Según un informe de ADECCO se agranda la brecha remunerativa entre las élites directivas y ejecutivas de las empresas y la mayoría de los trabajadores.

Juan Carlos Arias @as_juancarlos
Miércoles 18 de septiembre de 2019
Según el informe de la consultora Spring Professional perteneciente a ADECCO, multinacional del trabajo temporal, un directivo de banca está cobrando una media de 300.000 euros brutos anuales en 2019. O lo que es lo mismo la nada despreciable cifra de 21.428 euros mensuales, si lo traducimos a razón de 14 pagas para hacer el dato homologable con lo que reciben la mayoría de los trabajadores de a pie y poder visualizar mejor la comparación entre unos y otros.
Este sector es el que resulta mejor pagado entre la élite tras analizar 420 puestos de trabajo en los 14 sectores económicos más relevantes en el mercado laboral español tal y como se ha hecho en el estudio realizado.
El informe se publicó el martes pasado y elaboró una lista clasificatoria de 28 puestos con los salarios más elevados.
Lo que contrasta vivamente y resulta absolutamente ignominioso y obsceno es que mientras estos directivos se embolsan esas cantidades ingentes de dinero, el sueldo más habitual en el Estado español para los trabajadores que son quienes sostienen la actividad económica real y por lo tanto son los que realmente producen riqueza, no alcanza más que los 17.482 euros anuales, o lo que es lo mismo 1.248 miserables euros brutos mensuales, según datos del INE de 2017, los últimos publicados. Estos importes implican que los trabajadores que ingresan el salario más habitual están un 1.716% por debajo del ingreso de las élites directivas más potentes.
El salario medio (un dato bastante distorsionado para conocer la realidad de la remuneración de los trabajadores por la distorsión entre salarios) en el mismo 2017 no suponía más que un ingreso de 23.646 euros anuales, o lo que es lo mismo 1.689 ridículos euros brutos mensuales, aunque la mayoría de los trabajadores no los obtienen como hemos visto. Esto implica un ingreso inferior al de las élites directivas que alcanza el 1.268%.
No hablemos ya de las enormes diferencias si comparamos estas cifras con el salario mínimo, recién subido en un 22%, pero que apenas alcanza los 12.600 euros brutos anuales, con lo que se queda por debajo de los 1.000 euros brutos, no son ni mileuristas, si lo traducimos en 14 pagas. Y teniendo en cuenta, también, que en muchos sectores de trabajadores especialmente precarizados o todos los que tienen contratos a tiempo parcial, por ejemplo, ni siquiera alcanzan el salario mínimo.
La huelga de trabajadores de Telepizza, reivindicando la aplicación del salario mínimo que ni siquiera alcanzan, o la denuncia también de trabajadores agrícolas que tampoco llegan al salario mínimo ha ejemplificado claramente la situación en la que se encuentran amplios colectivos de trabajadores y el nulo interés del Gobierno del PSOE por imponer el salario mínimo que él mismo ha legislado. Y demostrando una vez más que las únicas mejoras reales en las condiciones salariales y de trabajo se imponen por la vía de la lucha de clases directa e independiente de la clase trabajadora.
Reconversiones y despidos en la banca
El sector de la banca en el Estado español durante la última década ha eliminado nada menos que 100.000 empleos y ha hecho desaparecer 20.000 sucursales, según datos de la Asociación Española de Banca.
El último informe sectorial del Bank of America Merrill Lynch señala que según sus previsiones la banca española tendrá que seguir aplicando un duro sistema de ajuste para mantener la rentabilidad que exigen los grandes accionistas y la solvencia exigida por las autoridades europeas, dada la crisis financiera todavía no totalmente resuelta, en un entorno de intereses negativos o muy bajos que se espera duren bastante tiempo. Por ello, se aventuran posibles cobros a particulares por mantener sus depósitos en los bancos y, sobre todo, otra dura e intensa vuelta de tuerca a los despidos y cierres de oficinas al tener que recortar un 30% los costes existentes actualmente.
Estas reconversiones y despidos, al margen de la enorme pérdida de empleos se realizan sobre todo a costa de los recursos públicos, dado que se efectúan mediante procedimientos que implican en gran medida la externalización de los costes a los recursos públicos del Estado, mediante jubilaciones anticipadas.
Mientras tanto, los grandes accionistas y los ejecutivos y directivos se embolsan enormes dividendos y retribuciones incluyendo fondos de pensiones millonarias, todo ello a pesar de ser parte de los responsables de la crisis financiera de 2008. Además de defraudar y evadir impuestos de manera continuada y masiva, como se ha visto en multitud de casos como las tarjetas Black de Bankia, antigua Caja de Madrid.
En esta línea, en el mes de mayo de este año saltó la noticia de que el Banco de Santander propuso a los sindicatos 3.713 despidos y el cierre de una de cada cuatro oficinas, lo que supone reducir la plantilla del banco en un 11% y las oficinas un 26,4% de la red actual. Este recorte se suma al realizado después de la integración del Banco Popular, adquirido por 0 euros, y que ya supuso el despido de 1.100 trabajadores, el 70% de ellos del antiguo Banco Popular.
Todo el proceso contando con el beneplácito de las burocracias sindicales de CC.OO. y UGT que han dado soporte sindical, facilitando la absoluta paz social para asegurar las reconversiones más duras de los sectores económicos, no solo de la banca, durante décadas en el Estado español.
En el resto de la banca, BBVA, La Caixa, etc. ha realizado y está realizando procesos similares y con las mismas consecuencias.
Las cúpulas sindicales de CC.OO. y UGT actores y garantes principales de la paz social
La mejora económica tras la crisis de 2008 experimentada a partir de 2014 en el Estado español, se debió al cambio de políticas respecto a la financiación de la deuda pública diseñada por el BCE y sobre todo a la enorme devaluación salarial que devastó las condiciones de vida de la clase trabajadora, llegando a algunos sectores de trabajadores al 30% de pérdida salarial. Lo que implicó mejorar la competitividad de la economía española y un fuerte incremento de las exportaciones. Todo ello con un ingente “ejército de reserva” de los trabajadores que supuso un paro cercano al 27%.
Todo este proceso se logró entre otras medidas con dos fuertes reformas laborales que atacaron muy gravemente los derechos de los trabajadores, la de Zapatero de 2010 y la de Rajoy de 2012.
Respecto de la primera no hubo ninguna contestación de las direcciones sindicales de CC.OO. y UGT, mientras que respecto de la de Rajoy hubo dos huelgas generales convocadas a regañadientes y, posteriormente, una aceptación tácita puesto que no se volvió a convocar ninguna otra movilización ni campaña de luchas contra la reforma laboral de Rajoy.
A la vez que hacían esto, fueron firmando acuerdo tras acuerdo de moderación salarial con la CEOE en los tristemente conocido por AENC (Acuerdo Nacional para el Empleo y la Negociación Colectiva), de los que se han firmado hasta cuatro, el último en 2018. Todos ellos basados en la moderación salarial.
Así, por ejemplo, acordando en el III AENC para el período 2015 y 2016 subidas del 1% y el 1,5%, después de la brutal devaluación salarial sufrida y la enorme precarización, cuando el PIB en 2015 subió un 3,8% y en 2016 también lo hizo por encima del 3%.
Mientras en lo más duro de la crisis, en el I y II AENC prácticamente se congelaba el salario en el acuerdo y, solo en función del crecimiento del PIB se establecían posibles subidas, siempre muy por debajo del PIB, con crecimientos del 0,5 para 2012, y entre el 0,6% si el PIB superaba el 1% o hasta un 2% si superaba el 2%, para 2013 por ejemplo. Subidas máximas que además ni siquiera se alcanzaron, de ahí el incremento de las rentas de capital frente a las del trabajo.
Hoy como ayer sigue siendo imprescindible romper las ataduras que mantienen las burocracias sindicales de CC.OO. y UGT sobre el movimiento obrero, que mantienen contenidas y fragmentadas las luchas sindicales, fomentado la pasividad, la apatía y la resignación entre amplias capas de la clase obrera. Sobre todo teniendo en cuenta que las condiciones objetivas para que se desarrollen nuevas e intensas luchas laborales están actualmente muy presentes dadas las condiciones económicas que se están produciendo y las que se van a ir gestando irremediablemente, en un contexto de fuerte desaceleración económica cuando no de posible recesión económica.
Por ello hay que impulsar las asambleas democráticas de trabajadores, la creación de cajas de resistencia, la extensión y unificación de los conflictos, la búsqueda de la solidaridad y complicidad de las luchas con las clases populares y las delegaciones representativas inter-empresas para general el caldo de cultivo que permita dar continuidad y solidez a las luchas y movilizaciones de los trabajadores.

Juan Carlos Arias
Nació en Madrid en 1960. Es trabajador público desde hace más de 30 años y delegado sindical por UGT de la Consejería de Políticas Sociales y Familia de la Comunidad de Madrid. Es columnista habitual de Izquierda Diario en las secciones de Política y Economía. milita en la Corriente Revolucionaria de Trabajadores y Trabajadoras (CRT) del Estado Español.