Por medio de un tweet, Gabriel Quadri defendió el golpe de Estado del dictador Augusto Pinochet, que en Chile provocó miles de muertos.

Óscar Fernández @OscarFdz94
Viernes 17 de septiembre de 2021
Ya para este punto no es de extrañar que Gabriel Quadri, abanderado declarado de la oposición neoliberal de la coalición PRI-PAN-PRD, enarbola un discurso que representa perfectamente lo que piensa la clase dominante mexicana. En esta ocasión, Quadri nuevamente demostró que efectivamente se puede caer más bajo.
Para profundizar: Los dichos más discriminatorios de Gabriel Quadri
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En un tweet fechado el pasado 11 de septiembre, con motivo del aniversario del golpe de Estado en Chile de 1973, Quadri se posicionó a favor de la dictadura de Pinochet que asesinó y desapareció a miles de personas, violando derechos humanos bajo las órdenes de Estados Unidos. Pero el contenido de su tweet está plagado de falsedades donde tácitamente indica que la mejor opción para Chile no era el gobierno electo de Allende, sino lo que le siguió después: la dictadura cuya constitución hoy continúa vigente y que miles repudiaron en las calles en un proceso que terminó desviado en la Convención Constitucional.
Salvador Allende trató de imponer el comunismo en Chile con el 35% de los votos. Violó la Constitución. Provocó una terrible crisis económica y social. Trajo al dictador Castro a gobernar Chile durante un mes. Abrió la puerta a un sangriento golpe de Estado. Después se suicidó...
— Gabriel Quadri (@g_quadri) September 11, 2021
Empecemos por señalar que en ningún momento el gobierno de Allende intentó imponer el comunismo, como desarrollaremos a lo largo de esta nota. Si bien efectivamente tuvo el 35% de votos, Allende fue el candidato más votado en la elección, resultado que para el supuesto demócrata de Quadri es incómodo.
Y no sólo eso, sino que la derecha chilena, mucho antes de recurrir al golpe en 1973, de todas maneras intentó impedir que Allende fuera investido como presidente, o lo que es lo mismo: intentaron a través de medidas por fuera de la ley que el presidente fuera quienes ellos querían y no el que había sido elegido por mayoría en las elecciones. Fraude, le suelen llamar.
De ejemplo está el asesinato del Gral. René Schenider a manos de bandas derechistas. Schneider era un personaje del ejército chileno cuyas posiciones constitucionalistas eran reconocidas y ante lo cual era clave eliminar, puesto que no podía tolerarse la presencia de un alto mando que fuera leal a la ley chilena (y por tanto, al presidente), en especial cuando varios otros comandantes de las FF.AA. estaban más que dispuestos (como efectivamente lo demostraron más tarde) a violar la constitución para imponer un golpe de Estado.
Los cordones industriales y el control obrero de la producción
El segundo elemento a tratar es el de la supuesta crisis económica que provocó Allende. Si bien su programa político en realidad era más cercano a un programa de desarrollismo burgués, Allende se tuvo que enfrentar al constante hostigamiento del empresariado chileno.
Esto estalló en 1972, cuando los empresarios realizaron diversos actos de sabotaje económico. El más significativo fue el paro de camioneros de octubre de 1972, donde el gremio de transportes, dirigido en sus sindicatos por el Partido Demócrata Cristiano, se fue a huelga contra el gobierno de Allende.
Los efectos fueron inmediatos, pues se dejó de abastecer de recursos a las ciudades. Los camiones transportaban los víveres como comida y materiales de subsistencia a las concentraciones urbanas, pero su huelga ponía en efecto un freno a la actividad cotidiana con el agravante de que podían literalmente matar de hambre a la población.
"Ante este ataque, la clase trabajadora emprendió inmediatamente una acción que marcó la historia: la creación de los Cordones Industriales, junto a la formación de las Juntas de Abastecimientos y Precios (JAP) y los Cordones Comunales", como escriben nuestros compañeros de La Izquierda Diario Chile. Las JAP se volvieron los centros donde los habitantes iban a conseguir sus insumos vitales mientras la patronal mantenía en paro al transporte, a la vez que se tuvo que hacer uso de transportes de carga de construcciones y de otros gremios para abastecer a las ciudades.
Simultáneamente, el imperialismo estadounidense continuaba conspirando junto a sus lacayos chilenos para frenar el proceso que Allende, aunque de forma distorsionada, expresaba. Los cables del Departamento de Estado y las directrices del criminal de guerra Henry Kissinger dieron claras instrucciones a los subordinados chilenos de que había que "hacer chillar" a la economía chilena.
Por su parte, Allende permitió la visita de Fidel Castro a Chile. Algo que, por si había necesidad de aclarar, se trató de una visita de Estado, no un aval de que el cubano gobernara un mes el país andino, como sugiere Quadri. Más cínico resulta si recordamos que entre los que integran la coalición que abandera está el PRI, quien permitió la visita de Trump como invitado del Estado mexicano cuando todavía era candidato y aún no había sido siquiera elegido en el antidemocrático régimen electoral estadounidense.
El papel de Allende ante el golpe
Tristemente, la única parte verídica que hay en el tweet de Quadri es que Allende sí abrió el camino al golpe de Estado de Pinochet. Pero no lo hizo por una mala gestión de su gobierno, sino, precisamente, por intentar cumplir con la constitución burguesa de Chile.
Las constantes maniobras de Allende por calmar las aguas ante la patronal chilena y el Partido Demócrata Cristiano lo llevaron a aprobar el plan Prats-Millas, nombrado así por la participación del Gral. Prats y Orlando Millas, miembro del Partido Comunista Chileno. En él, se decretaba la devolución de más de 100 empresas que habían sido ocupadas por sus trabajadores y puestas a producir bajo control obrero.
Es decir que, mientras los trabajadores avanzaban en poner en marcha la economía de su país frente a los ataques del empresariado y el sabotaje económico instigado por Estados Unidos, mientras organizaban de forma más democrática la economía a través de los cordones industriales y las JAP, el gobierno de Allende les decía que no, que había que conceder posiciones a la derecha, frenar el control obrero de la producción, devolverles las fábricas, etc.
A la vez, Allende aprobó la Ley de Control de Armas, con la cual desarmó a los trabajadores chilenos que en varias ocasiones habían tomado las armerías del ejército para defenderse de los atentados terroristas del grupo Patria y Libertad. Con las requisiciones, los militares chilenos adquirieron valiosa información de inteligencia de cómo era el interior de las fábricas y quiénes eran sus principales dirigentes.
Desarmados y con las direcciones tanto de los partidos Socialista y Comunista impulsando a que los trabajadores no confiaran en sus fuerzas, sino en Allende y su gobierno, apoyando las políticas que claudicaban ante la derecha, los trabajadores se encontraron encajonados y sin escapatoria; la derecha intentó un ensayo con el llamado "tanquetazo" en junio de 1973, haciendo una especie de "tiro de reglaje" para ajustar y ver qué respuesta tendrían los trabajadores chilenos y Allende. En un último esfuerzo, una semana antes del criminal golpe de Estado, los cordones industriales enviaron una carta a Allende, donde le recriminan ceder ante la presión de la derecha y no llevar adelante el programa por el cual lo habían votado.
Es decir que los cordones industriales le reclamaban a Allende precisamente no realizar políticas que atacaran la propiedad privada de los capitalistas; le reclamaban no desarrollar el poder popular que llevara a Chile al socialismo en camino de instaurar una sociedad sin explotados ni explotadores. Fue por querer seguir la legalidad de la constitución burguesa de Chile que Allende fue derrocado en un golpe de Estado en un país que hasta ese momento era la democracia más longeva de América Latina. Fue el querer confiar en las instituciones del capitalismo y sus fuerzas armadas lo que terminó por jugarle en contra al gobierno de la Unidad Popular.
Ante ello es importante sacar lecciones, tanto para aprender de los procesos de lucha en otros países, en los cuales los trabajadores de México pueden aprender muchísimo, a la vez que desmentimos por completo los comentarios de Quadri y políticos semejantes que tienen pavor de que los trabajadores de América Latina se hermanen y tomen en sus manos el control de la producción, las fábricas y el conjunto de la economía para producir en favor de las necesidades de la sociedad y no de la oferta y demanda y sed de ganancia de los capitalistas.

Óscar Fernández
Politólogo - Universidad Iberoamericana