La nueva apertura del confinamiento obligatorio se da en una situación preocupante para los bonaerenses, tanto por el crecimiento en los contagios y muertes por el COVID-19, como por la grave realidad económica. Las consecuencias no son iguales para todos.
Matías Pore @MatPore
Martes 21 de julio de 2020 16:35
Esta semana comienza a implementarse la "cuarentena flexible" luego de dos semanas de aislamiento estricto en el AMBA. La apertura se lleva adelante en diferentes tiempos de acuerdo a la realidad de cada región. La Metropolitana es la mas golpeada por la enfermedad, concentrando la abrumadora mayoría de los nuevo casos y pasará a la fase 3 de manera escalonada manteniendo el uso del transporte público tan solo para los trabajadores esenciales. De esta manera en el Gran Buenos Aires, a partir del lunes 20 de julio se habilitaron todas las industrias manufactureras y desde el miércoles 22 abrirán comercios de diferentes rubros, en ambos casos indicaron que sería con los protocolos correspondientes.
El anuncio fue realizado en una conferencia de prensa el viernes pasado por el presidente acompañado de manera presencial y virtual por gobernadores tanto del oficialismo y la oposición en una postal de unidad de criterios. Ese mismo día, el Ministro de Salud de la Provincia de Buenos Aires Daniel Gollan, no sabía decir si ya se estaba produciendo el pico de contagios o llegaría mas adelante. Sin esta certeza y con números record de contagios y muertos en estos últimos días, es que se procedió a la mayor apertura. Si a eso le sumamos que en diversos establecimientos públicos como el Hospital Paroissien de La Matanza, o el Hospital Posadas que recibe pacientes de toda la zona oeste del Gran Buenos Aires, comienza a verse una saturación en las camas de terapia intensiva y una gran cantidad de trabajadores de la salud que se encuentran aislados o enfermos, plantea un escenario sanitario cada vez mas preocupante. Sobre todo si tenemos en cuentra que ni siquiera se avanzó en la unificación del sistema de salud.
Además, la apertura de diferentes sectores productivos se lleva adelante sin que estén garantizadas las medidas de seguridad e higiene correspondientes. Lo podemos ver claramente si observamos los datos obtenidos por el Observatorio Social de AMBA. Este relevamiento muestra que son mas de 6000 infectados en establecimientos laborales de la región Metropolitana. Los trabajadores de la salud poseen la mayor cantidad de contagios, seguido por el sector de comercio y luego otras ramas productivas que a pesar de considerar esenciales, mostró que la salud de los trabajadores no es una de las prioridad de los empresarios, ni de las conducciones sindicales que lo avalan.
El gobernador dio cuenta de esta realidad y aclaró que sería "intermitente" dependiendo como se desarrollen los contagios y la ocupación hospitalaria. De cualquier manera parece haber surtido efecto la presión empresarial, expresada minoritariamente en las calles e inversamente magnificada por los medios, para llevar adelante una apertura en el momento más preocupante de la pandemia en la región Metropolitana.
De lo que no hubo mención alguna en la conferencia fue sobre el aumento de la violencia policial con el caso emblemático de la desaparición de Facundo Astudillo Castro. Fue visto por última vez hace más de 80 días en la localidad de Mayor Buratovich, cuando era subido a una camioneta de la policía bonaerense, fuerza comandada por Sergio Berni. Finalmente Alberto Fernandez debió referirse al hecho, pero sigue en marcha la operación de encubrimiento, a tal punto que la ex novia de Facundo fue presionada por la policía y proliferan las pistas falsas para desviar la investigación.
Momento difícil. ¿Es para todos igual?
En la conferencia de prensa, Kicillof dijo que sabía que es un momento difícil para todos. Pero es fácil ver que quienes realmente padecen las consecuencias de la pandemia son quienes viven hacinados, sin los servicios elementales como luz y agua, así como los cientos de miles de suspendidos o despedidos, o quienes no pudieron ir a trabajar y dependen del ingreso diario, que no saben si seguirán percibiendo el IFE.
En cambio a los empresarios, para quienes "difícil" significa ganar algún millón menos, no sólo despidieron, suspendieron y redujeron sueldos a mas de medio millón de empleados en la provincia, sino que además fueron beneficiados con los ATP. Luego el gobierno tan sólo amagó con tocar sus abultados bolsillos pero no tan solo quedó en un amague.
A pesar de reconocer la difícil situación que estamos atravesando, desde la gobernación no se anunció ninguna medida económica. Tan solo unos días antes se tomaron ciertas medidas impositivas y crediticias para asistir a Pymes y comercios que vieron afectados su actividad, y está la promesa de un plan de obras pública que aún no queda claro en qué consistirá. Las ganancias de los grandes terratenientes y empresas que concentra la Provincia más rica del país, de momento parecen estar a salvo. El oficialismo están negociando con Juntos por el Cambio la aprobación de una ley de endeudamiento que, sumaría así mayor carga a la deuda provincial que no tiene un horizonte claro aún. Aprovechando esta negociación, algunos Intendentes del espacio opositor empezaron a exigir una giro mayor por parte de la Provincia para las cuentas locales que fue suficiente en estos meses para aceitar la relación del gobernador con los mandatarios locales.
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Una respuesta a la altura
Como es costumbre en la convulsiva clase obrera Argentina, también existió una significativa respuesta por parte de los trabajadores como se puede ver en este estudio de La Izquierda Diario. No es tan conocida por las omisiones convenientes de los grandes medios de comunicación que no tienen intención de hacer saber que dos de cada tres acciones conflictivas las protagonizaron trabajadores, que se cuentan por cientos en tan solo unos meses. En cambio sobredimensionan las lamentables marchas anticuarentena o pro empresariales.
Pero si hubo un hecho determinante, fue la falta de una mayor contundencia en la acción y en la coordinación entre los diferentes sectores que salieron a responder ante la avanzada patronal. Es el triste papel al que nos tiene acostumbrados la dirigencia sindical. Kicillof se juntó con varios de ellos entre quienes se encontraba Baradel para asegurarse que continúe la resonante tregua que vienen llevando adelante, cuando estamos atravesando una nueva crisis de dimensiones históricas. Para dimensionarlo alcanza con ver que en la última crisis que atravesó la Argentina, en el Conurbano Boanerense se llegó a más del 60% de la población bajo la linea de pobreza en el 2002. No hace falta mas para ver que quienes las pagaron fueron los trabajadores y el pueblo.
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Allí es donde se encuentra la verdadera grieta, y dependerá de la determinación en la disputa del pueblo trabajador, que se definirá cómo será esta vez. Los grandes empresarios ya empezaron a descargarla sobre los trabajadores con el visto bueno del gobierno y sus diferentes alas que no muestran diferencias mas que discursivas.
Por eso se impone la necesidad de ganar las calles, porque si a los trabajadores nunca les regalaron nada, menos aún lo harán en tiempos de crisis. No hay otra manera de conseguir tanto el acceso a los recursos para la salud para toda la población, a través de la unificación y centralización de todo el sistema de salud, así como la asistencia económica suficiente para quienes no cuentan con un salario o perdieron su sustento. Tampoco hay otra manera de ponerle un freno a la violencia policial y hacer escuchar en todo el país el reclamo por la aparición de Facundo Astudillo Castro.