Luego de una semana de intensas lluvias hay cerca de 500 evacuados y autoevacuados, un tercio de la ciudad inundada, la Ruta 8 cortada, Ruta 41 en un estado calamitoso, infraestructura deteriorada y miles de personas afectadas.
Miércoles 12 de agosto de 2015
¿La causa? Si escuchamos al gobierno local del FPV y sus voceros mediáticos la única culpable de esta verdadera catástrofe es la madre naturaleza y su irracionalidad contra la cual no se puede hacer nada. Nadie niega que la cantidad de lluvia caída (superior a los 300 mm en 5 días) es más alta que el promedio, pero el intendente Francisco Durañona nada dice de las otras causas que hacen que Areco se transforme en una verdadera laguna.
Desde hace más de 20 años inundados autoconvocados, asambleas barriales y diferentes vecinos de la ciudad vienen alertando que las crecidas del Rio Areco no son solo fruto de la cantidad de agua que cae sino más bien de la acción del hombre que ha modificado un entorno natural que mantuvo un relativo balance por más de 7000 años. Pero no hay que hablar de “hombres” en abstracto, hay que puntualizar quienes son los responsables y porqué lo son: en Areco como en casi toda la provincia, los grandes propietarios con la ayuda del Estado han incorporado en zonas rurales un método de producción agrícola/sojero llamado siembra directa, fruto de la aprobación de la soja transgénica en 1997, que hace que la tierra no absorba tanta cantidad de agua como con los métodos de siembra más tradicionales que tienden a permitir un mayor nivel de absorción del suelo. Así mismo, con negociados y más complicidad, se han abierto números canales que llevan miles de litros de agua por segundo a un rio relativamente pequeño. Según algunos estudios, hay alrededor de 800 km. de canales legales que desembocan en el rio Areco que tiene una extensión de 100 km., esto sin contar los cientos de kilómetros de canales ilegales. La ecuación es sencilla: lluvias intensas, más obra pública deficiente, más canales clandestinos y legales, avance de la sojización por siembra directa, complicidad del Estado con los de arriba, es igual a inundación a gran escala de los abajo.
Es cierto que el gobierno municipal realizó obras hidráulicas pero que lejos de apuntar a la prevención, es decir, que el pueblo no se inunde, apunta a palear los hechos consumados. Los famosos “aliviadores”, término que habla por sí solo, no tienen una funcionalidad acorde al dinero que se gastó y a las modificaciones que se realizaron cerca del rio. Una vez más, todo huele a negociados y puestas en escena. Mientras se dilapidan millones en obras que no marcan una diferencia sustancial, los canales siguen existiendo, la soja sigue dominando el panorama rural, la especulación inmobiliaria sigue haciendo de la suyas, los montes desaparecen, los arroyos se transforman en ríos caudalosos, los grandes propietarios siguen llenándose los bolsillos y los partidos patronales se alternan en el poder, el pueblo se inunda con una frecuencia pasmosa.
Mientras tanto, los de abajo se organizan y se muestran solidarios con sus amigos, compañeros de trabajo, familiares y vecinos: los que no padecen la inundación reciben a los damnificados en sus casas, prestan sus vehículos para sacar las pertenencias de las viviendas inundadas, organizan la distribución de alimentos y otros productos necesarios, entre otras muestras de solidaridad.
“Hay que aprender a convivir con las inundaciones” dicen desde el municipio, declaración que refleja que al Estado le es más redituable dar subsidios minúsculos y créditos “blandos” a los inundados, que atacar los intereses del agronegocio, del que son socios.
Ante este panorama de sumisión a los de arriba que plantea el municipio y la provincia, la única salida es la organización de asambleas barriales, de inundados, de trabajadores que ofrezcan una salida de fondo y exijan al Estado que tome las medidas necesarias para terminar con los canales –sean clandestinos o no-, que los responsables sean llevados a la justicia, que la obra publica este bajo control del pueblo y que se habrá la discusión sobre un nuevo tipo de organización productiva rural basada en los intereses populares y respetuosa con el medioambiente.