Las centrales sindicales de Brasil decidieron una nueva huelga general de trabajadores para el 30 de junio.
Miércoles 7 de junio de 2017
En las anteriores ocasiones, como la marcha en Brasilia el 15 de marzo y sobre todo la huelga general del 28 de abril, los trabajadores de Brasil mostramos un poco de la inmensa fuerza que tenemos los trabajadores para parar el país y atacar directamente a los patrones en sus ganancias.
Nuestra tarea hacia el 30, la de cada trabajador, debe ser la construcción de una huelga que sea aun mucho mayor, que pare muchos más lugares de trabajo y sea un ataque aun más duro a los capitalistas, al gobierno de Temer y que haga temblar a todos los poderosos.
Para eso, todos tenemos que ser sujetos desde ahora en la construcción de esa huelga. Tenemos que construir en cada lugar de trabajo nuestros comités, que estén repletos de trabajadores discutiendo qué hacer para que todo pare. Debemos exigir a los sindicatos que convoquen asambleas, y no aceptar un no como respuesta, porque los sindicatos son nuestros, son nuestras herramientas de lucha, y deben estar al servicio de nuestras necesidades.
Organizándonos así podemos parar no solo nuestros propios lugares de trabajo, sino pensar en acciones y ejemplos que incentiven a otros trabajadores a estar en la línea de frente de la construcción de esta lucha. Sea con volanteos, pegatinas, conversas con familiares y amigos, tenemos que saber que cada día cuenta para poner de pie esa lucha histórica y fundamental.
Del lado de nuestros enemigos, lo que está planteado hoy es una división respecto de cómo seguir sus ataques. Nuestra demostración de fuerzas jugó su rol en ponerlos a la defensiva, pero también el escándalo en el que se metió Temer con los testimonios de los directivos del frigorífico JBS, jugó su rol en desestabilizar al gobierno.
Temer está debilitado, pero ellos todavía no tienen un nombre con el que estén todos de acuerdo para reemplazarlo. Mientras tanto, el golpista intenta avanzar cada vez más y más rápido en los ataques, porque esa es la única forma de permanecer en el gobierno.
Ellos se pelean entre sí, pero es solo para ver quién será el que conducirá los ataques contra nuestros derechos. Pero esta pelea está lejos de parar los ataques, y la reforma laboral está avanzando rápidamente, con posibilidades muy grandes de que sea votada la próxima semana.
Esta división entre los de arriba abre aun más espacio para la acción de los trabajadores, favoreciendo nuestra acción. Entre los trabajadores indignados con las reformas y los millones que están defendiendo la caída de Temer, tenemos una fuerza social inmensa, de millones, capaz de tirar abajo a este gobierno y sus reformas.
Sin unimos esa fuerza, ponemos en pie una huelga general, podemos no solo tirar abajo este gobierno, sino ir por mucho más que solo por elecciones directas, una alternativa que viene siendo señalada por varios sectores de izquierda, pero que al final no responde a nuestros problemas, ya que quienes van a seguir mandando en Brasil son las empresas multimillonarias como JBS y Odebrecht, con sus esquemas de corrupción y comas que compran a todos los políticos del parlamento.
Si Temer todavía está ahí y llevando adelante las reformas, no es por falta de disposición a la lucha de los trabajadores, que a cada día han dicho que “hay que parar todo”. Lo que pasa es que las direcciones de los sindicatos y de las centrales como la CUT, CTB, Força Sindical, aun habiendo convocado esos días de lucha, no lo hicieron porque quieren llevar la lucha hasta el final, hasta sus últimas consecuencias. Lo hicieron justamente porque sus bases presionan para que salgan del inmovilismo. Mientras tanto, tiran baldes de agua fría en la movilización, dando vueltas para convocar a nuevos paros y esforzándose para canalizar la energía de nuestra lucha hacia otros fines –la elección de Lula en el caso de la CUT y CTB, y la negociación de las reformas con Temer, en el caso de Força, UGT y otras centrales.
Las centrales que intentan presentarse como alternativa a la izquierda de la CUT, como Conlutas y las Intersindicales, así como los que buscan presentarse a la izquierda del PT, como Freixo y los parlamentarios del PSOL, deben ayudar a los trabajadores de todos los sectores a poner en pie sus comités y exigir a los sindicatos y demás centrales que convoquen a asambleas en todos los lugares de trabajo, conformando un polo independiente de las burocracias sindicales.
No hay espacio para la “diplomacia” con dirigentes sindicales que durante años y años se llenaron los bolsillos con millones del impuesto sindical mientras a nuestras espaldas hacían acuerdos con los patrones para frenar nuestras luchas. Tenemos que saberlo, esos sindicatos solo saldrán a luchar si nuestra organización de base es capaz de arrastrarlos.
Con esta fuerza, queremos discutir con todos los millones que están en contra del gobierno de Temer y sus reformas, o por las elecciones directas, que podemos ir por más, que los trabajadores así organizados pueden tirar abajo las reformas, a Temer y terminar con este congreso de corruptos vendidos y poner de pie una Asamblea Constituyente Libre y Soberana, cambiando las reglas de este juego político y luchando para elegir representantes entre los propios trabajadores, entre los que están en la lucha diaria con nosotros.
En esta Asamblea Constituyente, nuestra primera tarea va a ser revocar las reformas y la enmienda constitucional que le puso techo a los gastos sociales, estatizar bajo control de los trabajadores cada empresa que se haya metido en los entramados de corrupción; hacer que los políticos cobren como una maestra y puedan ser revocables; garantizar empleo y salario decente a todos. Todo esto puede ser garantizado con la fuerza de los trabajadores. Nuestra tarea comienza hoy, en cada lugar de trabajo. ¡Manos a la obra!