Las y los trabajadores del Posadas reclaman que les hagan los testeos para evitar contagiar y contagiarse, así dar una mejor respuesta ante la pandemia.
Jueves 26 de marzo de 2020 01:26
El reclamo viene desde la "primera línea de fuego"
“El Hospital Posadas, primera línea de fuego para enfrentar la pandemia”. Así titula la nota de La Nación del 25 de marzo.
Hace varios años que los trabajadores de la salud venimos siendo los olvidados, los hospitales tienen muchas falencias, nuestros sueldos son de miseria, pero los trabajadores del Posadas nos estamos preparando nuevamente para afrontar esta crisis. Más allá de los reconocimientos, necesitamos como primera medida el testeo masivo de todo el personal. Algo que está al alcance de la mano.
Al igual que los 5.700 trabajadores médicos, enfermeros y trabajadores de la salud que han contraído el virus a nivel mundial, sabemos que muchos de nosotros somos potenciales infectados. El estado debe minimizar esta posibilidad, ya que de no contar con una rápida detección del contagio, contradictoriamente los trabajadores podemos ser multiplicadores del virus. Podríamos ser portadores sanos, y ni siquiera saberlo. Lo mismo que los que manejan un colectivo o quienes te reciben con una sonrisa cuando vas a comprar algo. Es imprescindible que nos hagamos tests de antígenos de forma regular, no duelen, no contagian y valen mucho menos que una vida.
A los pacientes les dan un barbijo en el hospital, y no en el trayecto hasta él. Si presenta algunos antecedentes como venir del exterior, o contacto estrecho con alguien que dio positivo o si llega ya muy enfermo con las características de este virus; en esos casos sí hacen los estudios.
Sin embargo, el paciente puede consultar por otra cosa, no sentirse enfermo, pero tener Covid-19 y no saberlo hasta que la enfermedad se muestra en todo su esplendor, y ya sumamos muchos más los que nos contagiamos. No es culpa de quien se enferma, simplemente no lo sabe.
La OMS dice de forma un tanto desesperada en su página oficial. “La escasez de suministro (faltan guantes, mascarillas médicas, respiradores, gafas de seguridad, pantallas faciales, batas y delantales) hace que profesionales médicos, de enfermería y otros trabajadores de primera línea estén peligrosamente mal equipados para atender a los pacientes de Covid-19 como bien dijo el Director General de la OMS, el Dr. Tedros Adhanom Ghebreyesus.
La política de cuarentena determinada por el gobierno, busca en el mejor de los casos, enlentecer la proliferación del virus, evitando el vuelco masivo de pacientes enfermos, a los hospitales públicos. Ante esta situación, no hay manera de que el sistema público de salud de abasto, con menos de 10.000 respiradores. Lejísimo de los 25.000 que tiene Alemania, donde además tuvieron la política preventiva de testear masivamente a la población para determinar nichos de contagio y proceder a su aislamiento.
La realidad de la salud pública es crítica. Convivir con un faltante crónico de insumos, precarización que llega hasta la generalización de monotributos, un deterioro estructural de las condiciones de vida de nuestros pacientes y sus familias, que en muchos casos viven hacinados, sin acceso al agua ni a una vivienda, son foco de cultivo de un desarrollo de esta enfermedad.
Somos los trabajadores, junto a los pacientes los que sabemos realmente cuáles son nuestras necesidades, se debe poner todas las instalaciones y recurso existentes al servicio de asistir el avance de la pandemia. Como parte de un verdadero plan de Emergencia Sanitaria, tenemos que terminar con el negocio de la salud. En nuestro país proliferaron las clínicas privadas. Hay que terminar con eso y unificar la salud pública y privada al servicio del pueblo trabajador
La situación de los trabajadores de la salud en el mundo es muy grave, el 9% de los infectados de Italia (1800 aprox) tienen el virus, en Beijing fueron 700 y en España más de un 10% llegando casi a 5.700.
Estas cifras nos ubican a los trabajadores de la salud como uno de los principales focos de contagio, estamos en riesgo, y no hay ningún testeo preventivo. Tenemos que tener esa prioridad para cumplir con nuestra función tranquilos, sabiendo que no contagiamos.
En nuestro país podrían realizarse hasta 100.000 test de detección de coronavirus por mes. Ello costaría $ 400 millones, apenas el 0,2 % de lo que el Gobierno pagó en deuda por mes. Es una medida elemental porque cuando aparecen los síntomas ya es tarde y muchos van a tener que aislarse recargando de trabajo a sus compañeros.
La importancia de los testeos ya está demostrada en varios países del mundo, y avalada por la OMS. Si como dice La Nación, los trabajadores vamos a ser la “primer línea”, no solo sería importante cuidarnos y cuidar a nuestros pacientes, sino necesario.
En Italia, España y distintas ciudades de Argentina el pueblo desde los balcones nos aplaude a los trabajadores de la salud. El pueblo no se equivoca, saben que somos nosotros los que los atendemos y los cuidamos y arriesgamos nuestras propias vidas para salvarlos. Pero no somos héroes ni lo queremos serlo, somos nada más y nada menos que trabajadores comprometidos con la salud del pueblo.
Por eso cuando exigimos que nos hagan los tests en primer lugar; no lo hacemos por ningún privilegio, sino porque somos los más expuestos a contagiarnos y a contagiar a los pacientes. Por eso los tests tienen que ser una prioridad para los trabajadores de la salud.