Una mañana particular en la inauguración de la Feria de la Sociedad Rural Argentina.
Sábado 4 de agosto de 2018
Fotos * Matías Baglietto / Martín Cossarini * Enfoque Rojo
Cuando apoyé el ojo contra el visor de la cámara, un leve escalofrío recorrió mi espina dorsal. A través del lente la realidad se presenta de manera soberbia, quizás el recorte del encuadre actúe como un gran signo de admiración ahí donde la mirada apunta y se concentra:
El vestigio de un gaucho magullando una hamburguesa que asoma de entre su envoltorio con la inscripción de Swift.
Un hombrecito que corre "gracioso" encajado dentro de su uniforme verde oliva cual soldadito de plomo.
Un tipo con una cara de gringo capaz de hacer sentir extranjero al mismísimo Mickey Mouse.
El culo de una vaca que pareciera ser un surtidor de bosta, asoma indiferente en el salón de "campeones"...
Sé que mis ojos están cargados de subjetividad, lo reconozco...
Pero admitámoslo: acá en la Rural todo parece grotesco.
Hagamos una pausa mientras le hinco el diente a mi primer "chori for export" de 130 pesos.
No solo a través de los ojos pude ser testigo del mensaje del campo, también fue una mañana de grandes frases para el recuerdo, es el discurso inaugural y se escucha:
“La Argentina sale adelante de la mano del campo” quien habla es Daniel Pelegrina presidente de la Sociedad Rural Argentina y el pin que cuelga de su saco y dice “comisión directiva”, de pronto pareciera brillar con más fuerza.
Como es sabido, los discursos de unidad, en este caso de unidad nacional, siempre intentan referirse a un “todos” que evidentemente nunca existe.
¿Quiénes serían esa Argentina? O mejor dicho ¿quiénes serían aquellos que salen adelante de la mano del campo?
A mi me da para sospechar que un tipo que representa al uno por ciento del sector social que se queda con mas del 40 por ciento del ingreso nacional generado por millones de trabajadores, pueda si quiera imaginar la cotidianidad más allá de la tranquera de su estancia.
Pero para no pecar de prejuicioso, se me ocurrió encarar a una chica, una moza vestida de gaucha estilo “casual” que vi concentrada sacando brillo a una copa de vino:
Yo - Disculpame, ¿te puedo hacer una pregunta?
Moza - Si, claro.
Yo - ¿Bajo que condiciones estas trabajando acá?
Moza – (Sonrisa) en negro, me llaman para eventos, a veces nos hacen contratos temporales…
Yo - ¿Y cuánto cobras?
Moza – (Ahí la cara se le puso mas seria) La verdad, no se. Te lo dicen cuando termina todo…
Precariedad laboral y sueldo misterioso. Como sospeché, esta chica se estaría quedando afuera de esa “Argentina que sale adelante”.
La realidad es que tan solo un puñado de 4.000 familias patricias concentran la mitad de toda la tierra utilizada para agricultura y ganadería.
Empiezo a entender mejor lo del chori a 130 pe.
La llovizna no cesa y le da un tinte de velorio a la escena plagada de banderas y símbolos patrios, suena el himno y los presentes inflan el pecho como gallo de riña.
Una enorme frase se lee sobre el techo del predio: “Cultivar la tierra es servir a la patria”
Miren que me esfuerzo por no ser tendencioso, pero leer esto en medio de tanta bandera Argentina para después recorrer la feria y ver los stands donde se exhiben los insumos necesarios para la producción agraria, desde la semilla y los agroquímicos hasta los “fierros”, y comprobar que todos están en manos de firmas multinacionales como Monsanto, Bayer, Nidera, Deere & Company, parece un chiste de mal gusto o el mejor ejemplo de bipolaridad campesina.
Por último, la reina mundial de todas las metáforas…
"Sigamos sembrando confianza" salió de la boca de Gabriela Michetti, por cierto, primera mujer (capitalista) en inaugurar una feria de la Sociedad Rural, mérito que llena de sororidad a las feministas burguesas de pañuelo celeste. Sin embargo, ella es solo una vocera, la autoría de tremenda reflexión corresponde al máximo representante del Estado: Don gato, el señor Mauricio Macri.
Como un globo pinchado que se desinfla lentamente, la frase sonó a plegaria frente a quienes hoy, junto a los bancos, tienen el poder real para sostener al felino sobre el sillón de Rivadavia.
A esta altura de la mañana no me sorprende que Macri hable desde Sudáfrica y en nombre de la “integración mundial”, país donde aproximadamente una cuarta parte de la población se encuentra desempleada y vive con menos de 1,25 dólares al día.
Como se ve, no solo la moza, y no solo en Argentina, las grandes mayorías populares se estarían quedando afuera del tan famoso “progreso” que con cinismo anuncian los y las voceras del uno por ciento mas rico del planeta.