Se trata de Elor Azaria, sargento de una unidad médica que asesinó a un atacante palestino herido e inmovilizado de un disparo en la cabeza y fue filmado por una ONG israelí pacifista.
Jueves 5 de enero de 2017
Foto: EFE - Simpatizantes de extrema derecha reaccionan en Tel Aviv (Israel) tras darse a conocer la sentencia del soldado israelí Elor Azaría
El juicio contra Elor que comenzó a mediados de 2016 generó un gran impacto mediático en la dividida sociedad israelí. Por un lado la alevosía del asesinato se hizo pública sin dejar lugar a duda de que se trató de un crimen en primer grado. Por el otro, sacó a relucir una vez más la derechización que vive hace años gran parte de la sociedad israelí, motorizada por la dirigencia sionista que dirige el Estado.
Las encuestas muestran que casi el 60% de la población está a favor de absolver al criminal, con la excusa de que la víctima había atentado con un cuchillo contra soldados israelíes. En el último período, ha habido muchos casos de este tipo que expresan una resistencia desesperada de sectores palestinos contra la ocupación de sus territorios y la opresión israelí.
Los soldados atacados se encontraban en servicio custodiando una de las tantas zonas ocupadas por colonos israelíes en la ciudad de Hebrón (Cisjordania), una política de estado impulsada por la dirigencia sionista para ir arrebatando porciones de territorio al pueblo palestino de forma totalmente ilegal, al punto que acaba de ser condenada por el Consejo de Seguridad de la ONU en una histórica resolución.
En Cisjordania, los colonos se cuentan por más de medio millón y su número crece día a día. Se trata de un importante sector de la sociedad israelí profundamente antipalestina y derechista que pide a gritos mano dura y represión. Durante la última gran ofensiva militar contra la Franja de Gaza, que causó la muerte de miles de palestinos, entre ellos cientos de niños y un gran número de crímenes de guerra condenados por la ONU, se vieron algunos casos emblemáticos de estos colonos sentándose en sillas de camping con cerveza y binoculares a observar cómo caían las bombas sobre los poblados palestinos, o escribiendo dedicatorias en los misiles que iban a ser lanzados contra la población indefensa.
Esta política sistemática de acoso militar del estado sionista y de opresión que muchos intelectuales han comparado con el régimen de Apartheid sudafricano, sumado a la traición de la dirección histórica palestina que abandonó la lucha por su liberación, y luego de dos alzamientos de masas contra la ocupación en 1989 y 2000, ha llevado a actos desesperados de jóvenes que prácticamente se inmolan en ataques impotentes contra los soldados e incluso civiles israelíes.
Para graficar la situación, en la primera mitad del año pasado, murieron casi 30 israelíes y más de 200 palestinos en enfrentamientos de este tipo. Un 60% de esos palestinos fueron ultimados a balazos por el ejército israelí. En el caso del sargento Elor, el palestino atacante hacía 11 minutos que estaba inmovilizado y había sido herido por los soldados. No obstante, Elor le disparó directo a la cabeza alegando que estaba atentando contra la seguridad de sus compañeros.
En la última década y media han habido muchos casos similares como producto directo de la ocupación israelí. Se abrieron más de 250 investigaciones por estos abusos y asesinatos a sangre fría, pero sólo en el 10% de los casos los acusados recibieron condena. Una clara muestra del rol que juega el poder judicial en la ocupación.
Ahora, los altos mandos del Ejército defendieron el fallo condenatorio (ante la evidencia de los videos y la autopsia) con declaraciones como "no es el chico de todos ni un muchacho confundido; es un soldado y debe respetar las normas del código militar y sus valores" (general Gadi Eisenkot, comandante en jefe del Estado Mayor, 4-1-17).
La cúpula del ejército parece ubicarse como una suerte de “reserva moral” frente a la creciente derechización social y posturas abiertamente cómplices y reaccionarias como la del primer ministro Netanyahu que pidió “el perdón para Elor”. El mismo ejército que llevó adelante las sangrientas incursiones militares en la Franja de Gaza, que reprime con plomo las manifestaciones palestinas y protege a los colonos ilegales en Cisjordania.
El cinismo de la dirigencia sionista parece no tener límites, más allá de sus divergencias puntuales sobre cuál es la mejor manera de mantener la opresión sobre los palestinos.
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