Así expresó su bronca uno de los manifestantes hoy en París. Pero para Macron, quien se refirió a la protesta en la conferencia de prensa del G20, se trata de “violentos” a los que amenazó de llevar a la justicia. Afirmó que “no permitirá la violencia”, aunque las fuerzas policiales hoy hayan detenido a más de 250 personas y herido a casi un centenar.
Sábado 1ro de diciembre de 2018 16:30
La jornada de este sábado está siendo un punto de quiebre en Francia. Autopistas, aeropuertos, avenidas y hasta puestos de prefectura fueron bloqueados por los chalecos amarillos. Las imágenes transmitidas desde la Place de l’Etoile en la zona del Arco del Triunfo llenas de humo de los gases lacrimógenos lanzados por la policía simbolizan la enorme crisis política que está agudizándose en el país.
Participando de la Cumbre del G20 en Buenos Aires, Emmanuel Macron tenía pactada una conferencia de prensa y no pudo más que referirse a la protesta y la represión en París. Como era de esperarse, quiso reducir el enorme proceso de protesta social a “grupos de violentos” quienes, amenazó, “serán llevados a la justicia”. “Los culpables de esta violencia no quieren ninguna mejora, quieren el caos” afirmó. Y agregó: “Nunca permitiré la violencia”. Paradójicas declaraciones ante la brutalidad policial que vimos hoy en París.
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Uno de los manifestantes declaró ante la cadena BFM TV: “Esto es lo que pasa cuando el pueblo tiene hambre”, explicando de manera contundente las razones sociales profundas que hay detrás de las protestas. La suba de los precios del combustible se transformó en el puntapié de un proceso de movilización de masas que hoy por hoy pide la renuncia de Macron.
El gobierno si bien logró aprobar la reforma laboral antiobrera el año pasado, pagó un alto costo con el desgaste de su imagen presidencial ante las calles repletas de trabajadores en cada una de las jornadas de lucha contra la “loi du travail”.
Y este año, primero con la movilización de los estudiantes contra la reforma del ingreso universitario y luego con la enorme lucha de los ferroviarios, la imagen positiva de Macron cayó a menos de un 25%, la más baja desde que asumió. En un contexto de mucha bronca de las masas, con un 9% de desocupación, el descontento social está estallando en las calles, no sólo de París sino de toda Francia. Ciudades como Toulouse, Marseille, Nantes y Nice, entre otras, también tuvieron protestas y bloqueos, y los manifestantes fueron reprimidos, sobre todo en Toulouse.
Pero los hechos que se suceden en París muestran una enorme disposición a la lucha. Ejemplo de esto es que, a pesar de la brutal represión, el número de manifestantes no disminuyó con las horas sino que creció, reconocido por las cifras del propio Ministerio del Interior. Las imágenes de los autos incendiados, las barricadas, la policía deteniendo a más de 250 personas (hasta el momento), hiriendo a al menos un centenar, no amedrentaron a los chalecos amarillos que salieron a las calles con más fuerza, mientras las centrales sindicales hacían una marcha absolutamente folklórica y alejada de la bronca popular.
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El gobierno de Macron está cada vez más debilitado ante el estallido social que está ocurriendo, y expresa una enorme crisis del régimen político, a nivel del Estado. La crisis de gobernabilidad en Francia excede al gobierno de Macron, aunque desde ya que lo incluye. Ya François Hollande había terminado su mandato con sólo un 12% de aprobación, golpeado sobre todo por la lucha del movimiento obrero contra la reforma laboral y los ataques terroristas, la más baja de un presidente durante la V República. Y recordemos que el propio Macron llegó a la presidencia armando un partido para la ocasión (La República en Marcha) ganando en un balotaje frente a la ultraderechista Marine Le Pen. Esa elección ya expresaba la falta de representatividad de los partidos tradicionales en Francia, sobre todo, el hundimiento del Partido Socialista.
Aún está por verse como se desarrolla el movimiento de los chalecos amarillos, que no tiene claros dirigentes, sólo voceros autoproclamados, que tiene un fuerte componente espontáneo aunque con una clara disposición a la lucha y el comienzo de una unión con el movimiento obrero organizado, como los ferroviarios. Lo que sí está claro es que al gobierno francés la lucha de clases le estalló en la cara. Y la única respuesta es la represión.