La toma de posesión de los nuevos cargos en el Tribunal Supremo Electoral (TSE) junto a la nominación de los restantes vocales de los Tribunales Departamentales Electorales y la prórroga en sus funciones tanto de la autoproclamada presidenta Áñez como gobernadores y asambleístas nacionales y departamentales está inaugurando un nuevo momento político en la consolidación del régimen golpista.
Lunes 23 de diciembre de 2019 14:00
Foto: @TSEBolivia (Juramento de los nuevos vocales en los tribunales electorales departamentales de las nueve regiones del país)
En declaraciones públicas de diversos personeros de la Asamblea Legislativa Plurinacional (ALP) se prevé que las elecciones nacionales ya no serían a mediados de marzo como había informado Salvador Romero, presidente del TSE, sino los primeros días del mes de mayo del 2020.
Las últimas horas de selección y nominación de los vocales departamentales estuvo antecedida de manifestaciones de violencia por parte de los grupos paraestatales como la Resistencia Juvenil Cochala quienes al amparo de la protección policial y la legitimación estatal -como la entrega de 15 motos nuevas por parte de Áñez la semana pasada a estos grupos semifascistas- se dedicaron a hostigar y amenazar a la Defensoría del Pueblo Departamental y a manifestantes afines al MAS que se encontraban en vigilia en puertas de las oficinas de la asamblea legislativa de Cochabamba.
Sin embargo lo verdaderamente preocupante de esta consolidación del nuevo régimen encabezado por Áñez y avalado por Eva Copa y todos los parlamentarios del MAS, es que en las últimas horas y de manera extraoficial se generalizó el rumor de que desde el Órgano Electoral Plurinacional (OEP) se estaría discutiendo la posibilidad de proscribir la participación del MAS en las próximas elecciones, rumores que salieron a la luz a través de la agencia informativa Telesur, que en horas de la noche de ayer domingo denunció esta grave posibilidad.
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De confirmarse este extremo, estaríamos en presencia de un endurecimiento mayor del golpismo, buscando unas elecciones a “medida” de los partidos opositores, y evitando la posibilidad cierta de un triunfo del MAS en primera o en segunda vuelta. Lo que viene preocupando al autoproclamado gobierno de Áñez y de toda la derecha política, desde Carlos Mesa hasta los semifachos de Camacho y Pumari, es que la fragmentación de la derecha, puede permitir un fácil triunfo del MAS, partido que pese a no haber definido candidatos todavía, lleva ventaja en la encuestas.
Una eventual proscripción del partido mayoritario del país, y que además cuenta con el respaldo de la gran mayoría del mundo indígena y de los sectores campesinos y obreros, significaría un salto en el carácter golpista del nuevo régimen, al intentar mantener formas institucionales democráticas mientras se impide la participación política electoral del partido mayoritario y al cual respalda casi la mitad de la población. Una medida semejante, solo podría ser sostenida mediante un salto en la represión estatal y en la persecución política de la vanguardia y el activismo que hoy se opone al golpe. No por casualidad, los rumores de un eventual ingreso de tropas militares a la región del Chapare informada por el diario La Razón, no ha sido desmentida por ninguna autoridad del llamado "gobierno de transición", lo que hace temer nuevos baños de sangre a días de finalizar el año.