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Red Internacional
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Elecciones Federales. ¿Cómo está el tablero hacia las elecciones de 2024 en México?

Los actores políticos se van acomodando hacia los comicios de 2024. De un lado, una centroizquierda —con gran base social— que mantiene la subordinación al imperialismo, y del otro lado, una derecha neoliberal en crisis.

Óscar Fernández

Óscar Fernández @OscarFdz94

Miércoles 9 de agosto de 2023 13:23

Se acerca el fin del mandato de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) en México. Luego de estar prácticamente 20 años en campaña, el tabasqueño logró en 2018 llegar a la presidencia de México.

Antes de ser presidente, López Obrador fungió como presidente del Partido de la Revolución Democrática (PRD), un partido de centroizquierda con programa burgués, surgido de la corriente encabezada por Cuauhtémoc Cárdenas escindida del viejo PRI quien logró atraer las organizaciones reformistas de México, incluyendo al PMS (Partido Mexicano Socialista, que venía del viejo Partido Comunista Mexicano), organizaciones maoístas, cardenistas y una fracción de trotskismo encabezada por el recientemente fallecido Adolfo Gilly.

En el año 2000 logró ser, como parte de la "transición a la democracia" en México tras 70 años de gobiernos del PRI, Jefe de Gobierno del Distrito Federal. En 2005 renunció a su cargo para contender a la candidatura por la presidencia de la república en las elecciones del año siguiente, la cual resultó en una derrota.

Dicha experiencia lo llevó a canalizar el descontento mediante un plantón en una de las principales avenidas de la capital mexicana, el Paseo de la Reforma, donde, bajo la consigna de "voto por voto y casilla por casilla", exigía un recuento electoral al no reconocer la victoria de su principal opositor, Felipe Calderón, por el Partido Acción Nacional (PAN) de la derecha católica.

Aunque finalmente el entonces Instituto Federal Electoral (IFE, hoy INE) no avaló el recuento exigido por López Obrador, éste se mantuvo en la oposición. En 2012, mientras el movimiento #YoSoy132 denunciaba el aparato electoral del PRI y su alianza en los medios de comunicación, los simpatizantes de AMLO al interior del mismo, agrupados ya en el Morena (Movimiento de Regeneración Nacional, que en ese entonces tenía el status de asociación civil) instaban a la juventud a votar por él. Pero ni siquiera la insistencia del Morena en el YoSoy132 ni el vuelco del movimiento a vigilar la elección impidieron la victoria de Peña Nieto y el retorno del PRI a la presidencia.

Es a partir de este momento que el Morena decide escindirse de la coalición PRD-PT-Movimiento Ciudadano y conformarse como partido político. En 2014, luego de la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa, AMLO y el Morena se vieron beneficiados, dada la responsabilidad del PRD en la ya mencionada desaparición de los 43, en una oleada de distintos políticos que, por la deslegitimación de sus partidos en el marco de la crisis orgánica que se desató, ingresaban a las filas del Morena.

Esta crisis orgánica generada por el descontento generalizado manifestado en las calles de la Ciudad de México y diversas ciudades del país —en la que tomaba fuerza la consigna "fue el Estado"— estaba signada por la pérdida de credibilidad de los partidos implicados: el PAN por aprobar la militarización desde 2007, el PRD, pues gobernaba el estado de Guerrero (la entidad donde desaparecieron los jóvenes normalistas) y la ciudad de Iguala (donde se los vio por última vez), y el PRI, partido gobernante del país, que además, por ser Peña Nieto el presidente (y por tanto, comandante supremo del ejército), lo implicaba debido a la presencia de militares en las inmediaciones de Iguala la noche de la desaparición. La debacle de estos partidos, agrupados entonces en el llamado "Pacto por México" (un acuerdo para aprobar fast track reformas neoliberales en el congreso) amplió el panorama para que el Morena se impusiera en la votación de 2018.

El resto del sexenio, AMLO se dedicó a bombardear al gobierno en campaña permanente alegando que con él en la presidencia el país tendría mejores índices económicos y que frenaría la militarización y la violencia; incluso llegaron a salir spots diciendo que "estaríamos mejor con López Obrador" y "vota por ’ya sabes quién’". Finalmente, como dice el refrán, "la tercera es la vencida": en julio de 2018 la población mexicana votó en masa por AMLO y el Morena. En esta ocasión, fue tal la cantidad de votos que el INE no pudo objetar el resultado y le concedió la victoria y, como si se tratara del triunfo de la selección nacional de fútbol, decenas de miles inundaron las calles de la plaza principal, el Zócalo, y del monumento a la independencia festejando la presidencia de AMLO.

Ahora ya han pasado casi 6 años desde ese 1ro de julio de 2018, con una pandemia de por medio y una serie de políticas en las que López Obrador ha, por un lado, obedecido diligentemente al imperialismo estadounidense, firmando, por ejemplo, el Tratado México-Estados Unidos-Canadá (T-MEC), una actualización del TLCAN entrado en vigor en 1994. Pero también ha desplegado una serie de programas sociales como Jóvenes Construyendo el Futuro, Sembrando Vida y la pensión universal para adultos mayores, entre otros, con los cuales ha logrado tener una amplia base social y una retórica con la que se autoproclama la "Cuarta Transformación" de México. Las otras tres transformaciones serían, a su juicio, la Independencia de 1810, la reforma liberal de Benito Juárez en 1857 y la Revolución Mexicana de 1910.

Pero la "Cuarta Transformación" (4T) ha traído también una serie de megaproyectos, entre los cuales destaca el Tren Maya, una megaobra en la que han abundado denuncias de despojo y deforestación de la selva maya. El proyecto pretende construir un corredor turístico en la península de Yucatán y ha sido licitado a grandes empresarios, así como a las Fuerzas Armadas. De igual forma ha desplegado, para proteger los materiales de construcción de la obra, a la Guardia Nacional, un cuerpo creado durante el gobierno de AMLO para supuestamente frenar la inseguridad pero que ha profundizado la militarización del país. En ese mismo eje, la Guardia Nacional ha sido enviada, por orden del gobierno de Estados Unidos (al que López Obrador ha acatado en repetidas ocasiones), a detener las caravanas migrantes que vienen de Centroamérica. La Guardia Nacional es el cuerpo con más denuncias a violaciones de derechos humanos en México.

A pesar de estas contradicciones, la política llevada adelante por su gobierno le ha otorgado a AMLO más del 50% de aprobación nacional, un hecho histórico en México luego de seis administraciones neoliberales (Miguel de la Madrid, Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo, Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto) que degradaron las condiciones de vida de las masas. Ahora llega la inevitable incógnita de quién (y cómo) sucederá a López Obrador en la presidencia.

¿Quiénes se perfilan hacia 2024?

Los aspirantes de la 4T

Por parte del oficialismo, hay cuatro contendientes a la presidencia. López Obrador —cuya política de encuestas y consultas tiene el objetivo de eludir la democracia partidaria de manera que las bases, como en los demás partidos avalados por el INE, no decidan quiénes serán quien los represente como candidato— ha propuesto que dentro del Morena haya una elección interna mediante una serie de encuestas que avalen el respaldo de la persona elegida en una convención del partido, que se celebrará entre el 28 de agosto y hasta el 3 de septiembre de este año para definir al candidato. Una vez electo, el resto de los precandidatos se comprometerán a darle su respaldo rumbo a la elección presidencial.

En primer lugar está el excanciller Marcelo Ebrard. Sucesor de López Obrador como Jefe de Gobierno del Distrito Federal, fue el responsable de la construcción deficiente de la Línea 12 del metro capitalino, la cual tuvo diversas fallas estructurales que la llevaron a estar clausurada en distintas ocasiones. Asimismo, como ya hemos escrito anteriormente, llevó adelante una campaña de criminalización de la protesta social durante el movimiento #YoSoy132, encarcelando a decenas de jóvenes que se manifestaban contra la imposición de Peña Nieto. Por las cuestionables condiciones en que dejó la Línea 12 es que en 2015 se autoexilió con su familia en Francia. López Obrador lo llamó para coordinar su campaña y posteriormente fungir como Secretario de Relaciones Exteriores; por esta trayectoria es que es considerado uno de los pesos pesados de los precandidatos oficiales. Entre sus propuestas está la de usar un sistema de seguridad que probablemente continúe la criminalización a la juventud.

Le sigue la exjefa de gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum. Parte del gabinete de López Obrador cuando era gobernante de la capital mexicana, Sheinbaum estaba a cargo de la Secretaría de Medio Ambiente del DF. Posee también un doctorado en ingeniería ambiental, lo cual fue aprovechado para darla a conocer como una mujer con capacidad intelectual para desempeñar un cargo de moderada responsabilidad. Es así que en 2015 asumió la alcaldía de la delegación Tlalpan (una de las 16 demarcaciones en que se divide la capital mexicana). Luego del terremoto de 2017, acontecido, irónicamente, exactamente el mismo día que el de 1985 (19 de septiembre), Sheinbaum estuvo en la mira política luego de que un colegio privado, el Colegio Enrique Rébsamen, colapsara y le quitara la vida a 19 niños y 7 maestras y trabajadoras. Sheinbaum, como alcaldesa, debía ordenar inspecciones anuales al inmueble (y a varias otras escuelas) para avalar que estuvieran en condiciones de resistir los movimientos sísmicos. Sin embargo, sus inspecciones le dieron la aprobación al colegio aun cuando su directora había construido ilegalmente un departamento arriba de la escuela, lo que terminó por costarle la vida a varios pequeños y sus maestras.

Esto no detuvo ni a AMLO ni a Sheinbaum para contender como candidata a Jefa de Gobierno por parte del Morena, cargo que asumió en 2018. Su mandato se ha caracterizado, por un lado, por un sistemático blindaje ofensivo como política de represión a las movilizaciones feministas (a pesar de que ella misma ha adherido a la "Internacional Feminista"), y por el otro, en un constante recorte al transporte de la capital. El metro de la ciudad y su Línea 12, ya de por sí mal construidas desde 2012 y posteriormente dañada por el terremoto de 2017, terminó por colapsar en mayo de 2021, matando a 26 personas provenientes de familias obreras. Si bien ordenó una investigación y la empresa concesionaria, propiedad del magnate Carlos Slim, se comprometió a reparar los daños sin cargo al erario, los únicos responsables encarcelados han sido "peces flacos". A pesar de que son varios los motivos para dudar de su desempeño, el gobernar la capital y ser la única precandidata mujer le permiten tener un peso fuerte en la campaña del Morena rumbo a la presidencia.

En tercer lugar está el exsecretario de Gobernación, Adán Augusto López Hernández. La Secretaría de Gobernación (SEGOB), el equivalente en México a lo que sería un Ministerio del Interior, ha sido históricamente la madriguera del sucesor presidencial. Miguel Alemán [1] fue secretario de Gobernación de su antecesor, el general Manuel Ávila Camacho; le sucedió su secretario de Gobernación, Adolfo Ruiz Cortines. Gustavo Díaz Ordaz, responsable de la masacre de 1968, fue el secretario de Gobernación de su antecesor, Adolfo López Mateos, como también lo fue su sucesor, Luis Echeverría. López Hernández militó en el PRI hasta el año 2000, cambiando su bandera por la del PRD al ver que no obtendría un puesto por su servilismo (o como se dice en México, "no le darían un hueso"). Ha sido uno de los colaboradores más cercanos a López Obrador y aprobó la llamada “Ley garrote” en 2019 para impedir obstáculos en la construcción de uno de los megaproyectos de la 4T: la refinería de Dos Bocas en el natal Tabasco de ambos políticos. Aunque no tiene el peso que poseen Sheinbaum o Ebrard, su diligencia y el haber logrado asegurar su puesto en la SEGOB lo ponen como otra de las opciones dentro del Morena a contender en la presidencia.

Finalmente, Ricardo Monreal es el último de los interesados en contender a la presidencia y el que menos peso político tiene. Habiendo declarado en 2022 que pretendía ser candidato a la presidencia, Monreal se desempeñó como senador y coordinador en la cámara alta de los legisladores del Morena. Dentro de su desempeño está nada menos que un simulacro para encauzar la subcontratación a la vía legal en México, dejando vía libre a los empresarios para explotar mediante la flexibilización a grandes franjas de la clase trabajadora.

No obstante, nada descarta que a medida que se acerque la elección interna el Morena reproduzca las viejas prácticas de su "padre", el PRD. Es decir, la creación de "tribus" (corrientes) a su interior, sin diferencias programáticas pero centradas en la figura de algún político con peso en el partido, proclives a maniobras y corruptelas para quedar al frente del timón. Un fenómeno que ya se ha visto antes en el Morena y del que hemos informado desde este diario.

Mientras tanto, la oposición neoliberal en crisis

Del otro lado está la oposición neoliberal, profundamente golpeada y en crisis desde su derrota en 2018. Probablemente busquen un candidato o candidata como mera formalidad hacia la elección presidencial, pero la coalición del Frente Amplio por México (antes Vamos México) sigue mostrando debilidades.

La conforman el PAN, el PRI y el PRD, muestra de que estos partidos defensores del neoliberalismo ya no tienen fuertes diferencias como ocurrió en 2006, cuando era impensable que este Frankenstein político pudiera emerger; como diría Borges, "no los une el amor, sino el espanto" (de AMLO). La deslegitimación que les trajo la guerra contra el narco en 2007 y la desaparición de los 43 en 2014 llevó a las masas a votar en contra de ellos y por el Morena en 2018.

Desde entonces, estos partidos han tenido dificultades en encontrar una figura potable para presentarse como oposición al Morena, aunque es posible que más bien estén calculando cómo reconfigurarse hacia la elección de 2030. Es que la crisis los ha llevado a dejar de lado el juego parlamentario clásico, como se venía viendo desde la "alternancia democrática" de inicios del milenio, en favor de apostar por instituciones como el INE o la Suprema Corte —si bien acá el Poder Judicial no tiene tanta fuerza como para intervenir en diversas crisis orientadas a deponer a funcionarios o presidentes democráticamente electos, como ha sucedido recientemente en Brasil, Bolivia y Perú—; los políticos de la oposición neoliberal han recurrido a este tipo de maniobras buscando obstaculizar las iniciativas de AMLO al no tener la mayoría en el congreso como resultado de su debilidad política ante las masas.

El PRD ha venido desapareciendo prácticamente del mapa electoral, mientras que el PRI, que posee las grandes centrales sindicales, vio arrebatado a su principal bastión, el estratégico Estado de México, que en junio pasado fue a manos del Morena. Actualmente, el Morena gobierna 22 entidades federativas (es decir, el 68.75% del territorio nacional), arrebatándolas poco a poco y elección tras elección a la oposición neoliberal. [2]

Últimamente ha estado en boca de todos que la probable candidata sea la panista Xóchitl Gálvez, una supuesta exsimpatizante del trotskismo que, como mencionan los exmilitantes del grupo lambertista al cual presuntamente perteneció, nadie la conoce. Los allegados de Gálvez, a su vez, son cercanos al partido de ultraderecha español VOX. Como varios han denunciado en redes sociales, la empresa de Gálvez se ha beneficiado de licitaciones con el gobierno federal.

Entre otros de los que posiblemente estén interesados en contender están Enrique de la Madrid, hijo del expresidente Miguel de la Madrid (quien lidió con torpeza el desastre del terremoto de 1985 y, con el disfraz del mundial de fútbol al año siguiente, inició el proceso de políticas neoliberales); también están el líder empresarial Claudio X. González, Santiago Creel (cuya familia, histórico clan de la burguesía en el estado de Chihuahua y de los "científicos" porfiristas, ha sido de los principales banqueros del país), la histórica dirigente priista Beatriz Paredes, el exjefe de gobierno Miguel Ángel Mancera (sistemático represor de la juventud en 2013 contra el magisterio y en 2014 durante el movimiento por Ayotzinapa), la ultraderechista Lilly Téllez (quien llegó a su puesto de senadora inicialmente como parte del Morena para luego escindirse y pasarse a las filas del PAN), entre otros.

Sin embargo, la derecha aún no ha logrado definir a su candidato —más allá de sus posibles "corcholatas", como las apoda López Obrador por "destapar" precandidaturas propias y ajenas—, ya que ninguna figura posee el suficiente capital político para presentarse como una opción viable para engañar a las masas en las elecciones. Hasta el 3 de septiembre se definirá quién le hará frente al candidato (o candidata) del Morena en las elecciones, aunque en los últimos días se dio la noticia de que los partidos neoliberales se acusan unos a otros de tener procesos turbios para la selección de su candidato.

Paralelamente, un sector del empresariado se ha opuesto rabiosamente al gobierno de López Obrador desde el inicio. Primero forjaron el "Frente Nacional Anti-AMLO" (FRENAA), encabezado por el empresario Gilberto Lozano, el cual llevó adelante una serie de manifestaciones poco concurridas, las cuales se hicieron bajo la consigna laxa de "defender la democracia" y de respaldar al Instituto Nacional Electoral que pretendía frenar una reforma electoral de AMLO. Últimamente se han colgado de la publicación de los libros de texto en las escuelas para acusar al gobierno de que sus contenidos son "comunistas"; al mismo tiempo, un sector de la derecha ha buscado ligarse con los sectores trumpistas de la derecha estadounidense, como recientemente se reveló acerca de la reunión de la alcaldesa de la demarcación Cuauhtémoc de la Ciudad de México, Sandra Cuevas, quien se encontró en eventos de la Conferencia Política de Acción Conservadora.

Ante estas dos opciones de los capitalistas en México, desde La Izquierda Diario pretendemos dar este panorama político en México de cómo se cocina la democracia burguesa en el país, "peleando" entre los que han aplicado los planes neoliberales controlados desde EE.UU. y quienes lo niegan pero mantienen lo esencial de ellos salvo algunas concesiones cosméticas que son suficientes para mantener el consenso y una gobernanza más o menos "apacible".


[1Luego de una serie de presidentes con orígenes militares, Miguel Alemán, fundador del PRI en 1946 (cambiando el nombre del entonces gobernante PRM), fue el primer presidente civil en la historia del México moderno.

[2El PRI apenas gobierna dos estados (Durango y Coahuila, ambos en el norte), el PAN cinco (Yucatán, Aguascalientes, Chihuahua y los estados del Bajío, Querétaro y Guanajuato, sus bastiones históricos), el minúsculo Movimiento Ciudadano gobierna Nuevo León y Jalisco, el evangélico Partido Encuentro Social (PES, que apenas subsiste a nivel local tras perder su registro como partido nacional) gobierna el estado de Morelos al sur y el Partido Verde (PVEM) gobierna San Luis Potosí; tanto el PES como el PVEM son parte de la coalición del Morena y adhieren al proyecto de la 4T.

Óscar Fernández

Politólogo - Universidad Iberoamericana

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