sus costas miran hacia el océano Índico, que hoy en día resulta estratégico para el comercio marítimo mundial. De la misma manera, para EE. UU., era un cantón importante para contrarrestar la influencia china en la región a partir de los vínculos políticos e ideológicos que encontraron en Suu Kyi y su movimiento. Sin embargo, la visión de los estregas de Myanmar históricamente fue mantener el mayor aislamiento posible, y sobre la lejanía con Occidente.
¿Porqué? Luego de la independencia en 1948, lograda a través de una guerra de liberación nacional contra el imperio británico mantuvo rechazo total al Commonwealth y porteriormente mantuvo distancia tanto de la URSS como de EE. UU durante la Guerra Fría, de la misma manera que de China. Desde entonces logró mantener una enorme autonomia geopolítica lo que le costó el aislamiento internacional.
Para 1962 el general Ne Win toma el poder del país imponiendo un régimen militar de orientación “socialista” stalinista. Desde entonces el país estuvo controlado por regímenes militares con algunos períodos de apertura política. El primero fue en 1982 al instaurar una régimen de "partido único" que permitía la participación civil en el poder. En ese mismo momento se institucionaliza la marginación social y discriminación religiosa al pueblo de los rohinya. Debemos tener en cuenta que como la mayoría de las fronteras de las colonias inglesas, fueron trasadas de manera arbitraria y artificial sin tener en cuenta criterios nacionales, étnicos o lingüísticos de los más de 100 pueblos que viven dentro del territorio de Myanmar, lo cuál fue la base para la proliferación de grupos armados y enfrentamientos violentos históricos.
En 1988 hubo un intento de pasar al plutipartidismo a partir de la oleada de manifestaciones contra la dictadura, pero fue abortado en 1990 nuevamente con la encarcelación de dirigentes y activistas. El último ensayo fue el de 2010, como ya comentamos, fue el más importante, cuya "pseudo-democracia" representativa le permitía al Ejército avanzar en dos sentido. Por un lado, legitimar el régimen para levantar las sanciones internacionales y establecer mejores vínculos con la comunidad de las naciones, osea rompiendo el tradicional aislacionismo económico y político. Por otro lado, establecer un mayor acercamiento a China, vinculado a integrarse al proyecto de la Iniciativa de la Franja y la Ruta, la Ruta de la Seda del siglo XXI. En este punto han establecido acuerdos para la construcción del Corredor Económico Myanmar-China con más de 100 proyectos de infraestructura que le permitiría a China tener salida al océano Indico por donde abastecerse del petróleo proveniente del Golfo Pérsico y evadir las rutas marítimas del pacífico donde hay enormes tensiones para el flujo de distintas mercancías. Inlcuso el gigante de las telecomunicaciones Huawei tiene enormes inversiones sobre redes 5G en Myanmar.
Entre los proyectos estaba el desarrollo de un puerto y una Zona Económica Especial en Kyaukphyu (en la costa del estado de Rakhine), junto con un oleoducto que se extiende desde Kyaukphyu hasta la frontera con China, que disminuirá significativamente el tiempo de tránsito de los envíos de petróleo de China desde el Golfo Pérsico (petróleo que debe pasar actualmente por el Estrecho de Malaca). También un ferrocarril eléctrico planificado que va desde la ciudad fronteriza de Muse a Mandalay (junto con más conexiones de transporte entre Mandalay y Kyaukphyu) proporcionará a los exportadores chinos acceso al Océano Índico, lo que potencialmente proporcionará un impulso económico al suroeste de China.
El Gobierno de Myanmar, entre ellos Suu Kyi y el LND, retrasaron los compromisos de obra durante los últimos años por el aumento exponencial de deuda e integración a los objetivos estratégicos chinos. Esto enfureció a China por los plazos extremadamente lentos. Al mismo tiempo algunos analistas creen que en la región de Rakhine, el Gobierno chino ha estado financiando grupos nacionalistas para, entre otras cosas, sabotean inversiones de infraestructura de India, lo que muestra que es una región aún disputada entre las potencias.
Para EE. UU. será un desafío lidiar con el nuevo golpe militar. En primer lugar, porque los regímenes regionales como el Filipinas o Tailandia, no condenaron el golpe, más bien se limitaron a plantear que se trata de “un problema interno”. Esto se debe a que mantienen criterios autoritarios y represivos hacia la clase obrera, las minorías tanto étnicas y los movimientos LGTTB. En el caso particular de China tiene dos problemas internos, por un lado la minoría musulmana uigur en la provincia de Xinxian y el movimiento democrático en Hong Kong.
Biden trae una proyección estratégica internacional vinculada a recuperar el valor de las instituciones internacionales cuyo objetivo es apuntar los cañones hacia China, y por esta razón intenta establecer relaciones a partir de un discurso de Derechos Humanos y valores democráticos. A estos mismos están asociados algunos movimientos sociales del sudeste asiático como el LND. En este sentido, el golpe militar en Myanmar es un retroceso en los planes estratégicos de EE. UU. para la región. En caso de condenar férreamente al golpe o de aplicar severas sansiones, llevarían a un mayor aislamiento de Myanmar de Occidente y quedaría aún más integrado a la estrategia china.
La resistencia
Este sábado 6 se profundizaron las protestas en todo el país contra el golpe. La principal fue en Rangún, la vieja capital y ciudad más grande. Miles marcharon con los brazos en alto y sus tres dedos elevados, símbolo de rebelión adoptado en todo el sudeste asiático. De hecho, hubo manifestaciones en Yakarta, Indonesia, en Bangkok, Tailandia, Nueva Dehli, India, y Seúl, Corea del Sur, en solidaridad con las protestas de Myanmar.
Estas protestas están siendo encabezadas por una joven clase obrera hiper explotada, en su mayoría sindicatos textiles de mujeres, que ya no soportan los niveles de opresión. También participan diversas fábricas, estatales y médicos en la primera línea soportando la represión policial.
“¡Dictador militar, cae, cae; Democracia, vence, vence!”, gritaban las protestas, según vídeos que han podido ser distribuidos por redes sociales. Muchos de ellos, iban vestidos de rojo y negro, los colores de la Liga Nacional para la Democracia (NLD), el partido de Aung San Suu Kyi, quienes llamaron a la moderación. Mientras gritaban, elevaban tres dedos, el gesto inspirado en la película Los juegos del hambre y que se convirtió en el símbolo de las protestas estudiantiles en Tailandia contra la monarquía el año pasado.
La lucha contra el golpe militar es una tarea de primer orden que debe ir de la mano de condenar también a Suu Kyi y al LND, que mantienen relaciones con el imperialismo, mientras que es necesario acompañar la lucha de las comunidades étnicas contra la represión estatal como lo sufren los rohingya.
Está por verse si las protestas, encabezadas por estudiantes y trabajadores, pueden lograr hacer retroceder al golpe que planea aumentar la represión hacia el pueblo trabajador. En principio es fundamental el apoyo concreto que están recibiendo de los países vecinos y los llamados a huelga general que son un enorme paso en la lucha. El escenario aún está abierto.
Referencias
Daniel Garfer, "Golpe de Estado en Myanmar"
Sebastián Strangio. "Myanmar’s Coup Was a Chronicle Foretold"
Carlos Sardiña Galache, "Burma’s Coup Shows How Little Power the Military Ever Gave Up".
San Yamin Aung, "Flashpoints: Myanmar’s Eight Most Hotly Contested Constitutional Amendment Proposals"
Alex Bookbinde, "Buddhist nationalists have been terrorizing the country’s Muslims in recent weeks, and the attacks may get even worse".
Yun Sun, Slower, smaller, cheaper: the reality of the China-Myanmar Economic Corridor
J. Schneider, "The Geopolitics of Myanmar"
Santiago Montag
Escribe en la sección Internacional de La Izquierda Diario.