Denuncian que la Bonaerense negó información sobre el paradero de los detenidos mientras los retuvo incomunicados durante horas dentro de la planta, como si fuera un centro de detención.
Sábado 15 de diciembre de 2018 01:06
Luego de la brutal represión y cacería que llevó adelante la Policía Bonaerense en el acampe pacífico que mantenían frente a la planta en la pelea por su reincorporación y pagos adeudados, fueron detenidos trabajadores y vecinos, arrancados de sus casas del barrio San Ignacio cuando intentaban auxiliar a los obreros que corrían para resguardarse de las balas de goma y gases.
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La policía, en complicidad con la patronal, durante horas mantuvo a los detenidos incomunicados dentro de la planta, y se negó a dar información sobre el paradero de los mismos a familiares y compañeros de trabajo que desesperadamente los buscaron por todas las comisarías de la zona y aledaños, dijeron a este diario familiares y compañeros de trabajo. La Bonaerense le negó todo tipo de derecho a poder ver a sus abogados para tramitar su liberación.
Minutos antes de la medianoche, mientras sus compañeros se encontraban frente a la avícola en medio del barrio que sigue militarizado, exigiendo su inmediata libertad se conoció que los cinco detenidos fueron separados y alojados en las comisarías Segunda y Octava de Lomas de Zamora. Además, mañana serán trasladados al Polo Judicial de Esteban Echeverría para tomarles declaración.
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Por este ataque brutal a los derechos democráticos elementales de cualquier persona que sea detenida por la fuerza pública, hicieron responsable también, al gobierno de la Provincia de Buenos Aires que debería velar por la integridad de sus compañeros.
Esta represión y cacería fue ejecutada por la Policía de Vidal y Ritondo que es responsable de la muerte de diez personas a raíz de un incendio en una comisaría del mismo municipio cuyo intendente es Fernando Gray, y que estaba clausurada desde marzo.
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Los trabajadores exigen a la gobernadora Vidal que cumpla lo que dijo cuando reinauguró la planta: “que los obreros de Cresta Roja volvamos a trabajar”, porque detrás de cada obrero de Cresta Roja hay una familia y mujeres que sufren por la desocupación y la pobreza: una de las formas de violencia.
