Las elecciones a la Comunidad de Madrid ponen de relieve el debate sobre cómo enfrentar a la derecha trumpista de Isabel Díaz Ayuso y la presión del “mal menor”. Tanto que organizaciones que se reivindican anticapitalistas como Corriente Roja, separándose de una política de independencia de clase, han asumido la lógica malmenorista pidiendo el “voto crítico” a Mónica García de Más Madrid. En este artículo queremos debatir por qué consideramos erróneo este posicionamiento y por qué es necesario construir una alternativa política que ponga el eje en la lucha de clases y no se subordine a ningún aparato neorreformista.
Martes 23 de mayo de 2023
Este 28 de mayo habrá elecciones en varias Comunidades del Estado español, entre ellas en Madrid. Lo que suceda en la capital sin duda tendrá repercusión a nivel estatal, en un año en el que además también se celebrarán elecciones generales. Es debido a esto que el escenario madrileño tiene una enorme importancia a la hora de pensar tanto la configuración de las distintas fuerzas políticas del Régimen en el plano político-institucional, como su repercusión en la lucha de clases
Corriente Roja, una pequeña organización que se reclama del trotskismo, ha hecho pública esta semana su posición de voto el 28M en Madrid. Sorprendentemente ha decidido apoyar, críticamente, a la candidata de Mas Madrid, Mónica García. Entre los argumentos que se esgrimen se encuentran que Mas Madrid no forma parte del Gobierno central y que Mónica García es una médica “activista” de la sanidad pública. Al mismo tiempo admiten que su apoyo “empieza y termina el 28 M” y describen todos los límites que para ellos tiene esta formación política y sus propuestas electorales. Se centran principalmente alrededor de la sanidad, en donde sostienen que Mónica García y Mas Madrid no tienen en su programa un compromiso “100 % explicito con la sanidad pública” siendo su modelo “la colaboración público-privada”. También critican su reivindicación de la gestión que tuvo Carmena en el Ayuntamiento madrileño y su vinculación con la ministra de Trabajo Yolanda Díaz en la configuración del nuevo proyecto neorreformista de Sumar. Estas críticas, sin embargo, a Corriente Roja no le generan contradicción alguna. Así terminan su argumentario con el lema “Para echar Ayuso: el 28 M voto critico a Mónica García”, una clara expresión de como caer “críticamente” en la trampa del “mal menor”. Veamos.
Cuál es la razón de la fortaleza de Ayuso
En la primera parte de su artículo, Corriente Roja intenta explicar la fortaleza electoral de Ayuso diciendo que ello obedece al apoyo de sectores pequeñoburgueses y de clase media “de los pisos superiores”, muchos de ellos ligados al modelo económico imperante en Madrid de la hostelería, el comercio y otros que con la desregularización extrema promovida por el PP les permite alcanzar niveles de explotación inauditos.
Empecemos por este punto para abrir el debate. En nuestra opinión este relato de la fortaleza de Ayuso es totalmente funcional al papel que han desempeñado las organizaciones que forman parte de la izquierda del Régimen, escondiendo su cuota de responsabilidad en esta situación.
Que los partidos capitalistas -no solo de derecha, sino también “de izquierda”- se apoyan fundamentalmente en sectores de la pequeña burguesía es una verdad elemental. Las capas medias son en términos generales una de las principales bases de sustentación de las democracias capitalistas modernas. Sin embargo, este factor por si solo no puede explicar por qué la derecha conserva su base social o incluso en momentos de crisis logra ampliarla con discursos cada vez más reaccionarios. Disfrazada de análisis materialista de las clases sociales, la explicación de Corriente Roja soslaya nada menos que la lucha de clases, los procesos existentes y sus resultados, o la ausencia de ellos.
Hechos tan importantes como la movilización de los sanitarios o la movilización durante la pandemia de los barrios obreros contra la criminalización y los confinamientos selectivos, su desarrollo, el rol de los distintos partidos en estos procesos y sus resultados, no juegan ningún factor a la hora de explicar por qué Ayuso ha seguido avanzando estos años y se prepara para volver a ganar las elecciones.
Cualquier organización que se reivindique marxista tendría en primer lugar que empezar desde ahí, la lucha de clases y sus avances y retrocesos, para explicar porque tal o cual sector de la burguesía tiene una determinada base social. Pero Corriente Roja no obvia esto por un fallo en el análisis, sino porque de esta manera justifica su apoyo crítico a Mas Madrid y Mónica García. De lo contrario, tendría que decir que tanto Mas Madrid como Unidas Podemos y todas las alas “progresistas” del Régimen tuvieron un papel activo para que ninguna de estas luchas se desarrollase y apostara por derrotar a Ayuso. Su objetivo fue frenarlas y que todo ese descontento se canalizase por la vía electoral.
¿Por qué este balance es importante? Porque la relación de fuerzas no cae del cielo, se configura en la lucha de clases misma. Si se hubiese conseguido derrotar, por ejemplo, los ataques a la sanidad pública de Ayuso a través de una movilización masiva y sostenida que implicase a trabajadores y usuarios, desarrollando la auto organización en los barrios y centros de estudio y de trabajo, con toda seguridad se hubiese despertado una marea de entusiasmo entre los sectores más empobrecidos de la clase trabajadora madrileña y también de sectores de las clases medias que están sufriendo la crisis. Es decir, se hubiera generado una mejor relación de fuerzas para la clase trabajadora y el conjunto de los sectores populares, y también para quebrar una parte de la base social de Ayuso.
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Al contrario, las derrotas, los desvíos de las luchas, las capitulaciones, lo que generan es desmoralización y apatía en la clase trabajadora. Por eso, frente a unas elecciones en las que no se les plantea ninguna salida real para sus problemas, son muchos los sectores populares que optan por la abstención, o incluso algunos se ven seducidos por el populismo de derecha. Y esta es una de las razones fundamentales del éxito electoral de Ayuso en Madrid. Los datos de abstención electoral entre la población trabajadora son de más del doble que entre los sectores privilegiados de la sociedad, llegando en algunos casos a más del 50 por ciento. A esto hay que sumarle los que el sistema electoral y las distintas leyes racistas y excluyentes como la ley de extranjería impiden el voto a una parte importante de nuestra clase: los trabajadores migrantes sin papeles o con solo el permiso de residencia.
Para contribuir a derrotar los planes de ataque a la sanidad del gobierno madrileño no bastaba con solidaridad abstracta como hizo Mas Madrid. Había que pelear para que se convocase una huelga general en defensa de los sectores públicos y presionar a las distintas burocracias sindicales para se pusieran al frente. Pero esto es como pedirle peras al olmo. La lógica de la movilización y la lucha de clases es totalmente ajena a la política y la estrategia de Mas Madrid. Por ello su objetivo fue instrumentalizar la movilización para hacer campaña electoral.
Como cualquier organización reformista o neorreformista, la política de Mas Madrid consiste en gran medida en pasivizar la protesta social y tratar de canalizarla en los marcos del sistema. Así, esta formación lleva hasta el final la lógica populista de primacía de lo discursivo, mediante eslóganes vacíos como “Madrid mola mazo” de esta última campaña o incluso adaptándose por momento a la lógica criminalizadora de la extrema derecha, como hemos visto con Rita Maestre cuando pido la presencia de más policías en barrios populares para aplacar la delincuencia.
Mas Madrid: la derecha del neorreformismo
Que Corriente Roja le lave la cara a Mas Madrid es ir en contra, de una manera torpe y oportunista, de los intereses de la clase trabajadora. Evidentemente no decimos que Corriente Roja comparta todos los aspectos reaccionarios de la formación liderada por Iñigo Errejón, pero su propuesta de voto les ubica de esa manera. Una muestra de eso es que su crítica a Mas Madrid se centra en la inconsistencia de su propuesta electoral y no en la actuación y el papel que ha tenido este partido durante todos estos años.
Es precisamente en periodos electorales donde los reformistas se ubican más a la izquierda, porque saben que lo que dicen y proponen en campaña es papel mojado. Recordemos el caso de su “idolatrada” Carmena, que llegó a decir que su programa electoral era solo un “conjunto de sugerencias”. Por tanto, las y los revolucionarios tenemos que transmitir a las y los trabajadores que un parámetro básico para medir a organizaciones y líderes políticos es fijarse no en lo que dicen sino en lo que hacen. En el caso de Mas Madrid, efectivamente, su programa electoral es reformista, inconsistente y absolutamente limitado, pero su práctica es aún peor, porque va en contra de la lucha de clases y en su afán de ampliar su base de sustento electoral, incorpora política y discursivamente elementos reaccionarios tratando de conectar y promover la conciliación de clases.
Lo que Corriente Roja no dice de Mas Madrid es que detrás de todos sus “significantes vacíos”, su modos más amables y supuestos intereses en favor del “pueblo de Madrid” se esconde una lógica abiertamente procapitalista, que encubre los intereses de las clases dominantes. De esta manera apuestan por un capitalismo verde para dar respuesta al problema ecológico, o plantean el reparto de horas de trabajo mediante la subvención a grandes empresas. Su programa y sus lemas responden así a esa lógica de tratar de hacer “una política sin ruido”, precisamente para evitar el conflicto y poder garantizar la normalidad del orden capitalista.
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La otra manera en la que Corriente Roja capitula a Mas Madrid es cuando hace una diferencia entre el partido de Mónica García y Unidas Podemos, diciendo que uno de los motivos por los que llaman a votar a los primeros es que no forman parte del “Gobierno del atraco a los salarios con su Reforma Laboral, de las promesas incumplidas, y que ha mantenido leyes, como la 15/97 que son la base de toda la privatización sanitaria”, en referencia al Gobierno central. Puede que efectivamente Más Madrid y su marca estatal, Más País, formalmente no estén dentro del ejecutivo de Sánchez, pero ¿en serio podrían afirmar que votar por ellos no conlleva un apoyo sistemático y si hiciera falta la formación de un gobierno de coalición con los social liberales del PSOE? ¡Si precisamente el proyecto político de Errejón y compañía nació criticando que Podemos no asumía de forma clara que había que pactar con el PSOE! Justo el ejemplo de la reforma laboral que Corriente Roja pone en su artículo expresa como Más País es sistemáticamente una muleta del Gobierno central a la hora de sacar a delante sus medidas más reaccionarias. Hay que recordarles que la aprobación de la reforma laboral de 2022 no fue un decreto del Gobierno, sino que salió adelante por votación parlamentaria en donde el apoyo de Más País fue clave, tan clave que si votaba en contra no salía.
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Pero lo más llamativo es que solo dos años atrás, en las anteriores elecciones en la Comunidad de Madrid, Corriente Roja asumía varios de los mismos argumentos que esgrimimos aquí. Entonces Corriente Roja llamó al voto nulo, como lo hicimos también desde la CRT, y en concreto sobre Mas Madrid declaraba que “uno puede taparse la nariz, pero no los ojos. Hoy votar al PSOE, directamente o en diferido (votar UP o MM), es acabar votando a un gobierno patronal”. Estamos totalmente de acuerdo con esta afirmación. Pero entonces, ¿qué es lo que ha pasado para que en tan solo dos años Corriente Roja cambie radicalmente su opinión sobre esta formación? Absolutamente nada que lo justifique. Al contrario, Mas Madrid, su marca estatal y sus distintas marcas territoriales han ido profundizando su adaptación al PSOE, mostrándose como una de las muletas más leales del Gobierno.
Desabarranque teórico- estratégico de la LIT
Entonces ¿qué es lo que ha llevado realmente a Corriente Roja a cambiar de posición tan radicalmente y llamar a votar a Mónica García? Creemos que detrás de este giro político hay varios motivos. En primer lugar, una deriva oportunista de esta organización que se expresa no solo en el Estado español sino en muchas de las organizaciones que forman parte de su corriente internacional, la LIT (Liga Internacional de los Trabajadores). Esta deriva es fruto de su debilidad y del retroceso constante que vienen sufriendo en todos lados, con muchos de sus grupos nacionales sumidos en la irrelevancia y con cada vez menos militantes.
Esto los ha llevado en países como Chile a formar parte de engendros neorreformistas y populistas como la llamada Lista Pueblo. Esta se trataba de una lista electoral que se presentó a las elecciones de la Convención constitucional en el 2021 y que tenía que elegir a los encargados de redactar la nueva Constitución. La pequeña organización de la LIT en este país se presentó en las listas de esta coalición y consiguió incluso que una de sus dirigentes saliera elegida como “convencional” de este proceso. Como aquí Corriente roja con Mas Madrid, la LIT en Chile lo hizo con un discurso que defendía a la Lista Pueblo como “una de las mejores expresiones de organización de luchadores” y que significaba “un esfuerzo importante de unidad para doblarle la mano a las restricciones de los poderosos”. Esta caracterización, sin embargo, estaba lejos de ser verdad y en realidad se trataba de una lista organizada por probados burócratas sindicales y ex asesores de gobiernos socio liberales como el de Bachelet, que trataron de armar su espacio propio para competir en estas elecciones con un discurso absolutamente limitado que no llegaba ni a socialdemócrata, sino a una suerte de retórica antineoliberal. El desempeño de la Lista Pueblo fue desastroso, acabó implosionando por disputas de dinero y por falsificar documentos, como fue denunciado públicamente, y terminó contribuyendo a la desmoralización de los sectores que venían de protagonizar una enorme rebelión popular. Sobre esto la LIT nunca hizo un balance serio y solo se limitó a decir que “se sorprendían” y que en los hechos ya no participaban de la vida interna de la Lista Pueblo. Evidentemente una triste excusa para salvar los muebles y no asumir errores gruesos que le llevaron a ubicarse en el mismo bando que estos sectores degradados de la política burguesa.
Otro de los grandes derrapes de la LIT y de Corriente Roja en el ultimo período tiene que ver con su alineamiento con la OTAN en la actual guerra de Ucrania. Un conflicto reaccionario en el que piden más armas y tanques y por tanto mayor intervención del bloque militar de los países imperialistas. Para Corriente Roja y la LIT, que el bando ucraniano este totalmente subordinado al imperialismo no parece ser un obstáculo para posicionarse con una política funcional al militarismo de la OTAN. Esto los lleva a exigir una política más dura de sanciones para Rusia por parte de la UE y Estados Unidos, que como sabemos termina pagando las consecuencias el pueblo ruso. El planteamiento de una política de independencia de clase, es decir internacionalista proletaria, lo cual implica independencia tanto de Putin como de la OTAN, para que realmente haya una salida para el pueblo ucraniano, lo ven como algo utópico. Ese escepticismo es el que los lleva a sostener esta política aberrante. Este tipo de posiciones de Corriente Roja y la LIT tienen que ver con raíces teóricas y estratégicas de la tradición política de esta organización, cuyo análisis excede el debate de este artículo, pero que hemos abordado en múltiples trabajos.
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Una respuesta electoral en clave revolucionaria
El llamado a votar a Mas Madrid por parte de Corriente roja supone un salto en la adaptación oportunista de esta organización a un clima de malmenorismo y baja lucha de clases, fruto tanto de la desesperación de una organización que en estos años está viviendo un fuerte retroceso en su militancia como de su falta de perspectiva estratégica. Esta dinámica explica que Corriente Roja haya optado en estas elecciones por adaptarse al ala más de derecha del neorreformismo.
Por nuestra parte, desde la CRT no nos abstenemos del debate electoral. En estas elecciones llamamos al voto nulo o la abstención, porque consideramos que no hay una alternativa de independencia de clase que apoyar. Y en parte es así porque organizaciones que se reivindican anticapitalistas y revolucionarias como Corriente Roja, a quienes en múltiples oportunidades hemos llamado a hacer acuerdos políticos e incluso frentes electorales con un programa anticapitalista, terminan subordinadas al neorreformismo. Por eso este 28M la CRT llama a anular el voto, explicando que es fundamental hablar de lo que nadie habla: de los principales problemas de la juventud y la clase trabajadora, de un programa para que la crisis la paguen los capitalistas, y que para derrotar a la derecha solo se puede hacer desde la movilización y la autoorganización. Esto formalmente Corriente Roja también lo hace, pero es simplemente eso, un formalismo. Para que realmente se desarrolle la movilización y la lucha de clases es fundamental romper radicalmente con la trampa del mal menor, que es precisamente un mecanismo para que toda nuestra rabia y frustración se vea canalizada por la vía electoral.
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Quienes somos parte de la Fracción Trotskista – Cuarta Internacional, organización de la que forma parte la CRT en el Estado español, hemos demostrado que se puede participar en procesos electorales sin rebajar el programa y sin adatarse a ningún aparato neorreformista. Es el caso del Frente de Izquierda – Unidad (FITU) en Argentina, un frente político electoral de diversas organizaciones trotskistas, entre ellas nuestra organización hermana allí, el Partido de los Trabajadores Socialista (PTS), que hace una semana en la provincia de Jujuy, una provincia muy pobre del norte argentino, consiguió la mejor elección de la izquierda revolucionaria en 40 años con la candidatura de nuestro compañero Alejandro Vilca, recolector de basura, con un 13% de los votos. No ponemos este ejemplo por una lógica autoproclamatoria o porque sean nuestros compañeros del PTS quienes lideran el FITU, sino porque es un gran ejemplo de parlamentarismo revolucionario al que también aspiramos a que se desarrolle aquí en el Estado español.
Para ello posicionamientos como los Corriente Roja solo contribuyen a la desorientación y confusión de las y los luchadores obreros y del conjunto de nuestra clase. En la próxima etapa tenemos planteado el reto de ser capaces de construir una alternativa superadora anticapitalista y revolucionaria que aglutine a los sectores más conscientes de la clase trabajadora que no solo intervenga en el terreno de la lucha de clases sino también en el electoral. Esto solo se puede conseguir si rompemos con el cretinismo parlamentario que conlleva la capitulación de manera absurda frente a las distintas alas del reformismo y el neorreformismo y ponemos realmente el eje en el desarrollo de la lucha de clases y la autoorganización. Desde la CRT todos nuestros esfuerzos están concentrados en esta tarea.