Presentamos el contexto marcado por la lucha de clases en los años 90 donde fue asesinada una joven trabajadora llamada Teresa Rodríguez en la provincia de Neuquén.
Martes 12 de abril de 2022 00:00
Se cumple un nuevo aniversario del asesinato de Teresa Rodriguez. Aqui presentamos un fragmento de la nota "¿Cómo fue la segunda rebelión de Cutral Có y Plaza Huincul en 1997?", que es parte de una serie que busca reflexionar sobre los levantamientos de los desocupados en los años 90, en medio de una ofensiva neoliberal en todo el mundo.
La rebelión que tuvo como respuesta la brutal represión de la Gendarmería fue el segundo episodio del primer Cutralcazo de 1996.
A 25 años del cobarde asesinato de la joven trabajadora, empleada domestica, dedicamos este articulo en memoria de una de las mártires mas significativas de aquellos años que interpelan nuestro presente. Lo interpelan dado que la desocupación sigue siendo un flagelo miserable y en ese marco las mujeres trabajadoras, como era Teresa Rodriguez, se llevan la peor parte. Pero la historia puede cambiar y para ello es fundamental sacar lecciones de aquellas batallas que preparen el futuro de la clase obrera y el pueblo pobre, para conquistar una vida que merezca ser vivida.
¿Cómo fue la represión que terminó en el asesinato de Teresa Rodríguez?
“El 12 de abril el gobierno nacional y provincial rompieron el diálogo. Desembarcaron escuadrones de Gendarmería, más numerosos que los del primer Cutralcazo. La represión fue atroz, tanto que los gendarmes perseguían a los fogoneros dentro de los barrios. Esta “caza de brujas” despertó una enorme indignación y solidaridad popular, que se hizo presente con piedras, gomeras, chapas o lo que encuentren para resistir la embestida. La primera línea crecía en miembros y a los gendarmes y policía provincial no les quedó otra que huir como ratas.
En ese torbellino cayó asesinada a balazos Teresa Rodríguez, una joven empleada doméstica de 25 años, madre de 3 niños. El hecho marcó un antes y un después. El gobierno nacional que ya tenía un discurso macartista y no quería retroceder en sus planes de ajuste y entrega, continuó su línea. En los medios de comunicación, tanto Menem como su ministro de Interior, Carlos Corach apuntaban que los violentos son esos “subversivos encapuchados” y que “esta película ya la hemos visto”.
Por otro lado, dejaba correr una campaña que planteaba que las balas no eran de gendarmería sino que venían del bando de los manifestantes, por lo que se tardó bastante tiempo en acusar a los responsables materiales de la muerte de Teresa. Vale decir que el milico que dirigió la represión fue Eduardo Jorge, que había participado de la dictadura militar de 1976.
Por su parte la falsa oposición de la UCR e incluso la Iglesia, se mostraron de pronto como defensoras de los derechos humanos y cuestionaban la represión. En ese momento el ejemplo de Neuquén era muy contagioso y el peronismo menemista se había pasado de la relación de fuerzas, en un contexto de gran crisis económica y donde el movimiento democrático contra los responsables civiles y militares de la última dictadura estaba vivo.
A todo esto, la dirección de ATEN, se hallaba más incómoda que nunca ya que se vio obligada a acompañar los piquetes de fogoneros. De este modo, ATEN por la insistencia de los docentes, trasladó sus plenarios a los cortes de ruta a la par que CTERA llamó a un paro nacional en repudio a la represión y asesinato de Teresa Rodríguez para el 14 de abril. Pero mientras este paro activo tenía lugar, la directiva de ATEN se reunía con Sapag a espaldas de los trabajadores de la educación, justo cuando el conflicto retomó fuerza nacional. La orientación sindical y corporativa de la dirección de ATEN estaba buscando cortar el conflicto y la potente unidad espontánea que surgió entre ocupados y desocupados, la coordinadora de padres, docentes y estudiantes. Una enorme traición a una gran lucha y experiencia de autoorganización. El 16 de abril la directiva de ATEN hizo votar el fin de la huelga. Decimos “hizo votar”, porque efectivamente hicieron votar a trabajadores que no hicieron huelga en ningún momento, el fin de la misma.
Dos días después, el 18 de abril, la Asamblea Popular votó levantar todos los cortes de ruta. Los fogoneros días después comentaban que no estaban de acuerdo con levantar los piquetes y que lo que habían obtenido fueron migajas en forma de unos cientos de subsidios que no solucionaban la pobreza de la población”.