El gobierno anuncia planes para financiar el consumo en cuotas y ocultar los efectos de la crisis, aumentando la deuda de las familias. Mientras, la recesión y los beneficios impositivos a las patronales siguen minando la recaudación.
Lucía Ortega @OrtegaLu_
Martes 4 de junio de 2019 00:16
Arribar a agosto con relativa tranquilidad en el plano económico parece una eternidad. Ni que hablar hasta octubre. El gobierno sólo tiene para ofrecer una promesa de mantener el dólar estable (con las divisas que habilitó el FMI a vender al Banco Central), aunque nadie descarta nuevas corridas cambiarias, junto con una tibia apuesta a reactivar el consumo mediante un mayor endeudamiento de las familias.
Frente a la arrolladora caída del consumo durante nueve meses, el viernes pasado el Ejecutivo anunció un nuevo “parche” para atemperar los efectos de la caída del poder adquisitivo sobre las ventas mediante la extensión del Plan Ahora 12 y una baja de la tasa de interés a 20 % anual.
Este lunes, el dato del derrumbe de 56 % en la venta de autos 0 km en mayo motivó al gobierno a lanzar otro plan para financiar el consumo, en este caso de autos, sólo con una vigencia de un mes. Es que se patentaron apenas 36.610 unidades contra 83.200 del mismo mes de 2018.
El gobierno inyectaría cerca de $ 1.000 millones para subsidiar a las empresas terminales y concesionarias y generar así descuentos y bonificaciones en las compras. Más respuestas de contragolpe para mostrar cierta iniciativa oficial, sin pretensión alguna ni intención de revertir el hundimiento de la economía.
Estos anuncios podrán apenas revertir la caída del consumo durante algunos meses hasta la definición de los comicios, a costa de dejar un saldo de mayor endeudamiento privado de las familias con las tarjetas de crédito, los bancos y hasta con el mismo Estado.
Los créditos de ANSES, para jubilados y beneficiarios de AUH, son un lamentable ejemplo de la necesidad en la que se encuentran millones de familias. Las “benévolas” tasas tienen un costo financiero anual de hasta 51 %, implicando un ajuste sobre las jubilaciones y los beneficios sociales de quienes menos tienen.
“El Plan Ahora 12 claramente está mostrando una recuperación importante del consumo y de las ventas, sobre todo electrodomésticos y textiles. También hay crecimiento de las ventas en shoppings, de la mano de los $ 40.000 millones que se volcaron al consumo a través de los créditos Anses", detalló este lunes Rogelio Frigerio, ministro del Interior, luego de una reunión de gabinete.
Un poco de suerte
El financiamiento al consumo de estas medidas se promociona como más “barato” que lo que ofrece la banca privada, impulsada por las atractivas tasas de interés de las Leliq (Letras de Liquidez) superiores al 70 % que les brinda el Banco Central. Pero los planes de compra en cuotas y los créditos Anses tienen tasas que igual son elevadas en relación a las condiciones de vida y el retraso real de los ingresos de los sectores populares.
Además de este frente por el lado del consumo, el gobierno confía en que jueguen a su favor los primeros aumentos en cuotas de las paritarias entre junio y agosto.
Ello podría generar una transitoria ilusión de mejora salarial, que aún lejos de poder recuperar la fuerte caída de los últimos 12 meses contra la inflación, el oficialismo espera que logre apaciguar el malhumor social por los efectos de la crisis.
Si bien en un comienzo los aumentos serán superiores a la inflación mensual, de conjunto las paritarias anuales acordadas en torno a un 28 % promedio no lograrán ni siquiera empatar el incremento esperado de precios que roza el 40 % hacia diciembre (de acuerdo al relevamiento de mercado que realiza el Banco Cental). Pero también, debe tenerse en cuenta que las paritarias sólo alcanzan a la franja de trabajadores sindicalizados, dejando por fuera como siempre a una amplia porción de trabajadores no registrados o fuera de convenio.
A los dedos cruzados para que ningún imprevisto ponga en jaque la frágil estabilidad del dólar, otra carta que ansía obtener el Ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, es una moderación de la inflación. Demostrado el fracaso de las políticas monetaristas para contener los precios (apuntalados x la devaluación y los tarifazos), el equipo económico sabe que el verdadero freno de mano a la inflación podría venir de una combinación entre un tipo de cambio planchado y los efectos de la recesión de la actividad.
Pero en el mientras tanto, el peligro es que la propia erosión de la inflación sobre el tipo de cambio real genere mayores incentivos a la dolarización y un nuevo salto de la relación cambiaria. En este sentido, la tan ansiada liquidación de dólares por el agropower permitió un poco de oxígeno el último mes a las presiones sobre el dólar.
De acuerdo a la Cámara de la Industria Aceitera y el Centro de Exportadores de Cereales (Ciara-CEC) los exportadores de granos liquidaron U$S 2.395 millones en mayo, lo que significa un incremento de 25 % respecto al mes anterior y un 43 % interanual.
El sector liquidó, en promedio, 108 millones de dólares por día hábil en mayo. Pero el volúmen de ventas se incrementó en las últimas ruedas debido a la importante suba de precios de commodities agrarias (soja, trigo y maíz) por un evento climático que se registra en Estados Unidos, que afectó a la producción de ese país.
El resultado para el valor cosechado en Argentina fue una ganancia de U$S 1.000 millones por la suba de los precios internacionales. Esta se la embolsó el agropower y el gobierno mediante retenciones. Un poco de suerte.
Beneficios a las patronales y recesión, dos ingredientes ocultos del deterioro fiscal
Aunque el entorno de Macri quiera mostrarse optimista, los resultados catastróficos de la política oficial están de manifiesto. Este lunes se conocieron los datos de la recaudación fiscal de mayo que estuvo por debajo de la inflación. Eso dice mucho de las propias contradicciones de la política macrista y del FMI, al ver licuarse los recursos tributarios frente a la suba de precios.
Si bien el aumento interanual de los ingresos tributarios fue de 50,4 %, la misma sigue asi 5 puntos por debajo de la inflación, que está en torno al 55,8 % interanual.
El anhelo de alcanzar un “déficit primario cero” para satisfacer a los acreedores de deuda, con ajuste de la actividad económica y reducción de impuestos a los empresarios, es doblemente regresivo y aleja cada vez más la meta oficial.
Aún con un incremento de 254 % interanual de los recursos provenientes de los derechos de exportación, explicados por la cosecha récord, por la extraordinaria transferencia de recursos al campo producto de la devaluación del peso y por un mayor nivel de retenciones que el año anterior, la recaudación real no logró remontar.
Ello se debe a que por otra ventanilla caen los ingresos fiscales a causa de la menor actividad económica que reduce la masa de recursos tributarios más importantes como el IVA y los aportes y contribuciones a la seguridad social, ligados directamente con el consumo y la masa salarial. Pero también, y especialmente, por el efecto de la reforma tributaria que implicó una reducción de la alícuota del Impuesto a las Ganancias que pagan las empresas de 35 % a 30 %, así como la fenomenal reducción de las cargas patronales mediante el "mínimo no imponible".
Así, los ingresos por IVA impositivo, el que se relaciona con el consumo interno y recae principalmente sobre los asalariados y sectores de menores ingresos, aumentaron 49 %, seis puntos porcentuales por debajo de la inflación. Por su parte, gracias a la reducción de las contribuciones a la Seguridad Social (desfinanciando a la ANSES) y el retraso de los salarios, el incremento de dichos recursos fue de apenas 32,2 %, más de 20 puntos porcentuales debajo de la inflación.
Camino a octubre
La economía ya llevaba en marzo 11 meses en retroceso y entre 2018 y 2019 acumulará cerca de un 4 % de caída del Producto (PBI). Esto implicó en un año la destrucción de 268.000 empleos registrados y una caída del poder adquisitivo de los salarios del orden del 12 %, con un incremento de la desocupación que casi alcanza los dos dígitos.
Los limitados efectos económicos que puedan tener los paliativos del gobierno sobre el consumo, y aun si cuenta con algo de suerte que le permita llegar con dólar tranquilo así como reducir un poco los elevados niveles de inflación, no podrán barrer bajo la alfombra la disputa principal que preocupa al FMI, al capital financiero internacional y a los grupos económicos concentrados: que el país no pueda pagar los "compromisos" de deuda en tiempo y forma.
Pero el verdadero riesgo para las mayorías es seguir orientando al conjunto de la economía en pos de "honrar" los pagos de deuda, a costa de deteriorar las condiciones de vida, la salud, la educación, las jubilaciones.
A la inversa de lo que repiten hasta el cansancio los políticos tradicionales, es el camino del pago irrestricto de la deuda, con o sin renegociación, el que conducirá a los peores padecimientos a la clase trabajadora y a un "default" caótico como el de 2001. Hay que dar vuelta las prioridades.
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Lucía Ortega
Economista UBA. Coeditora de la sección de Economía de La Izquierda Diario.