La máxima autoridad del partido renunció luego de una filtración de emails. Hillary Clinton llega a la nominación oficial en medio del escándalo. Crece la bronca de votantes de Bernie Sanders.
Celeste Murillo @rompe_teclas
Lunes 25 de julio de 2016 11:12
Fotografía: EFE
La presidenta del Comité Nacional Demócrata (CND) debió renunciar el domingo. Debbie Wasserman Schultz se vio comprometida en la filtración de 19 mil correos electrónicos el viernes 22 en la página WikiLeaks, que reveló que los funcionarios de la dirección discutieron formas de dañar la campaña del senador por Vermont Bernie Sanders.
La renuncia de Wasserman Shcultz llega en el peor momento, cuando Hillary Clinton se prepara para aceptar la nominación y encolumnar al partido detrás de su candidatura. Para Clinton y el partido es vital contar con el apoyo de la base de Bernie Sanders para ganar en noviembre.
Para muchos votantes de Sanders, la filtración de los emails solo confirma sus sospechas de que el establishment demócrata actuó en contra del candidato adoptado por la juventud como vocero de su descontento, que sorprendió con una amplia campaña que rompió récords en recaudación de fondos y le presentó una dura competencia a la favorita del partido.
Aunque Sanders ya dio su apoyo oficial a Clinton y mantuvo un perfil bajo con respecto a la publicación de los emails, es imposible asegurar hoy qué repercusiones tendrá este hecho en una convención donde una parte importante de los delegados no lleva el mandato de votar por Clinton.
Un escándalo anunciado
Esta filtración no es la primera. A fines de junio, el mismo hacker que se adjudica la reciente publicación en Wikileaks había filtrado documentos del DNC en los que se discutían cómo manipular a los periodistas, y se ve una clara preferencia por Hillary Clinton en plenas primarias (en mayo de 2015 ya anunciaban su triunfo y alentaban a preparar la elección general).
En la misma filtración se recordaba la eliminación de las trabas para que los lobistas aporten financieramente al partido. Las restricciones, establecidas por Barack Obama en 2008, fueron eliminadas por la diputada Debbie Wasserman, la misma que renunciará al Comité Nacional Demócrata (dirección del partido) luego de la convención.
En febrero de 2016, el diario Washington Post había publicado que, “la reversión absoluta de la prohibición previa de donaciones de lobistas y comités de acción fue confirmada por tres lobistas demócratas que dijeron haber recibido solicitudes del Comité”. Esa denuncia se amplificó en voces críticas como la del periodista Shaun King, activista contra el racismo y la brutalidad policial, parte de Black Lives Matter, que convocó a los seguidores de Bernie Sanders a abandonar el partido demócrata por considerarlo irreformable.
Te puede interesar: Clinton y Trump: dos candidatos impopulares rodeados de escándalos.
Un arranque deslucido para Clinton
En un comunicado, la presidenta del CND, Debbie Wasserman Schultz, dijo que la mejor manera de que el partido lograra su meta de llevar a Clinton a la Casa Blanca era que ella renunciara. La renuncia, aunque calmará los ánimos, es un golpe partido y especialmente para Clinton que debe proyectar estabilidad y confianza.
Bernie Sanders ya había pedido anteriormente en el día su renuncia. El senador dijo que Wasserman Schultz había tomado la decisión correcta para el futuro del Partido Demócrata. “La dirección del partido siempre debe permanecer imparcial en el proceso de nominación presidencial, algo que no ocurrió durante la campaña”. Una vez más, Sanders depositó más expectativas en la reforma de un partido irreformable, que mostró que sus lazos con Wall Street y las grandes empresas permanecerán intactos a pesar del descontento en la base demócrata.
Sin embargo, el partido y la propia Clinton hicieron acuse de recibo de algunas demandas de los millones de jóvenes que motorizaron, financiaron y militaron la campaña de Sanders. Muestra de ello es la inclusión del problema de la deuda estudiantil en la plataforma y la eliminación de los superdelegados. De hecho, se esperaba asegurar la moción para ya no utilizar ese mecanismo en las elecciones de 2020.
Poco después de la victoria de Clinton en las primarias, se conoció una encuesta que indicaba que solo la mitad de los votantes de Sanders ya había decidido apoyarla en las elecciones generales. Sin embargo, la nominación oficial de Donald Trump y su discurso en la convención republicana hacen crecer una gran “campaña del miedo” para votar a Clinton como mal menor. Y Clinton apuesta a que ese porcentaje crezca y a ganar mayor apoyo entre los votantes de centro, inclusive sectores republicanos temerosos de la dirección que tomaría el país en una potencial presidencia de Trump.
Te puedo interesar: Trump es el candidato.
¿Será suficiente el fantasma de Trump para que Clinton se vuelva lo suficientemente atractiva? Por el momento, el impacto del discurso del candidato de “la ley y el orden” beneficia a los republicanos, que se ubicaron mejor en varios estados peleados. Pero ningún resultado está asegurado.
Como sucedió en Cleveland con los republicanos, la convención de Filadelfia será un adelanto de la campaña demócrata. Al escándalo que ya marca el clima del evento que nominará a Clinton, se esperan protestas y acciones fuera del estadio. Desde el domingo, partidarios de Bernie Sanders, organizaciones de izquierda y movimientos sociales realizan acciones.
Un vicepresidente que ¿suma o resta?
Hillary Clinton confirmó los rumores y designó el viernes al senador por Virginia Tim Kaine como candidato a la vicepresidencia. Kaine era el nombre más destacado en una lista de media docena de demócratas bien posicionados, como la senadora progresista por Massachusetts, Elizabeth Warren, o el secretario de Trabajo, Thomas Pérez.
Contra las expectativas de los sectores progresistas que soñaban con una boleta 100 % femenina, con Warren como vice, Clinton optó finalmente por una alternativa de centro, para apuntalar su candidatura. Kaine es señalado como un demócrata con llegada a los latinos, habla castellano y es popular en su estado (importante electoralmente).
Clinton aspira a que Kaine fortalezca la fórmula con su perfil amable pero estricto en temas que preocupan a la base demócrata e importantes sectores de la población como el control de armas. Como gobernador, Kaine promovió un control de armas estricto después del tiroteo en la Universidad Virginia Tech, que dejó 32 muertos, y se enfrentó con la oposición de la poderosa Asociación Nacional del Rifle (NRA, por sus siglas en inglés).
Pero los sectores de base progresista, a quienes Clinton necesita para ganar las elecciones, no recibieron positivamente la candidatura de Kaine. Como gobernador, a pesar de su “oposición moral” (según sus palabras) Kaine permitió que se lleven a cabo 11 ejecuciones por la aplicación de la pena de muerte. Apoyó el tratado de libre comercio y sus relaciones con Wall Street y las grandes empresas siempre han sido ambles.
Uno de los puntos más molestos, incluso para sectores de la base de la propia Hillary, es la oposición de Kaine al derecho al aborto. “¿Es Clinton progresista? No si elige a Tim Kaine”, es fue la respuesta de la defensora de los derechos reproductivos Jodi Jacobson. Kaine no se opone formalmente al aborto, no lo apoya personalmente por motivos religiosos. A pesar de esto y aunque trató de cultivar una imagen amigable con los derechos de las mujeres, se le reconoce participación en la ley que obliga a las mujeres que desean interrumpir su embarazo a una ecografía y ultrasonido (en el que se escucha el latido del feto), médicamente innecesarios. En esa instancia, se le brinda a la mujer información sobre “alternativas” como la adopción y las consecuencias en la salud que, según organizaciones que defienden los derechos reproductivos, son una manipulación.
Celeste Murillo
Columnista de cultura y géneros en el programa de radio El Círculo Rojo.