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Red Internacional
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Magisterio. Consejo Técnico Escolar 2022-2023: ¿Qué espacio necesitamos las y los maestros?

El viernes 28/10, miles de maestras y maestros tendremos la primera sesión ordinaria del Consejo Técnico Escolar (CTE), del ciclo escolar 2022-2023, en todo el país. Las SEP plantea para esta primera sesión algunos propósitos. ¿Son benéficos para el magisterio y la educación de nuestrxs alumnxs?

Miércoles 26 de octubre de 2022

El documento Orientaciones para la Primera Sesión Ordinaria del Consejo Técnico Escolar y el Taller Intensivo de Formación Continua para Docentes emitido por la SEP, comienza explicando que se ha transitado de la guía de trabajo que se usaba anteriormente, hacia un documento orientador bajo una nueva propuesta.

Esto implica que en el CTE: “el colectivo docente tome decisiones sobre su organización, la gestión del tiempo acorde a las necesidades de la escuela y las acciones que decidan emprender para apropiarse y resignificar el Plan de Estudio dentro y fuera de este espacio.”

En esta tónica, el CTE debe: “impulsar una menor carga administrativa, reconocer la autonomía profesional de las maestras y maestros, así como la libertad para ejercer de manera creativa la docencia, centrarse en el trabajo pedagógico colaborativo y la resolución de problemas identificados por la comunidad escolar, priorizar la formación docente desde una perspectiva situada y contextualizada desde el diálogo colegiado y reorganizar los procesos administrativos, normativos y de gestión en la escuela para la mejora del aprendizaje.”

En teoría, estos propósitos pueden ser loables. Sin embargo, para que sean realizables, la comunidad escolar tendría que poder debatirlos, apropiarse críticamente de los que considere convenientes y definir cómo llevarlos a la práctica para que no queden en ’buenas intenciones’. Para ello, las juntas del CTE deberían ser espacios que permitan a las y los docentes, las madres y padres de familia e incluso los alumnos, llegar a acuerdos y tomar decisiones comunitarias democráticamente sobre los principales problemas y retos escolares y educativos en la escuela, relacionados en la mayoría de los casos con la situación de precariedad que enfrenta la educación pública de conjunto.

Pero esto no sucede así. En la mayoría de las escuelas, son los directivos quienes definen qué se discute en los CTE y en qué orden. Generalmente hay observadores de la supervisión (que reportan todo a la autoridad educativa superior: los temas abordados, las críticas vertidas, los nombres de maestros y maestras que expresan cuestionamientos, el tiempo de duración de las actividades, así como si se cumplió o no el temario “propuesto” y un largo etcétera).

No es raro que suceda de esta forma, pues en la mayoría de las escuelas la verticalidad en la toma de decisiones de todo tipo sigue imperando. No es casual, pues permitir que las y los maestrxs vayan haciendo una experiencia en la definición y control sobre los procesos escolares (tanto pedagógicos, como labolares y administrativos) puede favorecer un fortalecimiento de los colectivos docentes que les sea difícil de manejar a las autoridades, cuando hay tantos problemas latentes en la educación pública -desigualdad, violencia, pobreza, precarización de la labor docente, falta de insumos y materiales para desarrollar la labor educativa de forma óptima en las escuelas, hacinamiento en las aulas, etc.-, que pueden dar lugar a otro tipo de reclamos en defensa de la educación o por sus derechos laborales. Siempre y cuando haya la disposición de las y los maestros más conscientes y críticos de dialogar permanentemente con sus compañeras y compañeros para convocarlos a organizarse y a luchar contra esta situación.

Los maestros y maestras que reflexionan, analizan y cuestionan de raíz los problemas suelen convertirse en un peligro para mantener el orden pasivo en el que buscan tener al magisterio, pues son quienes comienzan a plantear demandas que van más allá de lo que la SEP está dispuesta a ’resolver’ como el aumento al presupuesto educativo para construir más escuelas, dar mantenimiento adecuado a las ya existentes y contratar docentes, psicólogos educativos, orientadores y todo el personal necesario con plenos derechos laborales.

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Desde esa perspectiva, realmente no hay ningún cambio que esperar y me atrevo a decir que aunque “nunca espero nada de ellos, aun así logran decepcionarme” -como ha dicho Dewey, el famoso personaje de la serie Malcolm in the middle-, seguramente nos van a decepcionar una vez más, pues mientras la estructura vertical de las escuelas siga siendo la misma, y el autoritarismo sea la forma organizativa reinante, las y los maestros seguirán desilusionándose de las bonitas palabras de las autoridades educativas que, al igual que la revalorización del magisterio, siguen sin ser realidad.

En defensa de la educación pública

Dejando de lado el tema de las formas -que no son menores, sino que se relacionan con el contenido- en este CTE se pretende continuar abordando los cambios curriculares del Nuevo Plan de Estudios.

Éste ha estado bajo el ojo del huracán pues la derecha mexicana -empresarios y partidos-, a través de las asociaciones de padres de familia bajo las cuales encubren sus intereses, lograron la resolución de un juez para suspender el pilotaje del Nuevo Marco Curricular que se llevaba a cabo en decenas de escuelas de educación básica. Frente a esto, el gobierno federal ha dicho “que el gobierno es respetuoso del poder judicial” aunque tachó de conservadores a quienes impulsaron la demanda –tal como hace con todos sus críticos, lo sean o no-.

Al margen de esta polémica, las maestras y maestros nuevamente somos convidados de piedra en las discusiones de “los de arriba”, mientras en las escuelas seguimos padeciendo los problemas de la falta de presupuesto y la precarización laboral, pues sin un aumento importante en los recursos públicos destinados para la educación no es posible generar ningún cambio de raíz, como pretende hacernos creer el gobierno de la 4T.

Las y los docentes de la Agrupación Magisterial y Normalista Nuestra Clase pensamos que es necesario buscar abrir en los Consejos Técnicos Escolares, y donde sea posible, un verdadero debate sobre los problemas educativos, a la par que impulsamos asambleas o reuniones independientes de las autoridades escolares, para poder discutir cómo generar un plan de rescate para nuestras escuelas y la educación, como planteamos acá, en unidad con lxs docentes y trabajadorxs de todos los niveles educativos, así como con el movimiento estudiantil que se viene manifestando y enfrentando duros ataques de las autoridades y gobiernos. Así como consideramos necesario vincularnos con las madres y padres de familia, que, siendo trabajadores y trabajadoras de otros sectores de la economía nacional, padecen como nosotros la inflación, la carestía de la vida y la violencia que tanto afectan el desarrollo de la educación al interior de las escuelas.