El ver algún tipo de producción cinematográfica es tan sólo un aspecto de una gran cadena de procesos al interior de la industria capitalista, a nivel económico, técnico y cultural. En el caso de la pandemia del Coronavirus, en la misma experiencia podemos reconocer lo contradictorio de apreciar el cine bajo un régimen de explotación y opresión tan brutal.
En el documental “Habitación 666”(1) del director alemán Wim Wenders, se puede ver entre los tantos realizadores que dan su opinión sobre cuál será la suerte del cine en el futuro, a un reluciente Werner Herzog, quien de entre todos y todas las participantes, se muestra confiado frente a su permanencia en el tiempo. Esto, en plena crisis de la industria, frente al pleno auge de la videograbadora, junto con el propio desarrollo de la televisión, la que en su momento anunció salvajes tormentas.
Y es que el singular cineasta alemán de “Aguirre”, da en el clavo frente a la perdurabilidad de “lo social” en el cine, como una experiencia articuladora, en la concepción más tradicional de este. Sin embargo es tan sólo en un aspecto, ya que si bien el cine se ha mantenido tanto como una industria, y como una forma de arte, actualmente lo que vivimos es la reconversión del cine a través de la experiencia misma por medio de lo audiovisual. Y que potente es esta experiencia, sobre todo ahora en plena emergencia sanitaria por la pandemia del COVID19, donde la política dominante por la que han optado los Estados capitalistas, de confinamiento en el hogar, nos muestra las bases materiales y psicológicas sobre las que opera lo fantasioso y lo real, junto con la delgada brecha de la masa y el individuo.
Control estatal, confinamiento social, y la tutelación de la experiencia
Actualmente vemos como el Estado al servicio de los intereses de los grandes empresarios, tiene que ubicarse frente a una crisis sanitaria, cuyas implicaciones han traído enormes consecuencias tanto económicas como sociales. Y producto de la proliferación del Coronavirus, la línea a nivel general de los gobiernos burgueses, ha sido la de la cuarentena total, intentando no afectar las fortunas de los grandes magnates (2). Sin embargo en todo este proceso, se ha evidenciado el rol central que juega la clase trabajadora en la producción de mercancía y en el conjunto del entramado productivo. Pero a su vez la contradictoria política del confinamiento, donde las familias se encierran, hasta un incierto futuro donde aparentemente podrían salir.
Y es en este sentido, que hay que analizar la línea represiva y de control por parte de los gobiernos burgueses, más allá de la violenta intervención de los aparatos represivos del Estado como las Fuerzas Armadas, y la policía, sino como una operación ideológica y práctica integral, donde al mismo tiempo en que estos recluyen al conjunto del pueblo trabajador a sus hogares, intenta instalar un mensaje de “unidad nacional” que permita diluir una subjetividad diferenciada en el reconocimiento de las clases sociales ¿Quiénes son los explotados y quiénes son los explotadores?
Pero a su vez el gobierno de la mano de grandes empresas, ha intentado dar un paso más allá en su plan de confinamiento social, donde han tenido una línea de liberar distintos materiales audiovisuales, como la plataforma de anime Crunchy Roll, funciones de teatro, películas, o un incluso la página pornográfica Porn Hub (3).
Al menos una cosa está bastante clara, al ver todo este aparataje de material, si el interior del hogar venía siendo una opción de experiencia audiovisual, frente a la experiencia pública de las obras, hoy se ha vuelto obligadamente la única vía para informarse, entretenerse o cultivar las ideas en un momento bastante caótico e incierto.
Golpe a los cines, y la ofensiva del streaming en medio de la crisis sanitaria
Si bien en lo que refiere al streaming, el caso del cine y series como forma de arte, han vivido de una manera diferente las consecuencias de la emergencia sanitaria, donde por ejemplo se ha señalado desde distintos análisis que plataformas como Spotify, han bajado aproximadamente un 11% a nivel mundial (4), las plataformas de serie y películas como Netflix o Crunchyroll, por el contrario han aumentado en su consumo (5), dada por las condiciones objetivas de la circunstancias. Aunque no puede desprenderse de la gran cadena económica, técnica e ideológica, donde la industria la conforman directores, actores, productoras, agentes y cadenas que se ven directamente afectados por las medidas restrictivas frente al contagio. Sobre todo en el caso del cine independiente o de “autor” como suele llamarse, donde por ejemplo en el caso del Club de Productores Europeos (EPC), incluso han propuesto una serie de medidas que buscan apuntar a poder palear la crisis desde este punto de vista (6).
Sin embargo lo que en lo inmediato permanece latente, es como durante estos últimos años la reconfiguración de los artefactos electrónicos, en concordancia con el desarrollo del internet, se han inmiscuido cada vez más en la vida cotidiana de las familias, donde no es extraño ver a pequeños, pequeñas y pequeñes de 3 años, ya con un celular o una tablet, buscando caricaturas y canciones a través de youtube.
Y es en este sentido que también ya no tan sólo podemos advertir, sino que directamente conjeturar, que el capitalismo, en su forma actual, el neoliberalismo, en un sentido de equilibrar la profunda grieta que abre la ilusoria magia sobre la materialidad de las cosas, ha tenido que regimentar la proyección de su ideología hasta lo más profundo de nuestras relaciones sociales, desarrollando una mega industria del cine como espacio de socialización a gran escala, pero también al pequeño espacio donde el individuo aprecia de una manera mucho más superficial y acotada las producciones, por medio de una smart tv, o el aparato de turno que pueda tener entre sus manos.
Es en este sentido que bajo la política concreta del confinamiento de la familia en los hogares, hace usanza de todos los métodos para adoctrinar a amplios sectores, entre la histeria de la pandemia, y la necesidad de informarse frente a una realidad tan cambiante, a la par que refuerza el mensaje de unidad y misericordia humanizadora del “capital” con matinales, programas de televisión, y una parrilla de programas adhoc, generando un abanico de posibilidades para que familias o cada sujeto en mayor o menor medida decida en una aparente “libertad” de ver lo que quiera. Sin embargo bastante limitado es el tiempo de la gran mayoría, tomando en cuenta que hijos e hijas se encuentran en casas, gran parte de la masa asalariada se ve obligada a ir a sus trabajos para tener un sueldo a fin de mes, o en el caso del teletrabajo, puede tener aún muchas más horas laborales, pensando por ejemplo en el caso de profesores o profesoras que trabajan desde la casa (7).
La irritante experiencia de buscar la realidad en la ficción en medio de la crisis
Si bien, es difícil asegurar que es lo que sucederá tanto con la industria del cine, como en el arte audiovisual, a lo que nos hemos dirigido sin duda, como señalaba el teórico alemán Walter Benjamin en su certero análisis de “La obra de arte en la época de la reproductibilidad técnica”, es una paulatina degradación del “aura”(8) como experiencia de la obra de arte, donde sumado a la pérdida de valor de una obra como una forma de experiencia única en el capitalismo, la precariedad en las condiciones de vida del pueblo trabajador, a su vez hacen cada vez menos posible un experiencia cautivante e hipnótica sobre lo que se está intentando apreciar, reducido a pequeños aparatos y a diversas limitantes pertenecientes a la experiencia individual, tal como señala Herzog en “Habitación 666”.
Una experiencia audiovisual realmente cualitativa, sólo podrá ser apreciada en rigor en una sociedad donde la cultivación por el arte y las ciencias, no se vea impedida por regímenes de explotación extenuantes, la delegación de la responsabilidad en la crianza hacia las mujeres, o la punzante incertidumbre de ser pobre en un mundo que parece venirse abajo, en medio de una cuarentena cuyos padecimientos se despliegan principalmente en la clase trabajadora y los sectores populares, que encerrados, buscan un vía de escape, incluso buscando en la ficción una aparente respuesta destructiva o salvadora para la compleja e inhumana realidad en la que estamos consumidos.
(1) El documental pertenece al galardonado director y fotógrafo alemán Wim Wenders, quien en “Chambre 666”, busca de manera provocadora a que sus compañeros cineastas tomen una posición sobre lo que será el cine en el futuro, ante la profunda crisis que les golpeaba por aquel momento”. Hay que mencionar que en 1982 el director realizó “El Estado de las Cosas”, film que retrata en gran parte los duros golpes que comenzaba a mostrar el cine, en medio de una encrucijada entre arte y capital.
(2) Recordar que en el caso de Chile, son 11 mil millones los dispuestos para palear la crisis económica producto del Coronavirus. Sin embargo en el caso de la clase trabajadora, en el caso de no poder cumplir con la jornada laboral, el empleador se ve exento del pago de las remuneraciones, debiendo el trabajador extraerlas del fondo de cesantía.
(3) Distintas empresas de streaming y de la industria audiovisual han reacomodado sus servicios, otorgando material gratuito o liberando producciones Premium a todo público, frente a la emergencia del Coronavirus.
(4) Fuente en nota de Culto de La tercera: https://culto.latercera.com/2020/03/26/encierre-enemigo-streaming-musical/
(6) Pueden encontrarse las exigencias en: https://produccionaudiovisual.com/produccion-cine/10-medidas-para-proteger-la-industria-audiovisual-europea-frente-al-coronavirus/
(7) La indignante medida por parte del gobierno de clases online y del adelantamiento de vacaciones, significa actualmente una aún mayor sobrecarga laboral para los profesores y profesoras en sus casas.
(8) Benjamin se refiere al “aura” como a la “manifestación irrepetible de una lejanía, por cercana que pueda ser”. Una especie de sensación “irrepetible” frente a la obra de arte, donde el cine, consigue diluís aún más esta experiencia, dentro de lo que él llama la “era de la reproductibilidad técnica”.
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