Tras la suspensión del acuerdo entre Argentina y China para la construcción de una cuarta central en el país se abre un nuevo interrogante para la actividad nuclear ¿cuáles son sus alcances de la nueva crisis?
Martes 29 de mayo de 2018 10:55
El sector nuclear en Argentina es uno de los sectores que más se destacan regionalmente por la producción de hitos científico tecnológicos en el país pero también como referencia de producción de conocimiento y tecnología para otros países.
Actualmente, en medio del ajuste que está en curso, y el aún mayor que se prepara con la llegada del FMI, trabajadores especialistas de distintos campos y ramas de la actividad ven con temor el progreso de este ajuste que puede llevarse puesto los avances creados con años de trabajo, muchas veces con esfuerzo personal a pesar de las directivas y prioridades de los distintos gobiernos.
Hoy el sector nuclear se encuentra completamente disgregado, a causa de las reformas neoliberales que se aplicaron durante el gobierno de Menem, y mantuvo el kirchnerismo, que dividió en diferentes empresas con categoría de “sociedades estatales” a sectores que componían la Comisión de Energía Atómica, organismo creado para la producción investigación y control de la actividad nuclear en argentina hace más de 60 años.
El presupuesto de los organismos de Ciencia y Tecnología viene siendo un tema de discusión desde fines del año pasado, donde ya con una audiencia en el Congreso con diputados de distintas fuerzas, entre ellas el FIT, trabajadores de los diferentes organismos denunciaban esta situación.
Allí en el caso de la CNEA se destacaba que el presupuesto reducía en un 30 por ciento para actividades de mucha relevancia como por ejemplo los centros de atención pública de tratamientos oncológicos en los que colabora la institución, ni hablar el resto de las actividades. Esto ya llevó a la paralización de algunos sectores por no contar con los fondos suficientes para su funcionamiento.
Otra situación que los trabajadores del sector nuclear denuncian es la precarización laboral, distintas formas de contratación pueblan el plantel en hasta un 50% del total del país, esta situación, generada por la política menemista, utilizada por el kirchnerismo y llevada al extremo por el macrismo, se convierte en la amenaza más importante para miles de trabajadores del sector nuclear que vieron como durante el último periodo fueron el blanco del ajuste macrista.
En el caso de las empresas “sociedades estatales” el esquema implementado por el menemismo ya comenzó a demostrar que tiene fisuras por donde los proyectos privatizadores más ambiciosos del macrismo pueden entrar.
Por ejemplo como pasó con la empresa Dioxitek encargada de la provisión de materia prima para los combustibles que utilizan la centrales nucleares Atucha y Embalse, que por una directiva del Ministerio de Energía (dirigido por Aranguren, CEO de Shell) la CNEA pudo deshacerse de sus acciones para colocarlas en el mercado.
¿Qué pasaría si en el futuro la encargada de gerenciar las centrales nucleares NASA corriera el mismo futuro? Esta misma empresa, donde la participación accionaria de la CNEA es mayoritaria, ahora amenaza con despedir a cientos de empleados que se preparaban para la construcción de Atucha III. Asimismo en la privatizada CONUAR de Perez Companc (Que tiene el monopolio de la fabricación de los combustibles para las centrales que proveen energía eléctrica en el país) empiezan a correr los mismos rumores.
La situación actual más crítica hoy es la de los trabajadores de la PIAP (Planta Industrial de Agua Pesada) también proveedora de las centrales nucleares, donde sus trabajadores están en conflicto y comienzan a coordinar con el resto de los sectores en lucha de la provincia de Neuquén.
La energía nuclear en Argentina nunca dejó de ser polémica, los problemas ambientales causados por la desidia capitalista en distintas partes del globo minaron la confianza de la población en este tipo de actividad. Pero no se puede dejar de lado la importancia que tiene el desarrollo no sólo de la producción de energía sino del conjunto de las actividades relacionadas a actividad con elementos radioactivos, para la soberanía energética y tecnológica. No por nada esta actividad está duramente regimentada por organismos internacionales dirigidos por el imperialismo yanqui, que con la excusa de controlar la proliferación del armamento nuclear, regula hasta donde puede cada país desarrollar su propia tecnología.
Son los trabajadores quienes pueden tomar la posta para el desarrollo de un verdadero plan nuclear que busque el máximo desarrollo tecnológico en función de las necesidades populares y con un control común junto a organismos de usuarios que planifique la relación con el medio ambiente.
Es posible una provisión de energía eléctrica a bajo costo para todos los hogares, las más avanzadas técnicas para el desarrollo de un sistema de medicina nuclear que sea en función de solucionar los problemas de salud del conjunto de la población y no de los negocios de unas pocas manos, así como el desarrollo de las mejores técnicas para el desarrollo industrial, la obra pública, la alimentación de calidad y variadísimas actividades.