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Red Internacional
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Universidad. La rectora de la UAM amenaza a estudiantes con la ley mordaza universitaria por manifestarse contra la extrema derecha

La UAM ampara mítines de la extrema derecha mientras amenaza a quienes protestan con la Ley de Convivencia Universitaria, que pueden traducirse incluso en la expulsión de dichos estudiantes de la universidad durante varios meses.

Domingo 27 de febrero de 2022

El pasado miércoles, decenas de estudiantes de la UAM intervenimos en el foro de empresas que se realiza todos los años con pancartas y al grito de “Fuera la extrema derecha y las empresas de la universidad”. ¿El motivo? La presencia de representantes de la extrema derecha de VOX, junto al PP y el PSOE, algunos de los partidos políticos con mayor vinculación con el IBEX-35.

Es intolerable que la universidad ampare a la extrema derecha y que permita que hagan mítines en la universidad mientras los estudiantes no tenemos ni voz ni voto, como se refleja en la organización de los órganos de gobierno de la universidad, pese a ser la mayor parte de la comunidad universitaria.

La acción estudiantil pacífica de rechazo a la entrada de los reaccionarios racistas y machistas de VOX en la universidad está siendo muy criticada por parte de Rectorado, algunos representantes de los partidos de la derecha y de grupos de extrema derecha filonazis que han subido sus quejas a las redes sociales. La propia rectora ha mandado un comunicado a toda la comunidad universitaria amenazando a quienes participaron de la protesta con aplicarles sanciones equivalentes a faltas graves según la Ley de Convivencia Universitaria, que pueden traducirse incluso en la expulsión de dichos estudiantes de la universidad durante varios meses.

Esta ley es una de las que el ex ministro de universidades de Unidas Podemos, Manuel Castells, quiso aprobar el cuatrimestre pasado, y la única que logró aprobar finalmente. En su momento ya denunciamos que se trata de una Ley Mordaza Universitaria que tiene el potencial de criminalizar toda protesta que el rectorado considere disruptiva: pasaclases, escraches, manifestaciones…

Además, no es el único ataque que este equipo rectoral está llevando adelante contra el movimiento estudiantil. Los locales de las asociaciones se encuentran clausurados, las charlas son amenazadas con la cancelación por “motivos COVID” (pese a que en las clases se respeta muchísimo menos la distancia de seguridad como la propia vicerrectora nos confesó). Los intentos de desmovilizarnos vienen de más lejos: durante el curso pasado la Facultad de Filosofía quiso censurar un acto contra la monarquía y cuando lo denunciamos el gerente de la facultad (simpatizante de VOX como se ve en sus redes) acusó a una compañera de borracha y drogadicta, solo por protestar ante la censura.

La Ley Mordaza de Castells es solo la punta del iceberg del entramado que la universidad utiliza para reprimirnos, y nos afecta a todas. Por eso pedimos la solidaridad de los y las estudiantes, estén organizados en asociaciones o no, y la del resto de la comunidad universitaria: las protestas no deben ser ilegales. Es un atropello a los derechos de todos y todas y una pendiente resbaladiza hacia un modelo de universidad donde los y las estudiantes no pintamos nada ni decidimos nada, y donde los intereses que priman no son los nuestros, sino los de las grandes empresas.

Grandes empresas como las que participan en el foro de la UAM año tras año, algunas de las cuales tienen ya tratos con la universidad. Este es el caso del banco Santander, que además de tener un puesto en los órganos de gobierno de la universidad (como el Consejo Social, donde la rectora y algunos empresarios deciden qué estudiamos y cuánto nos cuesta) tiene oficinas, cajeros y hasta tratos para abrir una cuenta a estudiantes de nuevo ingreso con el carnet de estudiante. Otros ejemplos son Acciona, que además de ser una multinacional muy contaminante, lleva años ejecutando despidos y EREs a discreción a sus trabajadores.

Desde las agrupaciones de Contracorriente y Pan y Rosas denunciamos el modelo de universidad neoliberal impuesto por gobiernos de derecha, pero también supuestamente “progresistas”, que pretenden convertirnos en mano de obra barata para las grandes empresas. La universidad debería ser mucho más que eso: un lugar donde quepa toda crítica, y donde generemos un conocimiento socialmente útil y no un escaparate para estas empresas y los partidos políticos que velan por sus intereses, al tiempo que pretenden recortar nuestros derechos.