×
×
Red Internacional
lid bot

Tribuna Abierta. Como en el Cordobazo

Reproducimos un poema escrito por una estudiante de la UNLP a raíz de la multitudinaria marcha educativa que confluyo con la lucha de las y los trabajadores del Astillero Río Santiago el pasado miércoles en la ciudad de La Plata.

Lunes 27 de agosto de 2018

¡Aunque plata no hay, al Astillero siempre lo sigo! ¡Qué cagazo, obreros y estudiantes, como en el cordobazo,
¡Qué cagazo!

En esa marcha donde el gobierno uso sus fuerzas represivas, porque se dio cuenta que el Astillero tiene una fuerza imparable, me pasó algo muy fuerte: Estaba panfleteando con una amiga por la gran asamblea del 29, y empezó a pasar una columna de trabajadores de Astillero, y la gente se abrió, para darles paso.
Y nosotras paramos de panfletear. Nos quedamos mirándoles, aplaudiendo y uniéndonos a su canto.
Me invadió la emoción.
Quería llorar, tenía un nudo en la garganta, por este gobierno de mierda, su plan de ajuste, que pretende dejar familias en la calle, pibes sin laburo, desfinanciar la industria nacional,
v a c i a r el Astillero.

Pero mientras pensaba todo, veía que la columna seguía pasando, que la columna inmensa no cortaba nunca su canto, que pasaban y pasaban y seguían, que tenían una fuerza enorme, trabajadores de todas las edades cantando y cantando

¿Cómo iba a llorar?

Cómo iba a llorar. Esos trabajadores de todas las edades, estaban ahí, bancando los trapos.
Dando el ejemplo, como en los ’90, enfrentándose a la represión nefasta, arriesgándolo todo para, como dijo Raúl de Zanón y Juan de Astillero ayer, dar la batalla para un cambio mucho más profundo: la transformación social, la transformación de un mundo sin explotadores ni explotados

¿Cómo iba a llorar?
Esos trabajadores, esas familias, estaban ahí con nosotres a pesar de todas las trabas, a pesar de no saber si mañana trabajan, si los van a echar, a pesar del cansancio. Esos trabajadores estaban ahí e iban y van, a dejar el cuerpo por la lucha si es necesario.
Esos trabajadores forman parte de mi historia, pensaba, de la historia de mi país, esa historia que contamos y contaremos:

de que al Astillero nadie lo pudo ni va a poder tirar.

Se me ensanchaba el pecho, de orgullo, cómo iba a llorar.
Mientras pensaba todo eso, elles seguían, con la misma fuerza cantando que hacía que nunca nunca haya silencio. Lloraban, sonreían, saltaban.
Nunca paraban.
Entendí que tenía que sonreír, mirarlos con la frente bien alta.

Un vida de lucha jamás se podrá
v a c i a r.