La rosca universitaria decreta el fin de la universidad reformista.
Sábado 20 de agosto de 2016
Fotografía: UNLP
¡La Reforma ha muerto! !Viva la reforma!
La Universidad pública está atravesando una crisis de identidad. Como caso particular, la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) está siendo destruida desde dentro, por quienes hoy la gestionan (encabezados por una alianza entre el kirchnerismo y Cambiemos/UCR-PRO). Este proceso se manifiesta en todos sus aspectos pero particularmente en un proceso que ha sido consustancial con su tradición reformista: los concursos docentes.
De manera creciente se percibe la manipulación del mecanismo conformado para garantizar la transparencia y justicia en el proceso de selección de docentes. Esto es evidente en todas las unidades académicas (Facultades) pero recientemente la Facultad de Trabajo Social se ha convertido en la estrella del manoseo de la selección de profesores, ya que se encuentra atravesando un ciclo de concursos enmarcados en el nuevo plan de estudios aprobado el año pasado.
La impunidad demostrada por las autoridades de esa Facultad (incluidos la mayoría de los integrantes del Consejo Directivo), el manejo con arbitrariedad manifiesta por parte de los Jurados de los concursos, y la complicidad de las autoridades de la Universidad y de buena parte de quienes son parte del co-gobierno universitario (Consejeros Superiores) han dado la nota en estos días.
Para muestra sobra un botón
Flores robadas. Concurso para cubrir el cargo de profesor titular en una nueva asignatura. Dos contendientes principales. El caballo del comisario: Contador sin título de posgrado o especialización, sin publicaciones relevantes, sin dirección de proyectos de investigación o extensión, sin formación de tesistas ni becarios. El contendiente: Licenciado en Economía, con Maestría y doble Doctorado, profesor de la Universidad e investigador del CONICET, decenas de publicaciones científicas, dirección de varios proyectos de investigación y extensión, tesistas, becarios, premiado por la UNLP por su desempeño excepcional. Ganador: el Contador; el Jurado desvaloriza o ignora completamente los antecedentes y títulos del otro concursante. Mérito del ‘ganador’: ser amigo de uno de los Jurados, con quien ‘trabaja’ en la Facultad de Periodismo y Comunicación Social; además, pertenecen al mismo espacio político que la gestión de la Facultad de Trabajo Social.
Un ejemplo de una multiplicidad. Ejemplo de la forma en que se maneja la gestión actual de esa Facultad pero que opera como regla general en la UNLP. Privilegiar a los amigos (a los ‘del palo’) y desvalorizar el trabajo de los concursantes que no lo son, es la norma. Decimos ‘trabajo’ y no ‘mérito’ pues más allá de las formalidades, estos procedimientos amañados, mal paridos, privilegian la mediocridad de los socios políticos, dando por tierra con el esfuerzo y logros de quienes si dedican su tiempo a trabajar en la Universidad. Esto pone en juego no sólo el trabajo de quienes priorizan ser mejores en lo que hacen, sino que a la vez desprecian al conjunto de la Universidad, que construye una planta docente donde parece más valioso ser obsecuente con el poder de turno que ser un docente digno e integral en la comunidad universitaria.
El triunfo de la rosca y la desaparición de la política de (y de los) principios
Estos procedimientos injustos e irregulares son legión en la Universidad. Son posibles por la impunidad con que se manejan las autoridades de las distintas Facultades y sus aliados políticos en los Consejos Directivos y los Jurados de los concursos. A la vez, estas modalidades se reproducen en las distintas instancias del gobierno universitario.
La Asesoría Letrada de la UNLP y su cuerpo de ‘doctores’ opera como legitimador de la trampa y el chanchullo, avalando con total desparpajo las arbitrariedades cometidas. Luego, en las comisiones del Consejo Superior y su pleno, la mayor parte de sus integrantes (representantes de todas las Facultades y de los distintos estamentos -docentes, graduados, estudiantes y no docentes-) refrendan casi sin debate los expedientes más turbios. Nadie quiere sacar los pies del plato, pues todos tienen sus propios negocios y entuertos.
Los distintos estamentos, particularmente docentes y estudiantes, manejan el co-gobierno universitario como espacio para la ‘rosca’ y el acuerdo por detrás, abandonando la política (que es, por definición, política de/con principios) por una forma de construcción de poder basada en el ‘toma y daca’ en el cual cada uno rasca la espalda del otro. Casi sin distinción de banderías políticas, kirchneristas, radicales, liberales, PRO/Cambiemos, conservadores, progresistas, aún algunos que se dicen ‘de izquierda’, todos usan la universidad como si fuera su propio patio trasero.
El fin de la reforma, por una revolución en la universidad
La universidad reformista está muerta. Lo que tenemos hoy en día es sólo un espectro de lo que supo ser alguna vez (tal vez nunca en la realidad pero si en el espíritu). Ese espíritu de universidad democrática (cogobernada), ‘por la Ciencia y por la Patria’ (como reza el escudo de la UNLP) ya no es más. Sus propios integrantes la destruyen día a día, con sus manejos espurios, con su arbitrario desempeño, con su mediocridad.
Ha llegado la hora (hace rato) de revolucionar la universidad que tenemos, para construir la universidad que necesitamos. Un universidad para el Pueblo, pluralista y democrática (con participación protagónica y equitativa de sus miembros), que co-produzca conocimientos con/en el Pueblo con su intervención activa.
Esa universidad necesita de una revolución integral que deberá venir de su propio seno. Una revolución que vendrá sin dudas porque si no, la universidad será atropellada por la realidad. Será una revolución a destiempo, como siempre, pero con la urgencia de lo indispensable.
Por Mariano Féliz
Dr. en Economía y Dr. en Ciencias Sociales. Profesor UNLP. Investigador CONICET. Integrante de COMUNA (Colectiva en Movimiento por una Universidad Nuestramericana)
Agosto de 2016