Sumido en una grave crisis institucional provocada por una dirigencia altamente irresponsable, el Rojo de Avellaneda se prepara para el clásico ante Racing con nuevo DT. ¿Cuáles son las perspectivas?
Augusto Dorado @AugustoDorado
Sábado 15 de abril de 2023 22:00
Néstor Grindetti (intendente de Lanús y dirigente de Cambiemos) en calidad de presidente interino de Indpendiente posa junto al flamante DT Ricardo Zielinski y al manager deportivo Pablo Cavallero.
En una semana que arrancó con la insólita renuncia este martes de Fabián Doman como presidente de la institución a apenas 6 meses de haber resultado electo, el universo de Independiente deposita un halo de esperanza en un resultado favorable en el clásico ante la Academia para la tarde de este domingo con el envión que se supone que podría darle la asunción de un nuevo entrenador, el experimentado Ricardo Zielinski. ¿Qué tanto pueden cambiar las cosas con un buen papel frente a un Racing que aunque no llega bien futbolísticamente tiene mejores chances para el derby de Avellaneda?
Para empezar por la realidad más cruda: cuando abordamos el problema institucional de Independiente no estamos hablando de una leve crisis política sino de un problema estructural que viene de arrastre de por lo menos 25 años de dirigencias irresponsables y por momentos directamente dañinas, de diversos signos de la política partidaria del club. Aunque la lista gobernante en cada una de esas etapas es una anécdota circunstancial porque son varios los personajes que panquequearon, llegaron y se bajaron, y en definitiva participaron de las distintas Comisiones Directivas a las que se les puede adjudicar la debacle actual de Independiente: el caso más saliente de los que todavía no saltaron a los botes es el de Cristian Ritondo, artífice de la llegada de un clan Moyano que terminó su segundo mandato con los niveles de repudio más altos que se recuerden en la historia roja, artífice también de la “experiencia Doman” (el propio conductor de programas de chimentos agradeció en su carta de renuncia únicamente a Ritondo). Una aventura impulsada por sectores duros del PRO (o Cambiemos) que -como toda aventura- incluye momentos de comedia y episodios trágicos. Tiene una combinación de ambas cosas la irresponsable y cobarde renuncia de Fabián Doman (alguien que era ajeno a la vida del club, al que nadie recuerda haber visto en la Doble Visera de cemento, antigua cancha del Rojo). La coalición Unidad Independiente tuvo la paradoja -como las internas de la política nacional tanto oficialistas como de la oposición de derecha- de mostrar de todo menos “unidad”: con promesas de “lluvia de inversiones”, lo primero que empezaron a gotear fueron renuncias. Primero Juan Marconi, ahora directamente la cabeza del engendro, Doman, al que votaron el 72 % de socios y socias como expresión de rechazo a Moyano. Increíblemente en declaraciones post renuncia a TyC Sports, Doman se adjudicó el rol de haber “sacado a Moyano” como mérito propio. Lo más sensato lo expresó uno de los periodistas con los que dialogaba: “Pero se está incendiando Independiente…”, diagnosticó acertadamente ante los argumentos impávidos de un pávido que quedará en la historia del club como una triste nota al pie.
Después de su triunfo en noviembre de 2022, @AugustoDorado analizó qué significaba el triunfo de #FabianDoman y dejó algunas pistas de lo que podía venirse, tristemente para #Independiente, aún tras haber sido derrotado Hugo #Moyano.https://t.co/ok3d1OJJtn
— La Pelota Siempre al 10 ⭐⭐⭐ (@SiempreAlDiego) April 11, 2023
Pero las estadísticas de esta crisis son lo realmente preocupante: un nivel de deudas impagable, un túnel sin salida, la posibilidad de algún grado de quiebra y pérdida de patrimonio, todo producto de juicios de exfutbolistas en los que apostaron estas dirigencias y que ni siquiera resultaron en nada mínimamente significativo desde lo deportivo para Independiente. Cualquier dirigencia se puede equivocar en la apuesta por un jugador, en lo que no deberían poder equivocarse es en el equilibrio de la economía de la institución. Pero en estos 25 años de sequía deportiva (con la única excepción del año 2017 y la conquista de la Copa Sudamericana) lo que abundaron fueron las aventuras y la timba también en este plano: un sinnúmero de contratos que en su mayoría redundaron en pérdidas para el club, lo que se agravó en el segundo mandato del moyanismo, teniendo en cuenta que las transferencias y contratos de “figuras” se realizan en euros o dólares y el impacto de la economía nacional sobre esos movimientos tuvo consecuencias catastróficas en el fútbol argentino. Pero en esos 25 años se agudizó la cuesta abajo con un personaje que ahora resurge como un “loco simpático” admirado por hinchas de diversos clubes porque canta sin rodeos sus “verdades”: Andrés Ducatenzeiler, que actualmente como youtuber enciende el ventilador y salpica a medio mundo (en varios casos con denuncias que pueden tener validez y sustento), pero que empezó (o agudizó) la timba de las cuentas en Independiente. No es una metáfora, el Casino de Puerto Madero lo supo tener como asistente privilegiado. Pero luego siguieron los Comparada (socio comercial de Moyano desde el ramo del seguro), el intento fallido de Javier Cantero (que fue ungido por el hartazgo y la rebelión de una mayoría de hinchas contra la barra brava de aquel momento que actuaba como fuerza de choque del oficialismo), un Cantero que empoderó a la políticamente camaleónica Floriencia Arietto para restarle hegemonía a esa barrabrava y huyó dejando dos barras y media y un descenso, luego una primera gestión de Hugo Moyano junto a los Ritondo, Grindetti, Damiani y Montaña y una segunda en la que los remolinos de la política nacional los depositó en veredas diferentes y por eso también se distanciaron en el club (recordemos que durante el macrismo Moyano tuvo momentos amistosos con el gobierno de “Mauricio”). Así las cosas, este 2023 encuentra a Independiente en una de las peores crisis en 118 años de historia.
Cambio de DT: el fusible equivocado
Ante este panorama, la preocupación central cada un promedio de 6 meses (a veces menos) es un puesto que pareciera tener la jerarquía de cuestión de Estado: el DT que encarrile al primer equipo que casi siempre, año tras año, deambula por la mitad de la tabla (si se trata de un año relativamente tranquilo). Si un auto tiene problemas de arranque es muy probable que haya que cambiar la batería o mirar el carburador. Pero en Independiente hace años que se cambian los neumáticos. Y el auto no arranca o arranca un cachito y se frena.
En este fútbol argentino de ansias resultadistas desenfrenadas gobernado por estadísticas sin contexto, cuando se recuerde al pobre Leandro Stillitano se hablará de su porcentaje de efectividad para sacar tantos puntos en la tabla de posiciones. Poco importará si asumió en una situación en la que el club no podía incorporar futbolistas de jerarquía por pesar inhibiciones judiciales sobre la institución. No importará si es alguien que ni siquiera pudo demostrar en 6 partidos si era bueno, regular o mal entrenador. No arranca el equipo, chau neumático. Pedro Damián Monzón, un hombre que ama a Independiente al punto de haberse retirado como jugador en la casi pobreza y viviendo en una pensión en Alsina y Colón luego de haber sido ídolo, resurgió un tiempo después como DT pero las veces que le tocaron interinatos en el Rojo tuvo que arreglarse con lo que había, nunca pudo elegir futbolistas. Y sin embargo será comparado en “efectividad” con Ariel Holan que tuvo el mérito del último gran momento de gloria roja pero que siempre dispuso de elegir como en un shopping. Y así pasan los años, se acumulan los contratos y las deudas con entrenadores que no finalizan su ciclo. Se cambian los neumáticos, pero nunca los fusibles correctos.
"Tengo las mejores expectativas, vamos a ponerle el pecho a la situación. La gente va a ser fundamental, le pido que apoye como lo hizo siempre y no tengo duda que vamos a salir adelante".
🎙️ Ricardo Zielinski en conferencia de prensa. pic.twitter.com/TTs7LdNAUy
— C. A. Independiente (@Independiente) April 14, 2023
La llegada de Ricardo Zielinski puede salir bien para la vara tan baja que dejó esta dirigencia de los últimos 25 años: zafar de los últimos puestos, despertar de la pesadilla de un posible aunque poco probable descenso. Es un DT experimentado, idóneo para momentos difíciles, y que además se caracteriza por cierta prolijidad defensiva que es una de las grandes falencias del plantel actual. También puede pasar que dentro de 10 partidos los dirigentes lo abandonen en boxes al Ruso.
En un fútbol argentino que -como planteó Ángel Cappa en una entrevista reciente- está lamentablemente limitado a ser proveedor de “materia prima”, de jugadores, a mercados económicamente más holgados, la única posibilidad de mejora está en fortalecer el trabajo de divisiones inferiores, contar con entrenadores capaces de formar jugadores con la paciencia que eso requiere, alejados de la presión de los resultados. Ese aspecto parece no preocupar a nadie. En ninguna plataforma había nada al respecto y la gestión Doman improvisó apenas asumida con un ignoto Fernando Kuyumchoglu para ocupar ese papel (coordinador de Divisiones Inferiores), alguien sin ningún pergamino y ajeno a Independiente. Las inferiores siguen a la deriva. La muestra empírica de la importancia que tienen está en que en las últimas décadas Independiente sí formó buenos arqueros, incluyendo al campeón mundial Dibu Martínez, porque aportó su trabajo el legendario Pepé Santoro.
La única esperanza, mientras no se produzcan ese tipo de mejoras, está en que como hinchas podamos entender lo importante de no cargar con más presión a un plantel poco curtido y que hace lo que puede, que velemos por que se conozcan al detalle los estados financieros y cada mínima transferencia que se realice en el club y que no dejemos de movilizarnos por defender nuestro patrimonio y nuestra historia, que en definitiva son nuestra identidad y parte de nuestra vida.