El ministro de Macri cumple un año de ajuste sin paros y no puede contenerse: quiere avanzar sobre los convenios colectivos. Su antecesor kirchnerista posa de combativo. ¿Hay que creerle?
Lucho Aguilar @Lucho_Aguilar2
Sábado 3 de diciembre de 2016
En los últimos días Mauricio Macri, el empresario que ocupa el despacho presidencial, lanzó un ataque contra los convenios colectivos de trabajo. Expresaba así, como bien describe Facundo Aguirre en este medio, el programa histórico de la clase a la que pertenece.
Es que los convenios son una de las formas en que se expresan las relaciones de fuerza entre la clase obrera y el capital. Allí están “grabadas” las conquistas que ha obtenido la clase obrera, sobre las condiciones y la retribución por su fuerza de trabajo; pero también están “grabadas” las condiciones y concesiones que van haciendo las burocracias sindicales al capital.
Por eso vale prestar atención a la nueva ofensiva macrista. En las últimas semanas, pero incluso antes de asumir, el ministro de Trabajo Jorge Triaca ha revelado sin filtros su programa: “Hay que actualizar los convenios de hace 40 años”. El ex ministro de Néstor y Cristina Kirchner, Carlos Tomada, salió ferozmente al cruce. Como imitando al abogado de una comisión interna clasista, disparó: “Todos los gobiernos desde el 24 de marzo del ’76 dijeron que había que revisar los convenios colectivos, salvo uno que duró 12 años”.
¿Es así? ¿O hay algunas en las que Triaca y Tomada se parecen?
1 - Triaca dijo que “hay que actualizar los convenios colectivos de hace 40 años, hay actividades y categorías que ya son vetustas”
Durante la gestión de Carlos Tomada “se actualizaron” cientos de convenios colectivos. Por actividad y por empresa.
Según un análisis de los Convenios Colectivos de Trabajo (CCT) homologados entre 2003 y 2009, 405 de ellos incorporaron una o más cláusulas que flexibilizan la jornada de trabajo y 375 negociaciones implicaron cambios en la organización del trabajo, con cláusulas que establecen la polivalencia o multifuncionalidad de tareas.
Un estudio del Observatorio de Derecho Social de la CTA determinó que el 67 % de los convenios actualizados entre 2003 y 2007 incluyen cláusulas de flexibilización de la jornada laboral o de organización del trabajo.
En la etapa de mayor crecimiento del país, las homologaciones del Ministerio eran para consolidar “actualizaciones” que pedían las patronales con la venia de la burocracia sindical.
2 - Triaca aseguró que “un convenio firmado hace 40 años no contempla los procesos productivos actuales ni el impacto de la tecnología”
Carlos Tomada salió al cruce de los dichos de Triaca y Macri denunciando, no sin razones, que “renegociar los convenios colectivos tiene que ver con modificar ritmos de trabajo”. Lo cierto es que muchas de las reformas en los convenios en la década de los ’90 se consolidaron en la “década ganada”, y muchas de ellas apuntaban a los ritmos productivos.
Entre los cambios más repetidos en los convenios actualizados en los últimos años están la polivalencia (obligación de hacer diversas tareas productivas no contempladas en las categorías), las células o equipos de trabajo, la extensión de turnos rotativos y las modificación de categorías.
Vale el ejemplo del convenio de la industria del Neumático (101/75). El nuevo Convenio Colectivo acordado en 2007 confirmó todas las reformas acordadas por el SUTNA y las empresas en Pirelli (1996), Bridgestone (1997) y Fate (1998): jornada flexible, turnos de 12 horas, cláusulas de penalización por incumplimiento de estándares de producción, trabajo continuo por equipos, turnos individuales rotativos, vacaciones fraccionadas, polivalencia y un largo etcétera. La “actualización” lleva la firma de otro “progresista”: Pedro Wasiejko.
Esas medidas permitieron a las patronales del Neumático aumentar un 34 % la productividad por hora trabajada, entre 2003 y 2011. Los obreros dejaron parte de su cuerpo y su salud en ese “milagro” económico.
3 - Triaca asegura que esos procesos deben reflejar una mayor eficiencia, que pueda dar certezas para invertir
Desde el kirchnerismo se denuncia, no sin razones, que el macrismo quiere “volver a la década del 90”. Pero en realidad “los 90” volvieron hace rato. Y con ellos, la “adaptación” de las condiciones de venta de la fuerza de trabajo a las necesidades que requería el capital.
Este análisis comparado arroja algunos datos interesantes.
Para ser más claro, vale un ejemplo. Durante la última década, vimos el “boom automotriz”. Los mecánicos lo sufrieron en los nervios y los músculos. Para que las multinacionales invirtieran en Argentina, se firmaron convenios por empresa, con el aval del Ministerio de Trabajo y el SMATA. Igualito que en los 90. El primero fue con Mercedes Benz (212-2005): contratos a plazo fijo, banco de horas, contratación en categoría inicial más allá de las tareas asignadas. Después vinieron los de Volkswagen, General Motors y Ford. Para 2008, la productividad de los trabajadores mecánicos había crecido un 97,7 % en relación al año 1998.
Lo denunciaron los "Indomables" luchadores de Lear. En diciembre de 2011 la comisión interna, apoyada por la gran mayoría de la fábrica, rechazó firmar un convenio a la baja. El Ministerio de Trabajo, aun con la negativa de los trabajadores, terminó siendo cómplice en lo que sería una baja, no solo en el salario, sino en las condiciones de trabajo. En 2014 vendría el ataque que buscaba barrer a quienes habían rechazado ese acuerdo y para poder implementarlo totalmente.
El último hito de la heroica resistencia de Tomada fue a mediados de 2015, en la planta de Renault-Nissan de Córdoba. Como denuncia el delegado despedido de Iveco Hernán Puddu, “en el convenio figura que quienes ingresen a trabajar, serán contratados hasta que la empresa se digne a efectivizarlos, ingresarán por tandas y sin categoría, por lo que cobrarán un salario 30 % inferior al actual durante dos años y podrán ser reubicados en cualquier puesto de trabajo”.
Cristina Kirchner realizó un acto en la planta para festejar la flexibilización del convenio.
4 - Macri y Triaca proponen a los “amigos sindicalistas” para que sean parte de la “modernización” productiva
Aquí también Tomada ensayo un falso debate, cuando dice que “los principales escollos del modelo de Macri son el movimiento obrero y las instituciones laborales que defienden el bolsillo y el empleo de los trabajadores”.
Lo cierto es que en pocos días se cumplirá un año de gestión macrista y el sindicalismo peronista no ha realizado una medida de fuerza general a pesar del brutal ajuste. Pero también es cierto que durante 10 años de gestión kirchnerista, donde se consolidaron muchas de las conquistas patronales que aquí documentamos, tampoco las cúpulas sindicales realizaron medidas de fuerza. Más bien, fueron cómplices de la precarización laboral.
O sea, ayer y hoy los “amigos sindicalistas” se han sentado en la mesa de la “modernización productiva”. De hecho, los más de 900 convenios por rama o empresa que incluyen cláusulas de actualización que flexibilizan las condiciones de trabajo fueron firmados por dirigentes sindicales. Entre esas clausulas, se encuentran Alas que condenaban a miles de ferroviarios a la tercerización (amigo José Pedraza), las que imponían condiciones a la baja a los nuevos mecánicos (amigo Ricardo Pignanelli), las que imponían turnos esclavizantes o jornadas agotadoras a los obreros del neumático (amigo Pedro Wasiejko), las que perpetuaban a los jóvenes a pasar los fines de semana trabajando en multinacionales alimenticias como Mondelez-Stani (amigo Rodolfo Daer). La lista de amigos es interminable.
Todas esas entregas tuvieron jugosas prebendas. Por eso muchos de los convenios de los últimos años incluyen cláusulas de “contribución solidarias” donde los trabajadores (afiliados o no) sufren descuentos por el “usufructuo de los beneficios del convenio”. Ponele.
Macri-Triaca y Kirchner-Tomada saben que no hay precarización sin “amigos sindicalistas”.
Lucho Aguilar
Nacido en Entre Ríos en 1975. Es periodista. Miembro del Partido de los Trabajadores Socialistas desde 2001. Editor general de la sección Mundo Obrero de La Izquierda Diario.