Tercera ola, transportes públicos llenos, un semestre sin pisar las universidades, criminalización de la juventud y ahora obligan a hacer exámenes presenciales. El malestar de los y las estudiantes estalló en las redes y empieza hacerse visible. ¿Cómo pasar de esta rabia a una solución para evitar la evaluación en las aulas? Hoy lo debatimos.
Jueves 14 de enero de 2021
Ni la covid-19, ni la ola de frío ni un semestre académico a distancia totalmente deficitario han impedido que las universidades pusieran en marcha la maquinaria de evaluaciones y exámenes presenciales. Las redes han estallado fruto de la indignación que ha generado esta decisión tomada telemáticamente a puerta cerrada y sin que se tuviera en cuenta la voz del estudiantado.
Resulta contradictorio que en plena tercera ola de la pandemia, con las cifras de contagios en alza y con nuevas restricciones y toques de queda, donde la juventud hemos sufrido una criminalización brutal haciéndonos responsables de los rebrotes, se decida ahora hacer el periodo de evaluación de manera presencial, cuando durante todo el semestre nos han privado de la formación presencial por el peligro de nuevos focos de infección.
Varias iniciativas estudiantiles han surgido con el objetivo de frenar los exámenes presenciales, como la recogida de firmas exigiendo la suspensión de la evaluación presencial con casi 14.000 firmas, la organización en grupos de Whatsapp y el trending topic #ExamenesOnlineEspaña, así como otras denuncias referentes a la terrible gestión de las universidades.
Mientras, las autoridades académicas juegan poco más que al gato y al ratón – como viene siendo habitual desde que comenzó la pandemia – sin dejar nada claro. Recomendaciones, delegación de responsabilidades y promesas ambiguas son la única respuesta.
Pero ¿cómo hacer escuchar la voz de los y las estudiantes ante esta situación? ¿Cómo debatir e imponer nuestras demandas? Está claro que a través de las vías institucionales universitarias no. Así lo ha demostrado esta pandemia, reflejando el rol de los órganos antidemocráticos que gobiernan las universidades desde hace tiempo con la intervención de las grandes empresas, donde el alumnado tiene una representación minoritaria a pesar de ser la mayoría de la comunidad universitaria.
Estos órganos son precisamente la excusa preferida de las autoridades universitarias para falsificar nuestro aval a sus políticas a través del visto bueno de gran parte de los representantes estudiantiles que participan, aquellos interesados en la gestión burocrática de los centros de estudio y negados a enfrentar a la institución en defensa de las demandas del conjunto de los y las estudiantes.
En este sentido, podemos destacar las declaraciones de Victòria Girona, directora general de Universidades de la Generalitat de Cataluña, alardeando de la participación estudiantil en la gestión educativa a través de las juntas de facultad o claustros. También podemos apuntar a la reunión del pasado lunes entre el ministro Manuel Castells de UP y representados del Consejo de Estudiantes Universitarios del Estado (CEUNE) que supuestamente habían consultado la opinión del alumnado. Ambos ejemplos muestran que los mecanismos institucionales no son una vía de cambio, sino de legitimación de las políticas llevadas a cabo por las universidades y sus responsables políticos de turno, en este caso la Generalitat y el gobierno “progresista”.
Ante esta situación, la única manera realista de conseguir una alternativa a los exámenes presenciales pasa por la autoorganización de los estudiantes y de la comunidad universitaria. Por eso, es necesario convocar asambleas virtuales para discutir nuestras demandas y como imponerlas.
Hay que exigir a las organizaciones y sindicatos estudiantiles como el SEPC, AEP, el Sindicato de Estudiantes o Estudiantes en Lucha que llamen a la autoorganización. Es el momento de organizarnos y desarrollar asambleas en cada curso, desde donde decidamos los métodos de evaluación y aprendizaje junto con el profesorado, pero también pensar un plan de lucha para imponer nuestras decisiones a esta casta universitaria antidemocrática que dirige las universidades junto a grandes empresarios.
La situación de pandemia ha profundizado los problemas y contradicciones que ya existían dentro de la universidad. El cuestionamiento al tipo de universidad que tenemos no debería limitarse al modelo de evaluación memorística y competitiva, sino combatir la universidad neoliberal que nos sigue cobrando unas tasas impagables en medio de una crisis económica y social, que no nos permite tomar ningún tipo de decisión respecto a nuestra formación y está diseñada a medida de los intereses empresariales en vez de estar al servicio de las necesidades del pueblo trabajador.
Sigamos el camino de los y las estudiantes francesas que bloquearon varios campus como protesta contra los exámenes presenciales. O sin ir tan lejos, el ejemplo de los compañeros y compañeras de la Universidad Autónoma de Madrid que celebran hoy una asamblea general virtual pública y abierta a todo el alumnado, impulsada por varias agrupaciones y asociaciones universitarias.