Retomamos el diálogo con Sebastian Pinilla Patiño, estudiante y representante estudiantil del programa de “Diseño Gráfico de la Universidad Nacional de Colombia” en Bogotá, sobre la rebelión que estalló en Colombia
Domingo 30 de mayo de 2021 23:03
Ya hace más de un mes que una reforma tributaria, que fue parte de todo un paquetazo de medidas regresivas que intenta imponer el gobierno de Duque, hizo estallar la rebelión en Colombia. Producto de las movilizaciones multitudinarias se logró el retiro de dicha reforma, como también la reforma que iba a atacar el derecho a la salud. También se logró la renuncia de Alberto Carrasquilla, ministro de Hacienda y a pesar de que se declaró la “matricula 0” para estudiantes pobres en el segundo cuatrimestre de 2021 y subsidios del 25% incentivado el empleo de jóvenes, el pueblo sigue en pie de lucha por demandas mucho más estructurales.
Como en varias partes del mundo a lo largo de los últimos dos años -Chile, Perú, Myanmar- en Colombia la juventud también salió a las calles y protagonizó las jornadas de lucha y el Paro Nacional. Esto no es una coincidencia: la alta tasa de desempleo que reside en 14,2% es aún más alta en la juventud, donde una de cada cuatro personas entre 15 y 24 años no tiene trabajo.
La mayoría del estudiantado viene participando de las manifestaciones por sus propias demandas como estudiantes, y también contra la precarización laboral y la crisis que recaen con más fuerza sobre los jóvenes precarios. La educación pública está desfinanciada desde hace décadas en Colombia y los cupos en las universidades públicas son limitados. Por eso, las universidades se han transformado en instituciones cada vez más elitistas, donde resulta muy restrictivo obtener el ingreso si uno es egresado de la educación pública, ya que en los colegio privados se destinan más recursos que proveen la preparación para una carrera en una institución de educación superior.
Eso hace que sólo el 30% de los secundarios recibidos tenga acceso a la universidad pública. Siendo mucho más difícil el acceso para los hijos de familias trabajadoras, que encuentran una de las vías de ingreso a la educación a través de las instituciones privadas, endeudándose con créditos e intereses altísimos que tendrán que pagar por décadas.
En este cuadro, la juventud estudiantil viene interviniendo a la cabeza de las protestas desde octubre del 2018, cuando asumió Iván Duque como presidente de la Nación y comenzó con los ataques al pueblo pobre y trabajador.
Por eso, en este número hablamos con Sebastian Pinilla Patiño, estudiante y representante estudiantil del programa de Diseño Gráfico de la Universidad Nacional de Colombia, sobre la situación en Colombia y el rol del movimiento estudiantil y la juventud precarizada en la revuelta.
Sebastián, retomando algunas cuestiones de la entrevista anterior ¿ustedes por qué siguen luchando?
Por varias razones. Antes que nada porque el retiro de la reforma tributaria todavía no es una ganancia. De hecho, quieren ajustarla para después hacerla pasar. Después reclamamos derechos laborales que disminuyeron ampliando la posibilidad de que los trabajadores puedan ser empleados por hora. El consecuente aumento de la precarización demuestra que los ricos subsidiados quieren más dinero, a costa de los pobres. A los problemas económicos que esto trae consigo se suman el poder que sigue teniendo el ex presidente Álvaro Uribe y la corrupción que generan aún más descontento. Y por último hay que decir que seguimos en paro, porque las protestas desde el 28 de abril han dejado más de 60 muertos, decenas de desaparecidos y cientos de heridos.
En un contexto de fuerte militarización de las ciudades, los casos de violencia policial ya son miles, que en tan sólo un mes hubo casi 1500 detenciones arbitrarias y que ahora que salió a la luz que la fiscalía paga a ciudadanos e inclusive ex paramilitares para matar a manifestantes, lo cual nos recuerda a la política de “ los falsos positivos” llevada adelante por Uribe durante su mandato ¿Cómo clasificarías la respuesta por parte del gobierno ultra derechista?
Sumamente exagerada y desproporcionada. Es muy similar a lo que nosotros reconoceríamos en lo formal como una represión de una dictadura y en lo informal también, en dónde hay una alianza entre paramilitares, narcotraficantes y la fuerza pública. Y el gobierno no escucha. Dicen estar dispuestos al diálogo pero su idea de diálogo es que se sienten unos pocos por los que nadie se siente representado a escuchar las cosas buenas que ha hecho este gobierno sin negociar nada.
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¿Vos cómo ves al Comité Nacional de Paro (CNP) que está en esta mesa de negociación, supuestamente por parte de los manifestantes?
Veo que la legitimidad que tiene no es fuerte por sus prácticas tramposas. Es que los que hoy salimos ya no confiamos en la institucionalidad porque hemos visto que un montón de acuerdos no se han cumplido. Nos cansamos de que haya unas personas que se tomen las vocerías de todo un movimiento que luego nos dejan botados y pactan cosas a nuestras espaldas. De hecho rechazamos el CNP en una asamblea de todas las facultades de la sede que tuvimos hace poco porque tememos que venda el paro o pacte por intereses particulares y no colectivos. En mi opinión, ellos sólo intentan mostrarse como los jinetes de un caballo que en realidad no controlan. No definen lo que hacemos o no, porque defienden los intereses de una minoría. Así que no pueden dictaminar cuáles son las reivindicaciones justas para cada situación.
El 10 de octubre de 2018 salieron más de 500.000 trabajadores informales, campesinos, indígenas, secundarios, padres y madres a las calles de todo el país sumándose a su justo reclamo de un aumento significativo del presupuesto educativo por parte de la comunidad educativa o sea los docentes y ustedes. A su tiempo, Duque dejó claro que sus prioridades son el incremento armamentista y el pago de la deuda exterior por lo que sus protestas duraron varias semanas. ¿Querés contarme cómo fue eso?
En el 2018 hubo un paro estudiantil porque la educación pública estaba -y sigue estando- en crisis. Hay apenas lo necesario para pagar el día a día pero las deudas siguen creciendo y el panorama para las universidades se vuelve insostenible: toda la infraestructura, la mano de obra o sea los docentes y administrativos. Eso sucede porque se han congelado los recursos que la nación destina a la educación superior mientras que los gastos siguen en aumento. Todos sabemos que los precios siguen creciendo. Existe entonces un hueco presupuestal tremendo que las universidades han intentado solventar. Pero es el Estado el que debería financiar a totalidad todo lo que que es público, no las instituciones. En vez de eso, las han ido metiendo en una dinámica de privatización con modelos de endeudamiento. Por eso salimos a pelear en el 2018.
Entiendo que también demandaron comedores, vivienda y asesoría psicológica. ¿Pudieron recuperar lo que les debieron o inclusive obtener más?
No logramos ni siquiera todo lo que estábamos proyectando. Pero logramos que destinen algunos recursos para la educación pública. Otras cosas no se han cumplido. Entre ellas obviamente está el tema de los derechos humanos. En aquel entonces exigimos que se respeten pero hoy nadie garantiza que podamos participar de las protestas sin que nos pase algo. Hay entonces cosas positivas de estos acuerdos y otras que no tanto. Ahora nos sumamos al paro actual dado que a partir de la reforma tributaria que se acaba de caer también se pretendía desconocer varios de los acuerdos que teníamos. Eso afectaría la financiación de nuestros estudios, por ejemplo. Según ellos, nosotros tenemos que endeudarnos para que podamos acceder a la educación superior. No quieren subsidiarnos.
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En 2019 cuando más de 200.000 trabajadores, campesinos, indígenas y afro colombianos tomaron las calles y paralizaron toda Colombia ustedes participaron del Paro Nacional del 21 de Noviembre así cómo hoy. ¿Cómo fue / es eso? ¿Qué rol jugaron / juegan los estudiantes?
Los estudiantes no podemos desconectarnos de lo que sucede en el resto del país. Si hay una medida que afecta económicamente a un sector de la población, nos toca a nosotros también porque seremos profesionales que saldrán a trabajar en este país. Somos los que serán precarizados sin derechos laborales y sin derecho a pensionarnos. Por eso mismo también tenemos que manifestarnos frente a estas políticas que son agresivas para el grueso de la población. Nos hemos venido articulando con varios grupos que se han movilizado también como los docentes. En otros momentos estábamos marchando y bloqueando vías solitos. Eso se evidenció en 2018 y 2019. Si bien se unieron los camioneros a nuestra lucha, el grueso de la fuerza la ponía el estudiantado. Lo diferente de esta coyuntura a la de ahora es que los actores ya no son sólo los estudiantes sino más bien todos los jóvenes de toda la variedad que hay en la sociedad colombiana: negros, mujeres, indígenas, etc. Es porque nos están negando el futuro. Éste es el reclamo que hacemos los jóvenes: Que no tenemos futuro con este gobierno y este modelo de nación que se está proponiendo. Las políticas neoliberales se han venido manteniendo y han hecho su daño. Así que ahora los jóvenes decimos: No tenemos ninguna promesa de futuro con lo que hay hasta ahora, entonces tenemos que parar, tenemos que manifestarnos y tenemos que mostrar nuestro descontento.
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¿Qué habría que hacer para triunfar?
Ya que somos varios los sectores que estamos movilizándonos, el domingo de la semana pasada nos reunimos. El futuro de todos nosotros sigue siendo bastante incierto. Pero la gente tiene mucha hambre por lo que hay una rabia generalizada de un lado y una disposición casi nula a negociar o bajarse de su discurso de criminalización de los jóvenes, de la protesta social en general, por el otro. Entonces la lucha en este momento es bien difícil. Estamos en una dictadura frazada en donde nos matan todos los días. Lo que sigue de aquí en adelante es seguir reforzando los escenarios de articulación local, popular o barrial de todos los lugares, trabajando en contra del desgaste normal de todas las movilizaciones - el desgaste de llevar un mes en paro. Vamos a seguir exigiendo que se cumplan todas las demandas que tienen las distintas comunidades y que las personas responsables por las violaciones de derechos humanos paguen. El problema no es de una manzana podrida, de un policía o un militar. Es más bien de la política de Estado que da un trato militar a la protesta social con el argumento de combatir un “enemigo interno” y justifica todo tipo de violaciones de Derechos Humanos.
En Colombia ya antes del paro se han multiplicado los asesinatos de trabajadores, campesinos e indígenas combativos, activistas ambientalistas e inclusive estudiantes. ¿Qué es lo que te da la fuerza de continuar luchando?
Sí, estamos ante un gobierno sin escrúpulos, narco paramilitar y mafioso - hay mucho por lo que temer. Todos tenemos miedo a morir y miedo de que nuestros seres queridos mueran. Pero la rabia que dan las injusticias nos da fuerza así como el creer en la solidaridad que nos otorgue pequeñas victorias que incluso superan nuestro propio tiempo de vida. Yo quiero creer que seremos capaces de dar la batalla desde lo que cada uno puede hacer en colectivo, por qué yo quiero creer que podemos vivir en paz, que todos podemos tener una vida digna.
Para profundizar en los temas planteados en la entrevista y conocer la perspectiva de quienes hacemos este suplemento y militamos en la Juventud del PTS, invitamos a lxs lectorxs del suplemento Ideas Desde la Universidad a ver la charla con Christian Castillo, dirigente del PTS y docente universitario y Felipe Ramírez, joven colombiano parte de La Red de Precarizadxs y Desocupadxs.