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Red Internacional
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Análisis. Condena al Chapo: show que no cambia nada en la guerra contra el narcotráfico

Silencios que gritan complicidad. La administración Trump no toca el negocio del tráfico de drogas y de armas.

Jueves 14 de febrero de 2019

Bajó el telón, con apelación de la defensa de Joaquín Guzmán Loera o sin ella. El espectáculo tuvo más éxito en el exterior que en México. El Chapo encarna la podredumbre de la clase política –el PRI, el PAN y el PRD– que estuvo por décadas en el poder.

El Chapo Guzmán, Peña Nieto y el manto de impunidad en México

Su caída está signada por la debacle de los partidos patronales tradicionales, ampliamente repudiados en las elecciones de julio de 2018 que llevaron al poder a Andrés Manuel López Obrador, del Morena.

Éste afirmó en una de sus conferencias de prensa matutinas que la guerra contra el narcotráfico había terminado. Y el enemigo interno oficial pasó a ser el robo de combustible, antes y después de la tragedia de Tlahuelilpan, Hidalgo.

Pero nada más lejos de la realidad. El proyecto de la Guardia Nacional sigue adelante, viento en popa, como el nuevo envase de una militarización que parece dispuesto a perpetuar. Un despliegue de las fuerzas represivas a lo largo y ancho del territorio que se puso en marcha desde los lejanos días del gobierno del panista Felipe Calderón.

Las consecuencias hacen ebullición con cada nueva fosa clandestina que se descubre.

Pero no hay paladas de tierra suficiente para ocultar los cientos de miles de ejecuciones, de desapariciones forzadas, de torturas, de familias obligadas a abandonar su tierra, de feminicidios. Perpetrados por militares, marinos, policías y sus socios del crimen organizado, como se evidenció en la masacre de Iguala y la desaparición forzada de los 43 normalistas de Ayotzinapa en 2014.

La guerra contra el narcotráfico, una estrategia de seguridad fallida implementada en Colombia y en México y ordenada desde Washington, continúa, a pesar de las afirmaciones de López Obrador.

Caído el Chapo, la militarización sigue

En el periódico británico The Guardian Ed Vulliamy interroga “¿Cambiará algo la condena de El Chapo en el tráfico de drogas?” Y responde que aunque se señala al líder del cártel de Sinaloa como el responsable de crímenes innumerables, desde su última detención, el tráfico de drogas se expande.

“La producción de coca, la materia prima de la cocaína, se ha disparado: en 2017 se utilizaron 171,000 hectáreas para cultivar coca en Colombia, 25,000 hectáreas (17%) más que el año anterior. Las cifras provisionales para 2018 sugieren un aumento adicional a niveles récord; la mayoría de la cocaína colombiana es enviada por los carteles mexicanos y sus socios a los Estados Unidos y Europa” sostiene el artículo.

Apunta también que se mantiene muy alto el consumo de cocaína y que se disparan también la distribución y el consumo de metanfetamina y drogas sintéticas. En cuanto a México, cita el reporte de la secretaría de Gobernación, donde se indicó que sólo durante los primeros nueve meses de 2018 subió en 18% respecto al mismo período de 2017.

Cuando el poder le soltó la mano al Chapo, fue como cortar la cabeza de la hidra. Surgieron muchos más cárteles, algunos más pequeños, pero no menos violentos. Remarca The Guardian el peso que ha cobrado el cártel Jalisco Nueva Generación y que los Zetas aún mantienen el control de las costas noreste y oeste y del cruce entre Nuevo Laredo y Laredo, Texas.

Y mientras se sucedían las audiencias en Brooklyn, representantes de la “honorable” banca privada internacional, concretamente el HSBC y el Wachovia Bank, lavaron y lavan los millones de dólares provenientes del tráfico de drogas, de armas y de personas. Aunque se llevaron esos casos a los tribunales, sólo recibieron “amonestaciones”. Otra muestra de cómo opera la justicia de los ricos y los poderosos.

Por su parte, Kate Linthicum, del L.A. Times, sostiene una visión similar “Es probable que "El Chapo" vaya a prisión por el resto de su vida. Pero eso no hará a México más seguro”.

Linthicum destaca “Los estadounidenses pueden haberse sorprendido al escuchar acusaciones de que Guzmán y sus asociados pagaron sobornos a personas en casi todos los niveles del gobierno mexicano, pero esas no son exactamente revelaciones en México, donde la mayoría de la gente da por sentado que existe tal corrupción.”

Durante el juicio al Chapo, el trasiego de drogas por miles de kilómetros bajo las narices de las autoridades estadounidenses no se mencionó, señala Jorge Zepeda Patterson, director de Sin Embargo.mx y columnista de El País.

“El cliché convierte a los capos en origen y explicación del tráfico de drogas, cuando en realidad no son más que el instrumento al que recurre la realidad para satisfacer una necesidad, el consumo, expresado en una derrama descomunal cifrada entre 20.000 y 40.000 millones anuales de dólares, según la fuente que se utilice” explica Zepeda.

Mientras Trump vomita veneno xenofóbico contra los trabajadores migrantes que buscan llegar a Estados Unidos en busca de una vida mejor, la realidad es que a través de la frontera estadounidense los bultos de cocaína y de pasta para heroína tienen el paso libre, al contrario de la brutalidad que las autoridades migratorias estadounidenses despliegan contra niños, mujeres y hombres provenientes de Centroamérica y México que huyen de la miseria y la violencia que imperan en sus lugares de origen.

El show del juicio terminó. El glamour y los focos de la televisión dejan al Chapo solo. Pero la militarización y las actividades de la economía capitalista “ilegal” que tantas vidas cuesta al pueblo mexicano quedaron intactas.