La planta cervecera de Constellation Brands en Nava (Coahuila) ha continuado en actividades pese a tener dos casos confirmados de COVID-19 entre sus trabajadores.
Óscar Fernández @OscarFdz94
Martes 28 de abril de 2020
El pasado 13 de abril un trabajador de la planta cervecera de Constellation Brnds en Nava, en el estado de Coahuila, presentó síntomas de COVID-19 y fue puesto en cuarentena. Se trataba del segundo caso reportado en la planta al norte del país.
En ambas situaciones, la patronal argumentó que se trataba de casos que procedían de condiciones externas a la planta, en esta ocasión poniendo énfasis en que una familiar del trabajador afectado era una enfermera. Sin embargo, el hecho es que la planta no debería estar funcionando, puesto que no se trata de una rama esencial de la economía mexicana.
Por el contrario, si algo tiene en común López Obrador, quien se dice de izquierda, con su homólogo golpista de ultraderecha Jaír Bolsonaro en Brasil es que en ambos casos los ejecutivos intentaron minimizar los efectos del coronavirus. La razón real es que, a sus ojos, el freno en la economía es mucho peor que las consecuencias en salubridad que pueda traer el patógeno.
En México, las cadenas de valor son tales que varias industrias declararon ser esenciales para mantener la generación de ganancias. A eso hay que sumar el hecho de que la empresa es una multinacional estadounidense que, en última instancia, opera con el beneplácito y en favor del magnate que hoy vive en la Casa Blanca, el republicano Donald Trump.
La Constellation Brands ha dado de qué hablar en México en los últimos meses. Recientemente perdieron una consulta popular en Mexicali para instalar una planta en la ciudad fronteriza, situación que fue aprobada desde la administración de Peña Nieto, provocó multitudinarias manifestaciones y que el gobierno de la "Cuarta Transformación" tuvo que resolver con un ejercicio de consulta ciudadana, esto a pesar de que López Obrador prometió a la patronal que mediaría en su favor; aplica la misma táctica que con el controversial Nuevo Aeropuerto que se iba a construir en Texcoco: detener las obras y relocalizarlas para no perder la inversión.
Por otro lado, si las plantas de Constellation Brands realmente fueran esenciales en la economía, no continuarían con su producción de bebidas, menos ahora que el gobierno decretó ley seca en varias localidades de la mano de la fase 3 de contingencia. La producción que tienen la hacen en función de mantener las ganancias de los empresarios estadounidenses y sus aliados accionistas en México.
Muy distinto sería si los trabajadores de la planta decidieran cómo enfrentar la crisis sanitaria. En ese sentido se podrían plantear dos soluciones: o se detienen las labores y se garantiza que los trabajadores afronten la cuarentena sin que se recorte su sueldo o la planta podría utilizar sus máquinas para la fabricación de gel antibacterial. Sin embargo, mientras continúe la lógica de ganancias de los empresarios extranjeros, tal situación seguirá siendo imposible.
Óscar Fernández
Politólogo - Universidad Iberoamericana