Grupos neonazis volvieron a marchar en la capital del país, las detenciones fueron hacia migrantes y antifas. Esta vez escoltados por la policía. Son los mismos grupos que hace dos semanas realizaron agresiones a nicaragüenses en el parque de La Merced.
Lunes 3 de septiembre de 2018
Esta concentración se suponía iba a ser una gran movilización nacionalista y xenofóbica, sin embargo apenas contó con la presencia de unas 150 personas, muy por debajo de las cerca de 5000 reunidas el fin de semana anterior en marcha de solidaridad con la comunidad nicaragüense.
Como medida de presión contra la acción fascistizante, un conjunto integrado por una organización política, por colectivos y activistas, realizó un piquete cultural en el parque de La Merced, a partir de las diez de la mañana y hasta las dos de la tarde. Era evidente la simpatía que la actividad generó en la comunidad nicaragüense.
Al terminar el piquete inició la marcha xenofóbica, que cambió de ruta una y otra vez durante la semana. La convocatoria fue muy reducida y estuvo encabezada por un grupo neonazi, sectores de clase media y grupos descompuestos, que pretenden fungir como grupo de choque. La misma contó con la escolta de decenas de policías que se encargaron de acompañar y resguardar la movilización durante varias cuadras. Participantes de la marcha se quejaban sobre el pequeño tamaño de la misma, que se terminó disgregando en el centro de San José.
Más tarde, los operativos policiales en La Merced contra la población nicaragüense continuaron, al punto que hubo dos mujeres detenidas, presuntamente por problemas migratorios. También fueron arrestados cuatro activistas antifa, sin que se conozca la delegación donde están ni los cargos que presumiblemente les imputaron. Todo esto en medio de un operativo policial muy amplio.
Son estas prácticas policiales, de arrestar migrantes y activistas de izquierda, a la vez que dejan marchar impunemente a neonazis y nacionalistas, los que envalentonan aún más a la extrema derecha y desmoralizan a la comunidad migrante, que actualmente enfrentan la brutal represión y persecución del régimen de Daniel Ortega.
Por ahora, en la medida en que está anunciada una huelga general indefinida por parte de importantes sindicatos, queda puesta la mesa para que la clase trabajadora asuma como su bandera las reivindicaciones de la población migrante y encabecen la lucha para conquistar plenos derechos para trabajadores nativos o migrantes. Queda en los manos de los sindicatos apropiarse de estas demandas y de realizar un claro llamado a organizaciones sociales y de izquierda, de derechos humanos, a la juventud y sectores populares para ampliar la solidaridad con el conjunto de los trabajadores migrantes que se encuentran en Costa Rica.