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Red Internacional
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Libros. Comentarios sobre “La razón de mi Lima” de Mariano Dubin

Miércoles 3 de diciembre de 2014

Mariano Dubin es escritor, pero también docente secundario y de la Universidad Nacional de La Plata, y un berissense orgulloso. Pese a su juventud ya tiene varios libros de poemas publicados, colaboraciones en varias revistas y hasta algún que otro libro de crítica literaria. Hace cinco años, en conjunto con la editorial Pixel lanzaban el poemario “La razón de mi Lima”. Desde hace algunas semanas circula la segunda edición.

Si se lee desprevenido, desordenado, “La razón de mi Lima” pasaría por un conjunto de poemas/relatos emparentados por un par de tópicos. El barrio y la esquina -como paraísos dudosos, pero al fin lugares deseables-, son el escenario preferido del autor. También los barrios y las esquinas que componen una América Latina testigo del conflicto entre dos mundos internos. Los obreros, indios, inmigrantes, “villeros” o “negros” y sus historias relatadas con un dejo de épica telúrica, son los héroes. La discriminación, el eurocentrismo, la oda académica del progreso, el liberalismo económico y cultural, se enfrentan con las vivencias del pueblo sometido, sí, pero muy vivo. En fin, se puede considerar que este libro es esto, un conjunto de poemas con una temática parecida, pero desde mi punto de vista esa es una interpretación errónea. “La razón de mi Lima” es, ante todo, una declaración de principios política de Mariano Dubin.

El libro está cargado de ciertas contradicciones que el autor propone acusar, enfrentar. Dubin, pensando la América Latina (o Indoamérica) que ve, marca la cancha. Una América Latina blanca, una Americana Latina negra. Sin cargarlo negativamente podríamos hablar de una tangente fuertemente populista en el libro. Ciertamente, “populista” puede ser una categoría incómoda para discutir y en algunos ambientes (en especial los liberales) eminentemente peyorativa, pero en este caso sirve cuanto menos para explicar la tónica anti-elitista del libro en general. También es objeto de crítica desde un punto de vista marxista cierta construcción deontológica del pueblo, de la “ideología” del pueblo. Así, los incas/aztecas/mayas, los guaraníes, los polacos y rusos de Berisso, el supuesto “cholo” José de San Martín, el peronismo de “las patas en la fuente”, la Evita negra de Los Toldos/rubia de New York, el Gauchito Gil y el sincretismo religioso, la cumbia, el vino, la birra, el mate, el tango y el chamamé, son todos rasgos que forman la cara negra/india/pobre (que a veces, efectivamente, son lo mismo) de la América que defiende Mariano Dubin. Una mélange, aunque sea, discutible.

Un acertado argumento subyace a la obra: la clase trabajadora, los campesinos, los pueblos originarios, en fin, todos los explotados, no aceptan las condiciones que las clases dominantes imponen sobre ellas de manera pasiva. Aunque (¿y si no cómo explicar el mundo en que vivimos?) no se pueda evitar la derrota de los dueños, los pobres crean su cultura. En las condiciones de esa dominación, de esa explotación, las clases explotadas, reinterpretan, resignifican o se apropian de ciertos elementos.

Así las experiencias de lucha, así la cultura. Uno de los problemas que plantea el libro es la interpretación de los elementos constitutivos de la “América buena”, del que surge el interrogante ¿cuán “buenos” son algunos de esos rasgos?, en especial los políticos. Sin entrar de lleno en esta cuestión, ¿cuántos de los “collares” que adornan la cara de la “América Negra”, no son, al mismo tiempo, sus cadenas? ¿Cuánto de la reivindicación acrítica de esos rasgos no con llevan una aceptación de la inevitabilidad de esa situación de explotación? O, un poco parafraseando a la analogía del relato que sirve como prólogo, ¿Cuántos de esos rasgos no son el juguete atado a una caña de pescar que nunca cae, con que los chicos bien “hacían saltar” engañado al niño mapuche?

En fin, un libro de relatos y poesías que despierte tales interrogantes merece ser leído. No sólo por esto: la fuerza narrativa de algunos poemas (“¡Cálzate los guantes guacho!”, “Microcentro porteño”), la profundidad existencial de otros (“Por quince guitas”), la buenísima guapeada de “¡Basta de negros!”, o la belleza de “19”y “Baladas en cuarto y medio”, hacen de “La razón de mi lima” un libro recomendable, por fuerte y aguerrido. Por sentido, y también sensible.