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Red Internacional
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Editorial. Cristina y su época

Una carta, varios destinatarios y un debate programático. Editorial de “El Círculo Rojo”, programa de La Izquierda Diario que ese emite los jueves de 22 a 24 h por Radio Con Vos, 89.9.

Fernando Rosso

Fernando Rosso @RossoFer

Jueves 15 de febrero de 2024 23:54

  •  La carta publicada por Cristina Kirchner es reveladora en muchos aspectos. Se pueden hacer varias lecturas o lecturas en distintos niveles: sobre el tono y las formas; sobre la historia y el balance del ciclo político reciente; sobre el diagnóstico y sobre las propuestas concretas. También, obvio (y esto tiene que ver con el análisis político) se puede interpretar el momento que la expresidenta eligió para hacer su intervención.
  •  Sobre esto último (que no es lo central, pero es importante) es muy probable que la deriva del Gobierno de Javier Milei hacia una alianza (o una “fusión” como ellos dicen) con Mauricio Macri y el PRO, haya acelerado la intervención política de Cristina. De hecho, en la carta dice algunas cosas al respecto y pareciera ser que dentro su concepción general, Macri es “el enemigo principal” y Milei un “territorio en disputa”. También habrá jugado su rol para hable ahora, el “desorden” que reina en el peronismo (con fracciones enfrentadas entre sí y sin la emergencia de nuevos liderazgos). Algunos —como el periodista Roberto Navarro— leyeron que el destinatario principal de la carta era Milei al que le propone una agenda de temas (más adelante los enumeramos) que podrían configurar un “marco común” de discusión. Otros llegaron a afirmar que directamente le estaba proponiendo una coalición política alternativa a la de Macri. A todas luces una exageración, pero en este caso, como afirmó Chesterton (el escritor británico) la exageración puede ser “un microscopio de los hechos”, una lupa que permita divisar lo que habita en los pliegues no tan visibles del texto de Cristina y que, sin embargo, contienen un mensaje relevante.
  •  Pero vayamos un poco a la forma que igualmente hace al contenido: la carta realiza un repaso histórico con un tono descriptivo y periodístico en el peor sentido del término. Es decir, se describen los “ciclos” económicos y políticos como si fueran el producto de tendencias “naturales” u “objetivas”: cambios de épocas. Así se habla de un Alfonsín “no pudo o no supo revertir” el endeudamiento que heredó de la dictadura o de un Menem que llegaba al poder en un “mundo que había mutado” y “se acomodaba al nuevo escenario internacional” marcado por la globalización. Y así, más sutilmente, describe a los gobiernos de Fernando de la Rúa o de Eduardo Duhalde. Para que se entienda: Alfonsín no es que “no supo o no pudo”, Alfonsín quiso hacer lo que hizo, no cuestionar la herencia económica de la dictadura; Menem fue parte activa de ese mundo que “mutaba”, fue un actor central —como representante de un país secundario en el escenario internacional, pero relevante— de ese “nuevo escenario”. A ver: hay nombres propios en la carta, pero están ligeramente escamoteadas las responsabilidades políticas.
  •  Esta manera de plantear la cuestión y esta reescritura permanente de la historia que está haciendo Cristina Kirchner desde hace algunos años la conduce por ejemplo en esta carta a hacer casi una reivindicación (una descripción muy “amable”) de las primeras privatizaciones de Menem. Claro, en ese momento eran parte del proyecto y hasta lo reivindicaban como generador de un orden (como hizo Cristina en la Constituyente del 1994).
  •  En este sentido, la presentación de la historia como una sucesión de ciclos cambiantes, independientes uno del otro, no explica las continuidades y los factores que se acumulan en un ciclo y habilitan el siguiente o subsisten en el siguiente. Trato de explicarme mejor: no es que hubo “ciclos neoliberales” y otros que negaban por completo al neoliberalismo. En el terreno económico —como bien explica Esteban Mercatante en una nota de La Izquierda Diario— durante el kirchnerismo se mantuvieron pilares centrales del neoliberalismo en términos de deuda, privatizaciones, reformas laborales y primarización de la economía. Es más, todo esto tuvo que ver con la crisis del segundo gobierno de Cristina Kirchner y el ascenso de Macri.

    Porque en la carta pareciera que Macri nació de un repollo ¿Por qué ganó Macri? Porque desde el 2012 a la administración de Cristina comenzó a afectarle la “restricción externa”, comenzó un camino hacia el ajuste (“sintonía fina”), devaluó en 2014, aceleró la inflación, mantenía el impuesto al salario y perdió una base social importante luego de haber obtenido el 54 % de los votos en 2011. Porque, la expresidenta se encarga de recordar la acelerada erosión de la representación política que sufrieron Alfonsín, De la Rúa o Macri, pero se olvida de esta pérdida del favor popular después de haber hecho una elección “histórica”. Entonces, como dicen los sociólogos, “es más complejo”.

  •  Otro aspecto general que cruza todo su relato es una mirada de la historia como una sucesión de crisis devastadoras y gobiernos (algunos “salvadores” y otros profundizadores de la crisis). Desde esa perspectiva, un gran ausente (mencionado al pasar) es el pueblo o la movilización popular. El 2001 existe sólo como catástrofe social y no como acontecimiento en el que amplios sectores salieron a la calle a “tomar en sus manos el gobierno de sus propios destinos”, bloquearon el ajuste y obligaron a todo el sistema político a cambiar (para mantener el orden). Incluso el mismo kirchnerismo y sus giros políticos tienen que ver con esa presencia popular respirando en la nuca de toda la dirigencia política. Maximiliano Kosteki y Darío Santillán no fueron sólo dos víctimas fusiladas por la Bonaerense, sino emergentes de este movimiento.

    Obvio, tampoco existe en la carta “diciembre de 2017”, las movilizaciones contra la reforma previsional que fueron el principio del fin del Gobierno de Macri. Y quizá por eso mismo, no haya ni una mínima crítica al sanguinario protocolo represivo de Patricia Bullrich que apunta esencialmente contra la movilización popular y que ya hizo estragos en las represiones recientes frente al Congreso.

  •  Una última digresión antes de ir a la cuestión programática y esto es un “mérito” de la carta: hay un reconocimiento explícito del rol jugado por su fuerza política como integrante del Frente de Todos cuando se avaló el acuerdo con el FMI, con Martín Guzmán como ministro de Economía. Elle afirma que “fue un parte aguas” y que manifestaron su rechazo, pero no obstaculizaron “la construcción de la mayoría necesaria para la aprobación del acuerdo”, es decir, le dieron un “apoyo crítico”. Fin.
  •  Con estos considerandos, de la carta se desprende un diagnóstico en muchos aspectos correcto. Ahora, en las propuestas concretas (y acá es donde queda en evidencia que la forma hace al contenido), para “dialogar con los cambios de la época” la expresidenta plantea que es ineludible una “actualización laboral” (dice que “estas actualizaciones deben respetar los derechos conquistados por los trabajadores, pero también deben realizarse bajo el concepto de que una vez consagrados, los derechos acarrean obligaciones que deben cumplirse”. Bien: ¿Qué trabajadores no cumplen con las “obligaciones”?, porque lo que yo observo es que los trabajadores y trabajadoras cada vez tienen más obligaciones y cada vez se respetan menos sus derechos. Además, dice que hay que “contemplar la creación o transformación de empresas bajo la forma de una asociación pública y privada virtuosa, como se hizo con YPF antes de su desnacionalización”. Guiño a las privatizaciones. En lo que es un clásico se tira contra las huelgas docentes cuando afirma que cada vez más familias mandan a los hijos a las escuelas de gestión privada “para que tengan clases todos los días”. Y propone más “videocontrol” para el tema de la seguridad para huir de “consignismos”.
  •  Algunos afirmaron que a estas propuestas las firmaba tranquilamente un “Massa de 2013”, el Macri gradualista de los orígenes u Horacio Rodríguez Larreta. Es decir, Cristina le propone a Milei (o a los “reformistas” del opoficialismo que integran el peronismo y el radicalismo) un programa con matices (en contra de la dolarización o del déficit fiscal), pero a favor de privatizaciones, de reforma laboral, de regimentación de la docencia y mayor control punitivista. Bueno, son las “condiciones de la época”.
  •  Es obvio que no hay congruencia entre el diagnóstico y las propuestas, o mejor dicho, son propuestas que agravarían el diagnóstico: porque la deuda fraudulenta debería ser repudiada, porque la fuga de divisas requiere una banca única y el monopolio del comercio exterior y porque los trabajadores necesitan más y no menos derechos.
  •  Hace poco escuché una declaración de la misma Cristina Kirchner en la que decía que los líderes “cambian con la época”, a excepción de que sean capaces o tengan la fuerza para cambiar ellos la época. Nosotros que no creemos en los liderazgos mesiánicos de ningún tipo, podemos decir que la organización y la movilización colectiva es la que “hace época” y la que puede evitar que —con la excusa de los fatalismos “de época”— te quieran despojar aún más de derechos para beneficio de los que vienen ganando en todas las épocas.
  • Fernando Rosso

    Periodista. Editor y columnista político en La Izquierda Diario. Colabora en revistas y publicaciones nacionales con artículos sobre la realidad política y social. Conduce el programa radial “El Círculo Rojo” que se emite todos los jueves de 22 a 24 hs. por Radio Con Vos 89.9.

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