El represor, exmiembro de la Policía Federal e integrante del grupo de tareas 3.3.2 de la ESMA fue encontrado culpable del delito de "prohibición ilegítima de la libertad agravada por su condición de funcionario público", por el secuestro y la desaparición del estudiante de arquitectura y militante de la Juventud Universitaria Peronista (JUP), Hernán Abriata, durante la última dictadura cívico-militar-eclesiástica.
Gloria Pagés @Gloria_Pages
Jueves 22 de diciembre de 2022 09:47
Foto: Télam
Este miércoles, el Tribunal Oral Federal nro 5 condenó a 15 años de prisión al expolicía de la Federal durante la dictadura cívico-militar-eclesiástica. En el veredicto, los jueces indicaron que "Se resuelve condenar a Mario Alfredo Sandoval a 15 años de prisión e inhabilitación absoluta por ser considerado autor penalmente responsable de los delitos de privación ilegítima de la libertad, agravada por su condición de funcionario público y por la imposición de tormentos en perjuicio de un perseguido político".
Hernán Abriata fue secuestrado a los 24 años el 30 de octubre de 1976 por una patota del grupo de tareas de la ESMA en departamento del barrio porteño de Colegiales, donde vivía donde vivía con su compañera, Mónica Dittmar. Fue visto por última vez en el Centro Clandestino de Detención que funcionó en la ESMA.
El represor es juzgado a casi 40 años de la caída de la dictadura y solo por una víctima. Es que el entramado de impunidad que se tejió a su alrededor permitió que Sandoval se refugiara en Francia entre 1989 y 2019 donde llegó a ser consejero del expresidente Nicolás Sarkozy. La actuación de Sandoval en la Policía Federal y en el Centro Clandestino de Detención de la ESMA lo vincula a numerosos crímenes cometidos durante la dictadura cívico militar, sin embargo, Francia concedió la extradición sólo por los hechos que tuvieron como víctima a Abriata.
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La fiscalía y la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación habían pedido 20 años de prisión, mientras que querellas como la del CELS y la de KAOS solicitaron 21. En tanto que las querellas Walsh-Lordkipanidse-Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos enmarcaron el pedido de condena en la figura de genocidio y pidieron prisión perpetua para el represor. Ante la negativa del Tribunal de condenar por ese delito, las querellas junto a familiares de Abriata y sobrevivientes de la ESMA van a seguir insistiendo en que el secuestro y la desaparición del joven militante configuraron un crimen que fue parte del genocidio que tuvo lugar en nuestro país.
El Tribunal finalmente condenaría por solo 15 años, por crímenes de lesa humanidad, y decidió no tomar en cuenta la figura de genocidio, que es la que engloba la totalidad de los crímenes de lesa humanidad como parte de un plan sistemático para aniquilar a una generación de luchadores trabajadores, estudiantes, intelectuales, militantes y llama por su nombre a quienes fueron parte: genocidas.
Sandoval, que se encuentra alojado en la Unidad N° 34 del Servicio Penitenciario Federal de Campo de Mayo, donde cumplirá su condena, durante su alegato negó haber sido quien secuestró a Hernán Abriata, se victimizó y negó el genocidio: “En la Argentina no se vivió un genocidio, no hay genocidas”, declaró.
Durante el debate se mostró siempre hostil hacia los familiares y testigos, a quienes amenazó verbalmente varias veces. El sobreviviente de la ESMA y testigo contra Sandoval, Carlos Loza, fue uno de los amenazados. Cuando se presentaba en las audiencias, por videollamada desde Campo de Mayo, aparecía cubierto con un barbijo, anteojos e incluso guantes negros de látex.
Este miércoles, ni bien escuchó la condena, se levantó y se retiró a su celda.
Llegar a este juicio, sorteando innumerables escollos judiciales, fue posible por la lucha y la perseverancia de la familia de Hernán, de Mónica Dittmar, de sobrevivientes, testigos y organismos de derechos humanos.