Análisis de los resultados electorales obtenidos por el Frente de Izquierda en las elecciones legislativas 2017 en Mendoza. Balance y reflexión de una campaña a contracorriente. “Saldo organizativo” y “saldo electoral”. El proceso de formación de una “tradición de izquierda” en la Mendoza profunda.
Viernes 27 de octubre de 2017
En tanto que nosotros les decimos a los obreros: “Vosotros tendréis que pasar por quince, veinte, cincuenta años de guerras civiles y guerras nacionales no meramente para cambiar vuestras condiciones, sino con el fin de cambiaros a vosotros mismos y volveros aptos para el poder político”.
Marx, 15 de Septiembre de 1850
Las elecciones legislativas que se llevaron a cabo el domingo pasado, no fueron puntualmente una contienda que augurara grandes sismos políticos, sino más bien, el lento proceso de construcción de una hegemonía electoral del Frente Cambiemos, aunque ello no significa que no haya estado rodeada de hechos destacados y un contexto de cierta tensión. Si nos ajustamos a los últimos 20 años en los que se realizaron elecciones legislativas (1997 – 2017) se produjeron ocho elecciones, de las cuales cinco (1997, 1999, 2001, 2009 y 2013) fueron favorables para los frentes electorales opositores al gobierno de turno y tres (2003, 2005 y 2017) favorables para los frentes electorales del mismo signo político que el gobierno en funciones. De modo que el gobierno de Mauricio Macri llegaba a 2017 con la voluntad de romper con la sequía de diez años sin que la fuerza política gobernante se alzara con la victoria en las elecciones de medio término.
Planteada en términos de “polarización”, estas elecciones tenían un condimento especial en la política argentina porque venían a ratificar o a echar por tierra muchas de las teorías y especulaciones que rodeaban al universo simbólico sobre el que se edifica el macrismo. Superado el oxímoron que entreveía Ernesto Laclau, según el cual, Macri tenía tantas posibilidades de ser presidente constitucional de la Argentina como él ser emperador de Japón, la coalición de partidos gobernante encaraba una contienda electoral habiendo descargado sobre las espaldas de vastos sectores de la población una serie de medidas de ajuste. Subas tarifarias; índices de inflación que superan el 20%; paritarias por debajo de la inflación; magros resultados económicos en cuanto a inversiones; y, como corolario, un conjunto de medidas impositivas desfavorables para las pequeñas y medianas empresas (reducción y eliminación de aranceles de importación en diferentes sectores) y algún que otro retobe de las huestes propias, esto es, de “empresarios rurales” exportadores de granos, que se sentaron arriba de los silo bolsas a la espera de una próxima devaluación.
Todo esto en el marco de un claro disciplinamiento y ofensiva político-represiva contra sectores movilizados: casos testigos como los de los trabajadores de Pepsico; los organismos de derechos humanos opositores a la computación del 2x1 a genocidas; y el último de relevancia, el caso de la desaparición y muerte de Santiago Maldonado, en el marco de una represión de Gendarmería Nacional en la Patagonia argentina.
Así las cosas, gran parte del arco progresista que todavía no comprendía como el rara avis macrista, quitándole en un golpe de mano el poder al kirchnerismo, podía insinuar obtener buenos resultados electorales a la luz de las regresiones dolorosas en las que no estaba sumiendo. Y, sin embargo, los obtuvo.
A nivel nacional, Cambiemos pasó de un 35,90% de los votos a un 40,59% de los votos. De imponerse en 10 provincias pasó a imponerse en 12 provincias. Una de ellas, bastión del poder macrista, fue la provincia de Mendoza.
Análisis de las elecciones legislativas del FIT en Mendoza
En Mendoza el Frente Cambia Mendoza (CM) obtuvo 45,67% de los votos (obteniendo tres escaños en el Congreso), seguido del Frente Somos Mendoza (SM) con 25,39% (obtuvo 1 escaño) y en tercer lugar, la sorpresa a manos del Partido Intransigente (PI) con 17,21% (obtuvo 1 escaño). En cuarto lugar, el Frente de Izquierda que alcanzó el 11,72% de los votos y no pudo revalidar su lugar en el Congreso Nacional.
De entrada las perspectivas para el Frente de Izquierda y los Trabajadores (FIT) eran hostiles. El gobierno provincial a cargo de Alfredo Cornejo, desató, con una violencia inusitada, una campaña de desprestigio sin precedentes contra los legisladores, referentes y militantes de izquierda que se erigían como la única oposición real. De las cuatro fuerzas electorales que se presentaron en Octubre, tres de ellas llevaban candidatos abiertamente de derecha y sólo el FIT debía enfrentar ataques por todos los flancos: desde el ofensiva judicial por quitarle fueros a sus legisladores hasta el macartismo mediático que perseguía docentes y militantes de izquierda que se manifestaban como alternativa en un mar de políticas retrógradas y reaccionarias.
En este contexto, el FIT lanzaba una campaña para mostrarle al electorado que se había consolidado como fuerza política, no sólo a nivel provincial, sino a nivel nacional, y que su presencia en el Congreso, en las Legislaturas provinciales y en los Concejos Deliberantes municipales eran la garantía para defender conquistas sociales irrenunciables y denunciar todo el entramado de negociados tras bambalinas que realizaban los representantes de los partidos tradicionales. Además de darle curso a un conjunto de proyectos legislativos de relevancia para distintos sectores, en materia de tarifas, boleto educativo, violencia de género, entre otros.
Metiéndonos de lleno en lo electoral, a nivel nacional, el FIT se mantuvo como una fuerza competitiva electoralmente. En estas elecciones conquistó casi 1.300.000 votos, con un crecimiento del 40% con respecto a los votos obtenidos en las PASO de Agosto, logrando así tres bancas para el Congreso Nacional.
En Mendoza, el FIT había obtenido un 8,8% de los votos en las PASO y escaló hasta el 11,7% en los comicios GENERALES, un crecimiento que ronda el 2,9%, es decir, un crecimiento de más del 24% entre una instancia y la otra. En números, el FIT paso de 92 mil votos a 125 mil votos, esto es, 33 mil votos de diferencia positiva. Con estos guarismos conquistó una banca para senadores provinciales, una banca para diputados provinciales y cuatro bancas en los Concejos Deliberantes de Lavalle, Maipú, Las Heras y Guaymallén. Si bien el gran objetivo electoral era que la senadora provincial, Noelia Barbeito, renovara el escaño en el Congreso Nacional obtenido en las Legislativas 2013, los resultados del FIT no son para nada despreciables, siendo que es un Frente electoral de reciente creación, que busca afianzarse en el territorio mendocino y que pretende desarrollar un perfil muy distinto al de los partidos tradicionales.
En cuanto al análisis de la distribución geográfica de los votos del FIT en Mendoza, podemos observar algunas continuidades y transformaciones. En cuanto a las continuidades, el FIT sigue obteniendo guarismos altos en el Gran Mendoza y con mayor fuerza en los circuitos electorales que nuclean a los barrios de sectores populares urbanos. En cuanto a las transformaciones, podemos marcar algunos highlights en la performance electoral del FIT en el interior de la provincia. De las PASO a las GENERALES 2017, el FIT creció: en Rivadavia en más del 50% de los votos; en San Carlos casi 50%; y en Lavalle 43%. En otros departamentos, como los de la zona Este (San Martín, Junín y Santa Rosa) y zona del Valle de Uco (Tupungato) se subió en un 30%.
De esta manera, el FIT sostiene un caudal de votos importantes en el Gran Mendoza, sobre todo en bastiones como Las Heras y Guaymallén, que concentran gran parte de los sectores trabajadores mendocinos y también, aquellos barrios más postergados y marginados de las políticas públicas. Pero también logra sortear el cerco de los centros urbanos para instalarse como opción política en departamentos más alejados, con problemáticas distintas, ligadas al enorme retroceso de la participación del Sector Agropecuario en el Producto Bruto Geográfico (del 10, 1% en 2004 al 5,8% en 2016), con la expulsión de pequeños y medianos productores y con formas de integración con la industria vitivinícola absolutamente verticales, casi sin margen de negociación.
“Saldo organizativo” y “saldo electoral”
¿Qué es un Partido? Un Partido es un programa, ideas, métodos, tradiciones y sólo después de eso, una “organización” para llevar esas ideas a los sectores trabajadores. El Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS) dentro del FIT pondera en sus balances y reflexiones el “saldo organizativo” por sobre el “saldo electoral”. Los resultados de las contiendas electorales, desde 2011 (cuando se creó el FIT) hasta la actualidad, han mostrado un crecimiento y fortalecimiento sostenido del espacio. Si bien, los números fríos indican que el FIT pasó de ser “tercera fuerza” en 14 departamentos mendocinos a ubicarse en ese lugar en 9 comunas, la izquierda no ha podido ser borrada del mapa político tal como se pretendía. Es verdad que se produjo un crecimiento meteórico de una versión aggiornada de la derecha cool, en la figura de José Luis Ramón del PI-Protectora, que combina una heterogeneidad que va desde candidatos y votantes cercanos al perimido Partido Demócrata, el massismo mendocino y hasta sectores desencantados de la política en general.
Sin embargo, los resultados obtenidos por el FIT demuestran que el PI no creció sobre la base votante del FIT, tal como habíamos señalado. Es probable que un 2% (diferencia entre el 14% obtenido por la izquierda en 2013 y el casi 12% obtenido en 2017) se hayan ido al PI pero, sin lugar a dudas, el mayor aportante de su crecimiento sea el PJ, quien cayó estrepitosamente un 8%, entre Agosto y Octubre. También hay que sumar el casi 3% de votantes que se incorporaron entre una contienda y la otra.
La pregunta es: ante una campaña abiertamente conservadora del PJ, con una grave crisis interna entre caciques comunales, conservadores y kirchneristas, ¿por qué los votos peronistas se fueron por derecha y no lograron ser conquistados por la izquierda? Es cierto que la consigna del PI-Protectora, sobre las subas de las tarifas, es una demanda sentida por la sociedad. Sin embargo, esa demanda se diluía entre una masa de ciudadanos absolutamente contrapuestos, con prioridades y necesidades muy distintas de acuerdo a los niveles socio-económicos. El “voto consumidor” se encolumnó detrás de una figura carismática como la de Ramón, en un armado electoral que le permitió hoy entrar en el Congreso Nacional, pero dejando grandes dudas sobre sus propuestas en materia económica, educativa, social, etcétera.
Es por ello, que más allá de esta coyuntura, el “saldo organizativo” del PTS como partido y del FIT como fuerza electoral, es mucho más que positivo. Las prácticas políticas de la izquierda en Mendoza en estos años nos han mostrado la existencia de experiencias comunes duraderas, en vías de constituir una tradición de izquierda en nuestra provincia. Experiencias comunes en sindicatos, en universidades, en legislaturas y, también en lo electoral, son formas de expresión de “experiencias unificadoras”. Ejemplos como los del SUTE recientemente; Samusa en Las Heras; los trabajadores del Casino; los municipales de Lavalle; las luchas contra las privatizaciones de empresas públicas; contra la violencia de género; en contra de los proyectos megamineros, por marcar casos puntuales en los últimos años. Señalando también que ellas están atravesadas por tensiones y diferencias. Pero la ligazón entre experiencias, procesos de formación a largo plazo y la construcción de una tradición de izquierda, se generan dentro de dinámicas de conflicto y lucha, en la que se avanza y se retrocede.
Es por eso que la construcción de esta tradición en la “Mendoza profunda” no se conquista a fuerza de éxitos electorales, sino a través de un crecimiento minucioso y capilar. Moldear una tradición de izquierda es una tarea compleja. En general, de las experiencias de explotación y opresión y de las experiencias de conflicto y lucha se extraen múltiples conclusiones políticas. Por eso el desafío de la izquierda es comprender esas experiencias comunes históricamente, para empujarlas y conducirlas en otra dirección, hacia otro horizonte de lucha. Ese es el desafío que tiene por delante la izquierda en Mendoza.