Las escaramuzas del domingo dieron paso a intensos combates entre separatistas armenios en la región de Nagorno-Karabaj y el Ejército azerbaiyano.
Miércoles 30 de septiembre de 2020 12:13
Ambas partes afirman haber matado a cientos de soldados y destruido una cantidad significativa de material de guerra. Si bien es difícil por el momento confirmar estos anuncios, parece que el conflicto ya se extiende más allá de las fronteras del enclave con mayoría armenia y que presagia una guerra abierta entre las dos naciones.
Los combates entre los separatistas armenios de la región semiautónoma de Nagorno-Karabaj, apoyados por Ereván (capital de Armenia), y Azerbaiyán, apoyados abiertamente por Turquía, se convirtieron el martes 29 de septiembre en un conflicto abierto de alta intensidad que se extenderá por las fronteras de la región semiautónoma, ubicada en el territorio de Azerbaiyán.
El diario Le Monde informa de una declaración del ministro de Defensa armenio que afirma que los separatistas "destruyeron 49 drones, 4 helicópteros, 80 tanques, un avión militar y 82 vehículos militares" azerbaiyanos desde el domingo, y afirma haber infligido "significativas pérdidas humanas” . Por su parte, Bakú (capital de Azerbaiyán) afirma haber "retomado" varias posiciones en el territorio disputado e infligido grandes pérdidas al enemigo.
Según los informes, varias ciudades e infraestructura civil también se vieron afectadas, lo que provocó muchas muertes de civiles. Ereván también ha instado al Tribunal Europeo de Derechos Humanos a condenar cualquier acción militar contra tales objetivos. Más allá de la retórica marcial adoptada por los beligerantes, parecería que los enfrentamientos se intensificaron claramente durante la noche de lunes a martes.
Conflicto de alto riesgo en una región históricamente inestable
Si bien estaba prevista una reunión de emergencia del Consejo de Seguridad de la ONU para el martes 29 por la noche para tratar el conflicto entre los dos países caucásicos desde el domingo, las principales potencias regionales que son Turquía y Rusia van dando a conocer poco a poco su posición. El primero, que apoya incondicionalmente a Bakú, parece instar más abiertamente a escalar el conflicto que Rusia, que pide la resolución pacífica de las disputas.
El objetivo para Turquía es recuperar el control total de los oleoductos que atraviesan su territorio hacia Europa occidental desde el Mar Caspio a través de Georgia.
Armenia ha denunciado públicamente, aunque la información aún no ha sido confirmada por otra fuente, el envío directo de apoyo militar de Turquía a Azerbaiyán, y algunos rumores mencionan la probable presencia de mercenarios sirios, algunos de ellos del Estado Islámico, que también habrían sido enviados por Turquía.
Intereses cruzados en el Cáucaso
Rusia, por su parte, está preocupada por un conflicto militar abierto en una región clave para su seguridad. Si los intereses que persigue Turquía en la región son esencialmente económicos y están vinculados a su ambición de convertirse en un gran intermediario en la exportación de gas a Europa, la región representa para Rusia una apuesta estratégica y militar de gran importancia. Vinculada a Armenia por un tratado de seguridad, Rusia, sin embargo, no desea que sus relaciones con Azerbaiyán se deterioren, lo que inevitablemente pondría en tela de juicio los acuerdos firmados entre los países con salida al Mar Caspio.
Para Moscú, de hecho, el control total de las aguas del Mar Caspio es una cuestión estratégica importante. Su objetivo principal es garantizar a su armada la libertad de desplegarse allí para intervenir en el Medio Oriente, sin enfrentarse a la competencia de las armadas occidentales, y en particular de los Estados Unidos. El estatus único, fundado en 2018 por las potencias con salida al Mar Caspio (que oficialmente ya no tiene aguas internacionales) asegura a Rusia e Irán una soberanía casi completa sobre este mar interior. Es esta soberanía militar la que, sin duda, Rusia busca preservar a través de sus llamados a la "paz".
Este paso adicional hacia la guerra es otra calamidad que pesa sobre las poblaciones del Cáucaso, pero también de toda la región. Las potencias que intervienen, incluyendo las occidentales, tienen intereses allí. Para luchar contra la guerra, debemos es necesario enfrentar y denunciar esas rivalidades capitalistas entre las potencias involucradas, rivalidades que han condenado cualquier proceso de paz real en esta región altamente estratégica durante varias décadas.