El ministro de Habitat Jorge Ferraresi anunció el lanzamiento de una nueva línea de créditos. Aunque desde el Gobierno quieran disfrazarlo de solidario con quienes perciben apenas un salario mínimo, las condiciones que impone el plan dejan afuera a millones de personas del sueño de la casa propia.
Jueves 29 de julio de 2021 11:00
El Ministerio de Desarrollo Territorial y Hábitat de la Nación reabrió este miércoles la inscripción para que personas que perciben mensualmente un piso equivalente a no menos de un Salario Mínimo Vital y Móvil accedan a un crédito hipotecario a través de la línea Créditos Casa Propia. Eso sí, el primer requisito es tener un “lote” propio y tener un trabajo en blanco.
Según lo informó el propio ministro Jorge Ferraresi, este plan de construcción de viviendas está destinado a quienes perciban un Salario Mínimo Vital y Móvil, que podrán resultar beneficiarios de un crédito de hasta $ 4,3 millones con un plazo máximo de devolución de treinta años y con cuotas ajustadas por la nueva fórmula Hog.Ar de actualización de capital basada en la evolución del Coeficiente de Variación Salarial (CVS).
“Las políticas públicas tienen que llegar para quedarse y esa es la idea de estas iniciativas que llevamos adelante junto a todo el Gabinete nacional, y a los gobiernos provinciales y municipales”, dijo Ferraresi este miércoles en un acto de lanzamiento de esta línea de créditos. “Seguimos ampliando derechos como nos pide el presidente Alberto Fernández para que más argentinos puedan acceder a su casa propia”, agregó.
Te puede interesar: A un año de Guernica. Crisis habitacional: más de tres millones de personas viven en terrenos o viviendas tomadas
Te puede interesar: A un año de Guernica. Crisis habitacional: más de tres millones de personas viven en terrenos o viviendas tomadas
Según lo planificado por le Ministerio, este nuevo plan no requerirá ahorros previos y podrán inscribirse quienes cumplan los requisitos detallados en las bases y condiciones que están disponible en la página web del programa. Pero la sola lectura de los requisitos publicados por el Ministerio de Desarrollo Territorial y Hábitat deja afuera a mucha gente que hoy no tiene vivienda en Argentina y no podrá siquiera anotarse para postularse a un crédito del plan “Casa Propia”.
Uno de los requisitos es tener un terreno propio (o de familiares directos) “escriturado antes del 31/8/2021”. Otro es “contar con ingresos provenientes de trabajos formales, jubilaciones y/o pensiones. La suma de los ingresos mensuales netos del grupo familiar deberá estar entre los $ 27.000 y $ 175.000”. A su vez, “no registrar antecedentes financieros desfavorables en los últimos 9 meses”. Y tener “12 meses de antigüedad en la actividad (empleados/as e independientes)”. Es decir que la “oferta” de créditos es para un sector de la población que cada vez está compuesto por menos personas.
En la Argentina gobernada desde hace 600 días por les Fernández, Ferraresi y compañía, más de tres millones de personas viven en terrenos o viviendas “tomadas”, es decir que no son propietarias y ni siquiera pueden pagar un alquiler. Pese a las promesas del Frente de Todos, los problemas para tener un techo son cada vez más graves y más de la mitad de la población vive en hogares que carecen de al menos un servicio básico. Pero encima el Gobierno recortó en más del 10 % el Presupuesto 2021 en el ítem “vivienda”, con el objetivo de seguir pagando la deuda externa.
Como explicaba a fines de junio Matías Hof, según el propio Indec un tercio de las y los asalariados en Argentina son “informales” (32,4 % del total), que perciben ingresos mucho menores al promedio y carecen de derechos laborales. “El ingreso promedio de este sector es de $ 22.385, por este motivo en su gran mayoría forman parte de familias que no pueden cubrir la canasta de consumos básicos calculada por el Indec, quedando por debajo de la línea de pobreza”, dice el economista de La Izquierda Diario. Una situación similar viven muchas y muchos empleados públicos, contratados por el Estado bajo modalidades de extrema precariedad.
En otro artículo de esta semana, referido el problema habitacional,
Hof detalla que “entre abril de 2020 y abril de 2021 los bancos ganaron $ 142.000 millones, son $ 13.000 millones más que el presupuesto nacional vigente para vivienda y urbanismo para este año. El Gobierno viene destinando fondos muy escasos, en 2020 la categoría, vivienda y urbanismo, recibió la menor cantidad de recursos de al menos la última década, un 0,11 % del PBI. Podrán poner de excusa la cuarentena, pero en el Presupuesto 2021 tampoco es una prioridad la vivienda, lo adjudicado para ese fin es apenas un cuarto (en términos reales) de lo que fue ejecutado en 2015, el año en que finalizó la presidencia de Cristina Kirchner. ¿A quién están eligiendo en realidad?”
A su vez, tal como lo demostró recientemente Pablo Anino en su news letter semanal “El juguete rabioso”, el universo de trabajadoras y trabajadores no registrados asciende a 4,6 millones de personas. Si se contempla, arbitrariamente, que por cada uno de esos puestos de trabajo informales hay un hogar con dos integrantes, se está hablando de una población de casi diez millones de personas. A quienes habrá que sumar a los dos millones de desocupadas y desocupados que el propio Indec calculó en el primer trimestre de este año.
Así, para millones de personas que viven en barrios populares y trabajan todos los días en Argentina el “sueño de la casa propia” sigue siendo un sueño. Por más líneas de crédito que se abra con un nombre tentador.
Es un asunto de opción política y de medidas económicas de fondo. ¿Cuánto costaría la integración urbana de las casi 4.500 villas y asentamientos que hay en el país? Según datos del Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (Cippec) relavados por Hof, requeriría U$S 26 mil millones. “Con la mitad del préstamo otorgado por el FMI en 2018 alcanzaba para mejorar la habitabilidad de más de cuatro millones de personas, pero la deuda fue destinada en su mayoría a la fuga de capitales y pagar préstamos anteriores”, concluye nuestro columnista.
Redacción
Redacción central La Izquierda Diario