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Red Internacional
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Vivienda. Crisis habitacional: el sueño frustrado de la clase obrera y migrante

Una de las más sentidas demandas que surgieron de los gritos del pueblo durante el Estallido Social, pero que fueron callados por el gobierno opresor de Sebastián Piñera. Problemática de la cual este régimen de los 30 años jamás se hizo cargo y acrecentado aún más por la crisis migratoria, la pérdida de empleos a causa de la pandemia y los sueldos de miseria. Boric promete aplacar el déficit focalizado en los campamentos, pero omitiendo al sin fin de familias que viven de allegados o en carísimos arriendos.

Lunes 28 de febrero de 2022

Una de las más sentidas demandas que surgieron de los gritos del pueblo durante el Estallido Social, pero que fueron callados por el gobierno opresor de Sebastián Piñera. Problemática de la cual este régimen de los 30 años jamás se hizo cargo y acrecentado aún más por la crisis migratoria, la pérdida de empleos a causa de la pandemia y los sueldos de miseria. Boric promete aplacar el déficit focalizado en los campamentos, pero omitiendo al sin fin de familias que viven de allegados o en carísimos arriendos.

La falta de estudios serios por parte de los gobiernos de estos últimos 30 años, y la nula voluntad por resolver el déficit habitacional por parte del gobierno empresarial de Sebastián Piñera han sido sin lugar a dudas las principales causas del aumento de campamentos precarios en el país. Si sumamos a ello el desenfrenado aumento del precio de las viviendas y del suelo y la especulación además de la pésima gestión en cuanto a regulación migratoria por parte de Piñera han hecho que estemos ad portas de un “Estallido Habitacional”. Pese a todo, existen innumerables actores y organizaciones incluido el MINVU, que se adjudican cifras decidoras en cuanto a la cantidad de familias sin vivienda, pero ninguno de sus catastros refleja la realidad dado que difieren bastante entre sí. No se trata de salir a la periferia y contabilizar cuantos viven de allegados o en campamentos una vez a cada cierto tiempo, si las viviendas improvisadas con desechos y las personas en situación de calle resurgen de la noche a la mañana todos los días.

Claro ejemplo de ello es lo que menciona Sebastián Bowen, director ejecutivo de Techo-Chile y Déficit Cero quien asegura que en Chile existen alrededor de 600 mil familias que requieren una vivienda Digna. Añade además que serían 81 mil familias las que viven en alrededor de 1000 campamentos en todo el territorio nacional.

El encarecimiento de la vivienda y las descaradas excusas de gremios, sectores públicos y académicos

Vergonzosos resultan los argumentos de personalidades tanto del sector privado como público al momento de responsabilizar factores causantes de las demenciales alzas del precio de la vivienda.

El director ejecutivo de Techo-Chile, dice están más bien asociados a la vivienda cada vez más inasequible para una gran parte de la población, (eso lo sabemos todos) lo que desencadena que muchos terminen en campamentos. “Y sabemos que si tenemos un país en el que la solución es el campamento, es un país en el que la injusticia y desigualdad nos está ganando la pelea. Y ese es un factor estructural, que es el acceso a la vivienda”, puntualiza. Por otro lado, están los factores coyunturales, los cuales se pueden asociar a factores como el estallido social y la pandemia. “Ciertamente se han conjugado con los factores más estructurales, produciendo este aumento abrupto de la población de campamentos en los últimos dos o tres años”, expresa.

Cosa extraña porque fue justamente la rabia y desesperación de todo un pueblo la que dio origen al Estallido social, donde los gritos fueron por demandas adeudadas por décadas, entre ellas el derecho a una vivienda digna.

Sectores ligados al negocio inmobiliario –como la Cámara Chilena de la Construcción- argumentan que el alto precio se debe a un déficit de suelos, otros, como el Colegio de Arquitectos avalan la idea de que una estricta regulación urbanística hace que los inversores tengan incertidumbre sobre los proyectos y eso los encarece. Desde la academia, en tanto, se argumenta que la vivienda se ha estado usando como vehículo de inversión por parte de los sectores más pudientes, con el objetivo de vivir de los arriendos; y esto, que puede ser muy bueno para esos sectores, está sometiendo a una enorme tensión a una gran parte de la población.
Tal escasez de suelo no es tan cierta, como argumenta la Cámara Chilena de la Construcción, ya que, según el INE, solo en 2018 la superficie autorizada para la construcción aumento en un 14% y las ventas inmobiliarias por otro lado subieron un 10% ese mismo año, lo que indica que la industria Inmobiliaria no se ha detenido, si no en expansión. Pero con fines mercantiles más que de cubrir las necesidades del pueblo trabajador.

"Cuando se deja de ver la vivienda como un hogar y se comienza a ver exclusivamente como un producto mercantil, su condición de bien sin sustitutos y su aumento de valor en el tiempo, la hacen ser competitiva con otros fenómenos especulativos como las inversiones bursátiles, fondos mutuos, o incluso las mismas AFP".

Pero al gobierno y al sector empresarial no le han faltado las escusas, mucho menos por ordenar las regulaciones competentes, siendo esta otra de las explicaciones recurrentes que atribuye el precio de la vivienda a defectos del aparato público, desde normas poco claras hasta políticas que distorsionan los mercados, quedando todo donde mismo, como si con ello debiéramos entender y conformarnos.

Y por último el ya manoseado argumento de que “todo es culpa de gobiernos pasados”, e incluso de gobiernos futuros, como se aventuran en decir actuales actores competentes, como si la desigualdad social y la voluntad de abordar la problemática dependiera de colores políticos.

El precio de la vivienda está disparado en muy poco, pero el estancamiento de las remuneraciones se viene arrastrando de hace mucho más.
Dichos precios se vuelvan difíciles de pagar para cada vez más personas. Frente a estos datos es válido preguntarse si el problema no estará más bien en los salarios bajos y no en los precios, o ambos.

Vivimos con salarios del tercer mundo. Un estudio de la OCDE (2018) estableció que Chile se encuentra entre los países con peores sueldos y empleos más precarios. La Fundación Sol, usando la encuesta CASEN 2017, ha mostrado que los salarios en Chile no reconocen el valor producido en el trabajo, valor que en la práctica es capturado por los sectores sociales dominantes, sectores que, a su vez, concentran gran parte de la propiedad de vivienda y en parte viven de ella. La citada encuesta CASEN muestra que en un 63% de los hogares del quintil más rico existe una importante tasa de ingresos provenientes del arriendo de propiedades urbanas.

La desfavorable relación entre salario y precio de la vivienda genera graves problemas, limita la movilidad de las familias, confinándolas a vivir cerca de hogares con similares niveles de ingresos. rara vez se cumple en Chile la norma de que no se gaste más del 25% del salario en pagar la vivienda, lo que fomenta la segregación residencial. Tan solo en Santiago más del 60% del sueldo se va en arriendo, lo que contrasta con capitales de países desarrollados. Que más queda en regiones y ciudades omitidas en estudios y catastros donde el valor del suelo es igual o mayor de caro gracias a especuladores inmobiliarios, entre ellas Temuco que lidera los índices de pobreza a nivel nacional.

Esta es una realidad dolorosa que se viene arrastrando de mucho antes, las tomas de terreno son históricas en nuestro país, bien sabemos cómo actuó el dictador Pinochet para detener el flagelo, reprimiendo las luchas de los pobladores por exigir un suelo para vivir, e incluso asesinando a sus dirigentes y sus familias con hijos valiéndose de sus pacos y milicos. Nada distinto ha ocurrido con los gobiernos de la ex concertación y su supuesta democracia, y peor aún en las dos administraciones de Piñera. Todos fuimos testigos de la violenta represión que aplico este gobierno criminal en contra de las tomas de terreno en distintas localidades del país y asentamientos de miles de migrantes en improvisadas carpas en Iquique.

¡Todos hablan mucho pero poco hacen! Nadie menciona por ejemplo lo ineficiente de los sistemas de postulaciones a viviendas, o la realidad en la que vivimos miles de allegados por no tener otra opción, el actual instrumento denominado “Registro social de hogares” de poco o de nada nos sirve, lejos de otorgarnos seguridad nos perjudica aún más, es más bien un instrumento funcional al despojo de nuestros derechos y excluyente, además. Muchas familias hemos sido afectadas con dicho registro, puesto que la suma de nuestro precario salario más el eventual ingreso del familiar que nos acoja en su hogar aumenta el total del hogar. Vale decir, aumenta desfavorablemente el porcentaje de vulnerabilidad y por ende disminuyen las posibilidades de obtener algún subsidio, sin mencionar lo difícil que resulta vivir en condiciones de hacinamiento carentes de intimidad o conformar nuestra propia familia como se debe.

Tampoco se menciona de la naturaleza de los contratos de trabajo que originaron la aberrante flexibilidad laboral y la ley de subcontratación que ya a estas alturas son la herramienta de la cual se vale el empresariado para despojarnos de todos nuestros derecho y garantías, contratos por obra o faena que no nos hacen sujeto de crédito ya sea hipotecario u otro para financiar una vivienda.

Ahora nace “Deficit Cero”, una organización según ellos sin fines de lucro, promocionada por ellos mismos pretendiendo que quedemos conformes y esperanzados en que finalmente se está haciendo algo. Cambian el circo, pero con los mismos payasos, puesto que está conformada por los Gremialistas de la Cámara Chilena de la Construcción , el Consejo Nacional de Desarrollo Urbano, ONU Hábitat, el Consejo de Políticas de Infraestructuras, académicos de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Chile y del Centro de Desarrollo Urbano Sustentable y la Facultad de Arquitectura de la Universidad Católica, Sodimac, Fundación Urbanismo y uno que otro comité de vivienda y agrupaciones de campamentos para disimular un poco sus reales intenciones. (Lucrar nuevamente con nuestro derecho a vivienda).

Ya debemos dejar la ingenuidad, el letargo y el conformismo. Movilizarnos nosotros mismos como clase trabajadora, y no confiar en entidades gubernamentales y empresarios que no han hecho otra cosa que convertir nuestro derecho a vivienda digna en un bien de consumo durante estos más de 30 años de Capitalismo Criminal.