Desde que se desataron los incendios en la provincia ya arrasaron con al menos 785.238 hectáreas. La superficie quemada ya representa un 9% del suelo correntino. Es decir, 38 veces y media la dimensión de la Ciudad de Buenos Aires.
Martes 22 de febrero de 2022 11:03
Las imágenes de lo que está ocurriendo en Corrientes, son desgarradoras. El fuego se devora las casas, como la de dos jubilados en los Esteros del Iberá: “Solo nos queda lo que tenemos puesto”, dijeron a Infobae.
Hasta el momento, los incendios en los esteros y otros bañados representan un 31 % del área afectada (245.110 hts), le siguen las malezas, con 21 %, los pastizales, 18 %, los bosques nativos y cultivados, con un 8 % y la vegetación de aluviales, con 7 %.
Las otras víctimas de este crimen ambiental, que tiene como responsables a terratenientes y gobernantes, son la flora y fauna. Los esteros, bañados, pastizales, bosques y montes nativos que sufren las consecuencias de los incendios son hábitat de una importante y rica biodiversidad.
La vida de los animales y la vegetación que habita la zona están en riesgo de ser alcanzados por las llamas, pero también corren el riesgo de morir por la falta de agua y comida o la destrucción parcial o total de sus hábitats.
Entre las especies que están amenazadas de extinción, se encuentra el yaguareté, el capuchino iberá, el tordo amarillo, el yetapá de collar o el aguará guazú.
Yaguareté: es el felino más grande del continente americano y cumple un rol ecológico clave. En nuestro país se encuentra en peligro crítico de extinción según la Sociedad Argentina para el Estudio de Mamíferos (SAREM) debido a la caza furtiva, la degradación de su ambiente y la escasez de presas naturales. En 2001 fue declarado monumento natural nacional.
Carpincho: por su tamaño, resulta el mayor de los roedores vivientes. Si bien representa una preocupación menor en cuanto a su conservación, en algunas zonas del país la población de este roedor herbívoro se vio diezmada a causa de la caza furtiva para el consumo de su carne y el aprovechamiento de su cuero en marroquinería.
Ciervo de los pantanos: es el cérvido autóctono más grande de América del Sur. Este mamífero herbívoro habita en el Delta del Paraná y en el noreste del país. Dentro de la Lista Roja de IUCN y del SAREM está catalogado como vulnerable debido a la reducción de su población por la caza furtiva y la degradación de su hábitat.
Aguará Guazú: es un cánido endémico de América del Sur. Está catalogado como vulnerable por la SAREM debido a la destrucción de su ambiente natural, el atropellamiento en rutas, su comercio ilegal y el mascotismo. Fue declarado Monumento Natural en Corrientes, Chaco y Santa Fe debido al estado crítico de sus poblaciones.
Carayá: este primate autóctono se distribuye en el noreste del país. Los machos emiten un fuerte aullido que puede ser oído a más de un kilómetro y medio de distancia. Según el SAREM su clasificación en el país es vulnerable. A fines del 2021 fue declarado Monumento Natural de la provincia de Corrientes.
Yacaré negro: las distintas especies de yacarés estuvieron fuertemente amenazadas por el tráfico ilegal de sus pieles y la caza furtiva. Sin embargo, tras una serie de medidas para garantizar su conservación, se logró recuperar parte de la población. El yacaré negro está presente en la Argentina, Paraguay, Brasil y Bolivia.
Yacaré overo: su hábitat natural son los ríos, pantanos y esteros. Es posible observar individuos en los humedales del centro este y nordeste del país. A partir del desarrollo del Proyecto Yacaré, un programa de desarrollo sustentable iniciado en 1990, se logró sacar a esta especie de la lista en peligro de extinción.
Boa curiyú: también conocida como anaconda amarilla, a esta especie se la puede encontrar en las provincias de Formosa, Chaco, Corrientes, norte de Santa Fe, norte de Entre Ríos y sur de Misiones. Es acuática y habita principalmente humedales. Es la más grande de los boídeos argentinos.
Capuchino iberá: de apenas ocho gramos y color amarronado, este ave habita en los pastizales naturales y humedales correntinos. Se encuentra en peligro de extinción por la destrucción de su hábitat. Su presencia fue descubierta por la ciencia en el año 2016. En 2020 fue declarada Monumento Natural en Corrientes.
Yetapá de collar: el yetapá de collar es una de las especies que habitan los Esteros del Iberá. Mide unos 30 centímetros de largo, de los cuales casi 20 pertenecen a sus dos alargadas y características timoneras. Debido a la drástica reducción de su población, estimada en 6000 individuos, está considerada en peligro de extinción a nivel local. En 2020 fue declarado Monumento Nacional en Corrientes.
Tordo amarillo: debido al tráfico ilegal y a la pérdida de hábitat, se estima que hay alrededor de 600 individuos en el país. Está catalogada localmente como “en peligro crítico de extinción”. Originalmente habitaba desde Misiones hasta el sur de Buenos Aires, ahora los pocos ejemplares restantes están en Misiones, Corrientes y Entre Ríos.
Entre las causas y responsabilidades de esta tragedia ambiental se encuentran por un lado la sequía que afecta a la provincia (y otros puntos del país) y la bajante que afecta a los ríos de la cuenca del Plata desde mediados de 2019 están en el origen de estos incendios. Pero el desastre que se vive en Corrientes no puede explicarse sin incluir la responsabilidad del gobierno nacional y provincial. Por sus acciones y por sus omisiones. Los últimos días hubo cruces mediáticos entre el ministro de Ambiente y Desarrollo Sostenible, Juan Cabandié (Frente de Todos) y el gobernador de Corrientes, Gustavo Valdés (UCR- Juntos por el Cambio), pero la realidad es que ambos son responsables de este desastre.
Mientras este crimen social avanza, Alberto Fernández, al igual que el gobernador Valdés (UCR-Cambiemos), busca despegarse de las críticas genuinas. El gobierno Nacional demostró en estos últimos años está más preocupado por recaudar dólares para el FMI con su política extractivista, que por resolver el problema del fuego en amplios territorios del país.
Fuente: diario La Nación