Viernes 3 de octubre de 2014
El sindicato de trabajadores del Correo de San Pablo, ligado a la oficialista Central de los Trabajadores y Trabajadoras de Brasil (CTB), puso fin a la movilización y voluntad de lucha de los trabajadores. Después de 3 años de luchas, los carteros de San Pablo llevaron adelante la mayor la asamblea del sector de los últimos años. Y a pesar de que se votó mayoritariamente por la huelga, la burocracia puso fin a la campaña salarial y cerró el acuerdo. Los trabajadores se rebelaron contra la dirigencia del sindicato.
Entre los servicios públicos de Brasil, sin duda el del Correo es uno de los más precarizados. Con salarios bajos, pésimas condiciones de trabajo y un gran número de trabajadores tercerizados y temporarios, los trabajadores enfrentan los intentos de avanzar en la privatización de la empresa, llevados adelante gradualmente por Dilma y el PT. Sin embargo, los trabajadores nacionalmente vienen forjando durante los últimos años una fuerte tradición de lucha, con huelgas extendidas y combativas.
La burocracia sindical del correo
A pesar de las fuertes huelgas, la burocracia de la CTB siempre logró mantener bajo control aunque inestable, a los trabajadores a nivel nacional. En 2008, por ejemplo, a pesar de la fuerza de la burocracia y de su estrecha relación con el gobierno de Lula, la base logró imponer una fuerte huelga en 22 Estados y en el Distrito Federal. En aquella oportunidad, los trabajadores conquistaron 30% adicional de riesgo para 45 mil carteros y 260 reales incorporados al salario para el resto del sector sin descontarse ninguno de los 21 días de huelga. Desde entonces, los trabajadores del correo hacen huelgas todos los años.
En 2012, la CTB pierde la dirección de la Federación Nacional (FENTECT) y rompe inmediatamente creando otra, la Federación Interestadual de los Empleados de la Empresa Brasilera de Correo y Telégrafos (FINDECT). A partir de entonces, el sector que estaba unificado nacionalmente, pierde sus bastiones más importantes, los sindicatos de San Pablo y Río, dirigidos por la CTB.
Luego de la ruptura con la Federación en 2012, la dirección sindical en San Pablo se alinea más abiertamente con el gobierno de Dilma y desde entonces, acaban con cualquier posibilidad de ir a la huelga.
Los carteros de San Pablo votan por la huelga y son traicionados por el sindicato
Este año, la burocracia tuvo que usar todos los recursos para no perder el control. La asamblea del día 16/09 en San Pablo estaba desbordada como no se veía en años. La gran mayoría de los trabajadores rechazó la propuesta de la empresa y del sindicato (0% de aumento y 200 reales de gratificación mensual hasta fin de año y la promesa incierta de incorporarlo al salario a lo largo del 2015) y votó por la huelga. La dirección del sindicato pasó por alto la votación y aceptó el acuerdo poniendo fin a la paritaria salarial.
La rebelión de los carteros fue inmediata y los dirigentes sindicales tuvieron que huir de la asamblea rodeados de seguridad pues los trabajadores les arrojaban objetos y sillas por su traición.
El vale todo por votos
Lula y Dilma en algunas oportunidades se reunieron con las principales centrales sindicales aliadas, la CUT y la CTB para definir un plan electoral capaz de contener el fenómeno Marina Silva. La orientación fue no solo lanzar una fuerte campaña electoral entre los trabajadores, sino impedir a toda costa que las huelgas se escapen del control de estas direcciones y desgasten al gobierno, como podía ser el caso del Correo.
El sindicato del Correo de San Pablo cumplió con esta orientación tanto como fue posible. Durante el último período vino preparando la derrota del sector, anticipando las elecciones del sindicato programadas para el año que viene para garantizar su continuidad, haciendo asambleas “preventivas”, en los lugares donde estaba más cuestionada y negociando con la empresa una propuesta que desmovilizase a los trabajadores. Hicieron de todo para impedir la aprobación de una huelga donde no estaba asegurado mantenerla bajo control.
La burocracia ganó esta batalla, pero muestra un desgaste con la base y el control sobre los trabajadores es cada vez más inestable. Todo apunta a que un posible nuevo gobierno de Rousseff afrontará nuevos problemas para contener a la clase trabajadora, que no sólo puede significar un mayor desgaste del PT con los trabajadores, sino también a grandes desacuerdos entre el gobierno y las burocracias, que buscan a toda costa mantenerse en su puestos.