Jóvenes de América afectados por proyectos hidroeléctricos reclamaron a la ONU que deje de considerar a estos proyectos como energía renovable.
Jueves 5 de diciembre de 2019 13:46
Mientras la COP25 se traslada a Madrid, la Cumbre Social por la Acción Climática se realiza en Chile. Desde el 2 al 11 de diciembre, en el Centro Cultural Tío Lalo Parra de Cerrillos, Santiago, más de cien organizaciones estarán presentes para pensar soluciones y acciones desde las propias comunidades, para enfrentar la avanzada capitalista imperialista extractiva y la catástrofe climática y ecológica que vive la humanidad.
En este marco, jóvenes de diez cuencas de las Américas, con el respaldo de la ONG Ríos to Rivers, expusieron un mensaje dirigido a la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para pedir que ese organismo deje de reconocer a las represas hidroeléctricas como medida de compensación de carbono y, en su lugar, respalde directamente la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero.
Desde Argentina viajaron Noel Miranda, representante de Ríos To Rivers, junto a Vladimir Jaremchuk y Carla Godoy, afectados por las represas sobre el río Santa Cruz: “Viajamos hasta acá para decirle a la ONU que no queremos falsos discursos de energías renovables, si no verdaderas matrices sustentables”, informaron a través de un comunicado.
“El río nos provee de agua pura a la especie humana y no humanas que habitamos el territorio santacruceño. Queremos progreso con verdaderas matrices energéticas sustentables, no condenar al último río glaciario de la Argentina que aún corre libre a su extinción”, afirman.
En su exposición pública los jóvenes recordaron que el río Santa Cruz es la reserva de agua dulce de las ciudades que se emplazan en su cauce, que está sobre placas tectónicas con movimientos constantes y, en ese sentido, recordaron las advertencias que científicos y ambientalistas continúan realizando sobre la falta de estudios geológicos y sísmicos suficientes. Además, resaltaron la inconstitucionalidad de considerar a las megarrepresas como energía “renovable”, ya que según la propia constitución argentina esta categoría se reserva para hidroeléctricas de no más de 50 megavatios de producción.
Carla y Vladimir pudieron contar su experiencia y reflexionar sobre cómo los represamientos de ríos afectan a las comunidades y al ambiente: “¿Por qué las Naciones Unidas reconocen a las represas como energías renovables si estas son generadoras de emisiones de gases de efecto invernadero? Venimos a exigirle a las Naciones Unidas que dejen de considerar a las represas hidroeléctricas como energía limpia, renovable, sustentable”, sostuvieron.
También hubo lugar para resaltar el papel de los Estados locales que promueven el extractivismo y la destrucción ambiental, en alianza con empresas y países extranjeros y colonialistas, a cambio de dólares y desconociendo la soberanía y los derechos de los pueblos a decidir sobre sus propios territorios y formas de vida. En ese sentido, expresaron que “resulta indignante que en pleno siglo XXI nos vendan esta infraestructura como energía renovable y el Estado avasalle así a su pueblo. Nos están saqueando, nos ofrecen estos proyectos y a cambio destruyen todo como hace 500 años”.
Pero también hubo lugar para destacar el protagonismo de los jóvenes y las comunidades que sostienen luchas por el reconocimiento de sus derechos y (en este momento tan particular de revueltas populares y reacciones de ultra derecha en Latinoamérica) comienzan a actuar. “Esto está cambiando, cada vez somos más los que nos damos cuenta de la injusticia. El pueblo está empezando a despertar”, concluyeron.
Los jóvenes contaron sus experiencias sobre la pérdida de la biodiversidad, la extinción de especies endémicas, el avasallamiento sobre derechos de los pueblos originarios, la contaminación del agua, el traslado de comunidades, entre otras afectaciones que producen los mega proyectos hidroeléctricos.
En este marco, se presentaron las problemáticas de la cuenca argentina del río Santa Cruz, y las chilenas del Biobío, Ñuble, Maipo y Loa, más la boliviana del río Beni, la peruana de la cuenca Marañón y por Estados Unidos la de los ríos Klamath, Snake y Colorado.