La planta de Coca-Cola en Fuenlabrada abrirá sus puertas el 7 de septiembre, pero lo hará como centro logístico y sólo ingresaran a trabajar 85 trabajadores. 220 deberán esperar a un nuevo dictamen de la Audiencia Nacional.
La patronal sigue incumpliendo las sentencias judiciales. La lucha continúa.
Diego Lotito @diegolotito
Miércoles 2 de septiembre de 2015
Fotografía: Diego Lotito
Tras 19 meses de lucha sin tregua y seis sentencias judiciales ganadas por los trabajadores y trabajadoras de Coca-Cola, la embotelladora Coca-Cola Iberian Partners (CCIP) sigue negándose a cumplir las resoluciones de la Audiencia Nacional española, ratificadas por el Tribunal Supremo.
Las resoluciones judiciales han sido rotundas. El ERE que impuso la patronal e implicó el despido de 1200 trabajadores y el cierre de cuatro plantas en el Estado español (Asturias, Alicante, Palma de Mallorca –todas ellas ya desmanteladas- y Fuenlabrada), es nulo. En función de ello, obligan a la empresa a la “readmisión en sus puestos de trabajo, anteriores al despido” de todos los trabajadores afectados por el ERE.
Sin embargo, la reapertura de la planta de Fuenlabrada el próximo 7 de septiembre, cuyos poco más de 300 trabajadores (de allí el nombre de “espartanos” ganado en la lucha) fueron los únicos que plantaron cara a los despidos, no será en las mismas condiciones que había antes del ERE.
Coca-Cola sigue esquivando la ley. La planta abrirá, sí, pero como centro logístico y no como centro de producción. Y para colmo, sólo 85 trabajadores podrán ingresar a trabajar. Los 220 restantes, deberán esperar a que la Audiencia Nacional se pronuncie, nuevamente, sobre si los términos de la reincorporación se ajustan a lo dispuesto por el fallo del Tribunal Supremo, como reclaman los representantes de los trabajadores. Incluso ha impuesto a la plantilla que participen en cursillos de adaptación a otras tareas que nada tienen que ver con las tareas que realizaban antes del ERE.
De los 840 trabajadores finalmente afectados por el ERE, muchos han tomado la decisión de ceder y aceptar el chantaje patronal. Pero muchos otros no. Después de tantos meses de lucha siguen ahí, intentando hacer valer sus derechos como trabajadores.
Según la empresa, hay hasta ahora 423 trabajadores que pactaron la rescisión de su contrato, mientras 417 han decidido mantener sus puestos de trabajo. La mayoría de ellos son de Fuenlabrada, pero también hay un centenar que ha decidido seguir en la empresa e incorporarse a los centros de Palma de Mallorca, Alicante y Oviedo.
Provocaciones y prepotencia patronal
Los representantes de la plantilla, en su mayoría organizados en CCOO, vienen denunciando hace meses el total incumplimiento “en tiempo y forma” de las sentencias. Pero la patronal no solo se ha negado a acatar las resoluciones judiciales, sin que nadie le impusiera lo contrario, sino que al mismo tiempo continuó haciendo gala de su prepotencia y de nuevas provocaciones contra los trabajadores.
Hace pocos días, la plantilla de Coca-Cola Fuenlabrada denunció que CCIP redujo casi un 60% de sus salarios de agosto. “Se han eliminado los ingresos variables, es decir, pluses de nocturnidad, de beneficios, etcétera..., que cobraban antes del Expediente de Regulación de Empleo (ERE)”, manifestó a la prensa Juan Carlos Asenjo, portavoz del campamento y miembro del Comité de Empresa por CCOO.
Asenjo denunció que “la empresa se escuda en que los trabajadores se incorporan por primera vez a una empresa, por lo que no tienen derecho a cobrarlos”, pero explicó que “no somos nuevos, ni hemos firmado contratados nuevos, sino que los despidos han sido considerados nulos, por lo que no se puede cambiar los contratos”.
La patronal defendió su accionar diciendo que esto se debió a que “la parte variable que venían recibiendo estaba vinculada a la productividad y objetivos del mes de julio, y que al no trabajar en ese mes, no la han recibido”, una justificación increíble por parte de una patronal prepotente que se ha dedicado a vulnerar sistemáticamente los derechos de sus trabajadores.
(In)justicia capitalista
Aunque estamos a pocos meses de las elecciones presidenciales y a días del inicio de la campaña, no resulta extraño que ningún partido político capitalista haya tomado la decisión de hacer causa propia de la lucha de Coca-Cola.
Al contrario, mientras la multinacional imperialista incumple a rajatabla todas y cada una de las sentencias firmes favorables a los trabajadores, tanto el gobierno del Partido Popular (PP) como la oposición del PSOE hacen oídos sordos a los reclamos de los trabajadores.
La lucha de Coca-Cola si ha tenido el apoyo de parlamentarios de Izquierda Unida o formaciones como Podemos. En una sesión parlamentaria, el diputado Alberto Garzón pidió incluso al Ejecutivo que se implicara en el conflicto, pero el PP respondió que “la resolución debe circunscribirse al ámbito judicial, porque es una cuestión entre partes”.
Una hipócrita defensa de la “independencia” de la justicia, cuando al mismo tiempo el gobierno del PP corría este martes a registrar un proyecto de modificación de la Ley Constitucional, con el único objetivo de poder actuar en su pulso contra Artur Más en Catalunya –pero, en definitiva, contra el derecho a decidir de los catalanes-, utilizando una vez más el factor miedo, como ya hizo con la Ley Mordaza.
Pero si esto no resulta extraño para nadie, lo que si resulta llamativo es que desde las candidaturas ciudadanas que se hicieron con los gobiernos de importantes ciudades como Barcelona, Madrid o Zaragoza, la actitud ante el conflicto sea de un apoyo formal a los trabajadores, pero en los hechos muestra una vergonzosa pleitesía con la patronal.
Es evidente que la lucha de Coca-Cola es una patata caliente que nadie se atreve a tocar. Estamos hablando de cientos, miles de millones de inversiones en campañas publicitarias o contratos para Congresos y otros “negocios” institucionales de los que los Ayuntamientos se benefician a lo largo y ancho del país, y a los que no pretenden renunciar por defender los derechos de los trabajadores.
Allí está como antecedente el caso de Telefónica-Movistar y el ayuntamiento de Ada Colau, Barcelona, cuando la no firma del contrato, iba a ser un arma contra la patronal, se convirtió después de las elecciones en un bien para la ciudad, ingresos que nadie se arriesga a perder, y se acabó firmando, aunque los trabajadores sigan todavía reivindicando sus derechos, incluso con represalias para algunos huelguistas.
Con el conflicto de Coca-Cola, la “nueva” política de las candidaturas ciudadanas y de unidad popular, pone al descubierto uno de sus principales límites: el respeto por las reglas de juego de los capitalistas. Incluso cuando estos se saltean sus propias reglas de juego.
El poder económico capitalista mueve los hilos de toda la sociedad, decide cuándo, dónde, cómo y porqué, coloca y derriba gobiernos, compra y vende voluntades. Evidentemente, la justicia y su aplicación, forman parte de ese todo.
La lucha continúa
La pelea de Coca-Cola aún no termina. No sólo porque aún resta imponer la readmisión de todos los trabajadores despidos, en sus puestos de trabajo y en las mismas funciones que tenían antes del ERE. Sino porque la patronal aún está cocinando los platos más picantes, como el proceso de fusión de las principales embotelladoras europeas bajo el nombre de Coca-Cola European Partners anunciado en el mes de Agosto.
Será esa la verdadera “madre de todas las batallas”. Aún no lo sabemos. Pero es seguro que la patronal querrá tomarse la revancha contra los trabajadores, avanzando en su plan de racionalización y precarización laboral a escala continental.
El apoyo a la heroica lucha y resistencia de los “espartanos” de Coca-Cola, que están luchando por el pleno reconocimiento de sus derechos, no sólo es un deber de todos los que defienden las libertades democráticas y los derechos obreros, sino también un orgullo. Porque esos valientes trabajadores y trabajadoras vienen dando una viva lección de lucha, unidad y dignidad obrera, demostrando que no todo se compra y se vende.
Con la reapertura de la planta del 7 de septiembre los trabajadores darán un nuevo paso hacia sus objetivos, pero Coca-Cola continuará con sus ataques. Serán necesarias más que nunca la solidaridad, la coordinación, el apoyo decidido y militante de todas las organizaciones gremiales, políticas, estudiantiles y movimientos sociales a esta lucha. Porque si triunfa la lucha de Coca-Cola, triunfamos todos.
Diego Lotito
Nació en la provincia del Neuquén, Argentina, en 1978. Es periodista y editor de la sección política en Izquierda Diario. Coautor de Cien años de historia obrera en Argentina (1870-1969). Actualmente reside en Madrid y milita en la Corriente Revolucionaria de Trabajadores y Trabajadoras (CRT) del Estado Español.