Lunes 23 de marzo de 2015 10:08
De caelo et ejus mirabilibus et de inferno, ex auditis et visis (en español: Sobre el cielo y sus maravillas y sobre el infierno, de lo escuchado y visto) conocido comúnmente como Del cielo y del infierno, es una obra del científico y filósofo sueco Emanuel Swedenborg. La obra fue una inspiración para el célebre libro del pintor y poeta William Blake Matrimonio del Cielo y del infierno.
Sobre el infierno de lo escuchado y de lo visto. Cualquier kirchnerista que defienda lo hecho en estos 10 años en materia de derechos humanos quisiera desterrar esta frase, celebraría enviándola a lo más profundo del olvido o a lo más alto del cielo porque allí abajo, en el subterfugio de ese relato, están esos personajes que socavan por sí mismo esa farsa. Milani, Berni, Proyecto X, la SIDE, la AFI, Stiuso, son las tortugas que tiemblan al sostener ese cuento chino y que a su vez manejan ese infierno intocable de lo escuchado, de esa Inteligencia intacta con un poco de maquillaje, de ese polvo que no impide seguir espiando a quienes se rebelan al sistema y no impide la infiltración en los movimientos populares, obreros y combativos. Es Milani quien se mueve impoluto en ese subsuelo. Es Berni que aventurado en su helicóptero lo acompaña desde arriba y es Balbuena (Infiltrado en la Agencia Rodolfo Walsh) quien eufórico se ríe en la oscuridad.
El personaje que creó brillantemente Fedor Dostoyesvski exclama en un pasaje de Memorias del Subsuelo:
Por otra parte, ¿saben ustedes lo que les digo? Que estoy persuadido de que nosotros, los hombres del subsuelo, debemos estar atraillados. El hombre del subsuelo es capaz de permanecer silencioso en su cobijo durante cuarenta años; pero si sale del subsuelo, empieza a hablar, y ya no hay modo de detenerlo.
Es por eso que desde La Caja Roja a casi 4 décadas del golpe de estado de marzo de 1976 convocamos a ilustradores y artistas en general para que envíen sus obras y de esta manera, con el arte y en las calles, arranquemos, arrastremos, a esos personajes subterráneos, al silencio que los rodea y a la impunidad que los ampara a la superficie de la verdad, la memoria y la justicia.