La Izquierda Diario dialogó con Octavio Crivaro, candidato a diputado nacional por Santa Fe del Frente de Izquierda, sobre las conclusiones que dejan las recientes elecciones, la crisis del Partido Socialista y las perspectivas hacia las generales de octubre.
Martes 5 de septiembre de 2017 09:19
La Izquierda Diario dialogó con Octavio Crivaro, candidato a diputado nacional por Santa Fe del Frente de Izquierda, sobre las conclusiones que dejan las recientes elecciones, la crisis del Partido Socialista y las perspectivas hacia las generales de octubre.
- Para arrancar, la pregunta obligada: ¿qué lectura haces de los resultados electorales?
Hay que tratar de no cometer el mismo error de varios partidos en Santa Fe que consideran a nuestra provincia como una isla, o como les gusta decir a ciertos candidatos “un país”.
Viendo el escenario nacional tampoco hay margen para los triunfalismos que vemos en Cambiemos o la Unidad Ciudadana de Cristina.
El kirchnerismo se creyó portador de un triunfo arrollador de Cristina en la provincia de Buenos Aires y desde ahí volver a controlar al PJ. El resultado llevó a una victoria pírrica de 0,2% contra el candidato más desconocido y con menos carisma del planeta. Cristina no sacó más votos que “la Morsa” Aníbal. Hablar de esto como triunfo, es una buena lectura matemática, pero una pésima lectura política. Lo que persiste es la crisis del peronismo, que se profundiza a la vez que continúa su línea de “no agresión” con el plan macrista.
- Y por el lado del macrismo, ¿qué te merece las opiniones optimistas de algunos analistas?
Pasa algo similar. El resultado fue mejor de lo esperado para ellos. Algunos hablan de “nueva hegemonía macrista”, pero esto es exagerado o al menos prematuro, ya que es una coalición muy inestable, con un panorama económico no consolidado, y sobre todo con un plan más neoliberal de lo que las condiciones internacionales y nacionales permiten, al menos por ahora, sin que haya derrotas claras de los trabajadores, del movimiento de masas.
¿Crees que esto aún no sucedió?
Creo que no. Ojo. Hay despidos, más de 200 mil. Hay cierres y tarifazos que pasan gracias a la colaboración de los parlamentarios kirchneristas, peronistas, massistas y socialistas, y gracias a la CGT. Pero el movimiento obrero y popular no es el mismo que el que encontró Menem. La resistencia es indefectible, mal que les pese a todos los “dadores voluntarios de gobernabilidad” como la CGT y el propio peronismo en todas sus vertientes. Por eso molesta tanto el ejemplo de PepsiCo: obreros que se plantan, la izquierda que acompaña y la gente de a pie que apoya esa voluntad de pelearla.
O fijate ahora con la desaparición forzada de Santiago Maldonado, o antes con el fallo del 2 x1, donde se muestran importantes grados de movilización para pararle la mano al gobierno, cada vez que quieren girar todo a derecha.
Lamentablemente estas son expresiones que aún no logran superar a las estructuras conservadoras y burocráticas de los sindicatos o estudiantiles para que intervenga la clase obrera y el movimiento estudiantil como sujetos políticos y sociales, no como meros ciudadanos. Esa perspectiva es por la que lucha únicamente el Frente de Izquierda, la de mostrar que “la grieta” pasa por otro lado. Eso explica por qué sacamos casi un millón de votos a nivel nacional, conquistando casi el 4% en provincia de Buenos Aires, un 8% en Mendoza, y con elecciones descollantes como el 17% del recolector de residuos y referente del PTS de Jujuy, Alejandro Vilca.
- ¿Y en Santa Fe, qué lectura haces?
Presenciamos una especie de cataclismo anunciado, y no sería exagerado decir que lo que pasó el 13 de agosto es la certificación electoral de que estamos claramente en un “fin de ciclo” del PS.
Lo que claramente ha fracasado estrepitosamente es la “pequeña empresa”, parafraseando a Gramsci, de construir un progresismo nacional y republicano. El espacio progresista lo fue ocupando, al menos discursivamente, el kirchnerismo. El perfil republicano, también discursivamente, lo robó Cambiemos. Binner pasó de ser segunda fuerza con 23% en la elección presidencial de 2007, a sacar solo 12% de los votos en la provincia que gobiernan.
El sueño socialista de saltar la tranquera santafesina parece ahora un mal chiste. Pero tampoco les va bien en la provincia y no por casualidades o errores de comunicación de los candidatos como ahora achaca Lifschitz a sus propios candidatos y compañeros de militancia.
-Entonces, ¿a qué pensás que se debe este “fin de ciclo”?
Esta novela tiene capítulos previos. La crisis y la descomposición policial, así como su tendencia al “autogobierno”, han venido desarrollándose bajo la tutela del propio partido de gobierno. A la luz de este fenómeno fue creciendo la impunidad policial, con las crecientes cifras de muertos y de casos de gatillo fácil. El gobierno, decidió subordinarse a estas mafias. En todos los casos de gatillo fácil el gobierno provincial sostuvo, encubrió y mintió a favor de la Policía, como se vio en el caso Franco Casco, donde estos días, 30 detenciones de policías le dan la razón a la familia.
Las brutales consecuencias de los ajustes macristas en Santa Fe son más que dolorosos. Esta es una de las provincias con mayor número de despidos, lo vimos con General Motors, en Mefro Wheels o la crisis recurrente de SanCor, donde no hubo ninguna política por parte del gobierno provincial que no haya sido coincidente con la política de Macri. En este sentido, la gente no es tonta. Entre las fotocopias y el original, se queda con el original. El Socialismo se parece mucho a Cambiemos.
El del Frente Progresista es el mismo problema que tienen Randazzo y Massa en Buenos Aires donde se demostró que “la ancha avenida del medio” es en realidad un callejón sin salida. Mucho más cuando tus diputados le votaron leyes a Macri, como hicieron Binner y Cicilliani.
-¿Según tu lectura, entonces, los buenos resultados del PJ y de Cambiemos en Santa Fe son más bien producto del fracaso del progresismo que por las virtudes de esos partidos?
En parte sí. El peronismo tuvo una estrategia distinta a la de provincia de Buenos Aires. Allá machacaron en que por fuera del kirchnerismo eran traidores y terminaron en dos listas separados. Acá los traidores y los K van juntos. Con la curiosidad de que el espacio progresista lo encabeza el que puso al genocida César Milani como jefe del ejército y se une con la lista de Alejandra Rodenas, que la apoyan la burocracia sindical más mafiosa y la derecha peronista de los senadores departamentales. Terminan “en el mismo lodo todos manoseaos”.
Pero para el caso de Cambiemos me parece que puede ser más correcta la definición que hacías. Pensá que la principal derrota del PS es que Cambiemos ganó con claridad en Rosario, el antes incuestionable bastión socialista. Entre las dos listas de Cambiemos sacaron 149 mil votos, más que triplicaron al Frente Progresista que encabezó Pablo Javkin y que cosechó 43 mil votos. Esto significa que hubo una fuga de votos en masa de unos 100 mil electores, del PS a Cambiemos.
-De igual manera, hay otras expresiones políticas que también capitalizan la crisis del PS y no son de los partidos tradicionales, entre otros el Frente de Izquierda…
Por supuesto, pero ese fenómeno ya se notó claramente en 2015 con la emergencia de Ciudad Futura, el Frente Social y Popular y el FIT. En 2017 este espacio se consolidó y ronda el 10% de los votos. Creo que esto demuestra que hay un hartazgo con el PS donde también un sector busca salidas por izquierda. A ese sector nos dirigimos, sacando casi 40 mil votos en la lista de diputados, en una elección polarizada y con 57 listas. Por lejos, además, fuimos la lista con menos recursos y con más volumen de ideas, lo cual nos da un buen piso para pelear hacia las generales. En concejales, en una elección con 42 listas, superamos los 11 mil votos, pero una y mil maniobras de la Justicia Electoral nos dejaron de lado para pelear en las generales.
-¿Creés que la campaña que hizo el FIT es distintiva frente a las otras opciones?
Sí. Pero creo que tiene que ver con algo más general: fuerzas que tienen representación en Consejos y la legislatura provincial no gravitan en lo más mínimo de las luchas cotidianas de los trabajadores y el pueblo. La izquierda sí.
Con ese trasfondo, Ciudad Futura y el Frente Social y Popular claramente decidieron hacer campañas políticas lavadas, casi duranbarbizadas, tratando de mostrarse como fuerzas “confiables”. ¿Confiables para quiénes? ¿Para los endeudadores seriales de la provincia? ¿Para los cerradores seriales de fábricas? ¿Para quienes encubren a la Policía?
Ojalá me equivoque, porque en ambos espacios hay compañeros y compañeras muy valiosos, pero todo indica que ambos caminos están claramente orientados a la reconstrucción de la centroizquierda en crisis. De hecho, Ciudad Futura ya tiene uno y mil lazos con el PS y el Frente Social y Popular viene coqueteando con Rubén Giustiniani, que entre otros hitos tiene el haber votado la reforma laboral de la “Ley Banelco”.
En cambio, desde el FIT decidimos hacer una campaña audaz, con un claro perfil anticapitalista que cuestione de lleno las ganancias de unos pocos para garantizar la miseria de los que somos mayoría. Hicimos una campaña que además de ser a pulmón, fue muy combativa. Nuestros referentes estuvieron como todos nuestros compañeros y compañeras, al frente del apoyo a los trabajadores de PepsiCo en el medio de la brutal represión macrista. Entonces, mientras los dos intentos de una nueva centro izquierda lavaron sus discursos para ser más amables con los poderosos, nosotros decidimos hacer todo lo contrario. Y pese a eso, y compitiendo por primera vez con ambas listas, mantuvimos y consolidamos un espacio anticapitalista que no casualmente en ciudades como Rosario tuvieron su mayor porcentaje de votos en el cordón industrial de zonas sur, en la obrera Villa Gobernador Gálvez y en el cordón industrial de San Lorenzo.
-¿Qué escenario ven hacia las elecciones generales de Octubre?
En general todo parece indicar que se va a profundizar la polarización o “la grieta” entre Cambiemos y el PJ. En ese marco, el PS va a tratar de no desaparecer del mapa político y todos sus referentes jugaran fuerte, especialmente en Rosario.
Queremos redoblar nuestra campaña anticapitalista y de lucha, pero también queremos desarrollar una fuerte campaña de denuncia contra la impunidad policial, la casta política y judicial que ante la crisis del partido de gobierno va a recrudecerse.
La desaparición forzada de Santiago Maldonado y la defensa cerrada que el macrismo hace de la gendarmería, la infiltración policial en las movilizaciones por Santiago o los allanamientos ilegales a nuestros locales en Córdoba van en sintonía con las declaraciones del Ministro de Seguridad Provincial Pullaro que anduvo de “festejo” por los 153 años de la Policía de Santa Fe.
- Lo mismo puede decirse de la Justicia, ¿no?
Lo mismo, sí. La camarilla judicial mostró su involucramiento con la impunidad en múltiples fallos y sentencias, varias de ellas escandalosas. Durante los últimos años salió a la luz el nivel de “colonización” de los Tribunales por parte del lobby narco y policial, y su compromiso con la impunidad evidente con el juicio abreviado a los monos, la legislación antisindical, los viajes del Juez Vienna con el narco Luis Paz, la impunidad en Paula Perassi y Jonatan Herrera, etc.
El vergonzoso capítulo de la Justicia Electoral que denunciamos las últimas semanas, donde virtualmente la Corte Suprema decide quién pasa y quién no a las elecciones generales, o previamente prohibiendo la conformación de la lista de Ciudad Futura con el ridículo argumento del “cupo masculino”, son expresión de esta tendencia de la degradación de la Justicia y de las tendencias a mayor autonomía. En pocos días, se conocerá el fallo de la Corte Suprema respecto al descanso dominical y no parecería que traiga buenas noticias.
-¿Qué significa este desafío más concretamente?
En primer lugar, volver al ruedo de la campaña electoral con este claro perfil. Pero en segundo lugar, poner todo nuestro empeño en desarrollar la fuerza de estas ideas en agrupaciones de carne y hueso en cada escuela, terciario, facultad, fábrica y lugar de trabajo.
Queremos construir la fuerza material capaz de resistir seriamente estos ataques, que no se doblegue ante la primera dádiva del gobierno votando endeudamientos, o que pese a tener peso en Centros de Estudiantes y algunos gremios como el docente, no traten de poner en movimiento la fuerza organizada de los trabajadores, las mujeres y la juventud.
Queremos proponerles a los miles de trabajadores, jóvenes y mujeres que nos votaron, construir una fuerza política y social, que sea poderosa para poder enfrentar en todos los terrenos, no solo los legislativos sino también en las calles, todos los atropellos de los empresarios, los sojeros y las multinacionales defendidas por los partidos tradicionales. Ojalá que en ese camino nos encontremos con muchos compañeros y compañeras de Ciudad Futura y el Frente Social y Popular, pero evidentemente es una contradicción con su proyecto político.
Vamos a pelear por esta perspectiva y a la vez daremos nuevo impulso a las agrupaciones estudiantiles, a la agrupación de mujeres Pan y Rosas, y entre los trabajadores y trabajadoras difundiremos la propuesta de poner en pie un Movimiento de Agrupaciones Clasistas de todo el país que en pocos días hará su primer reunión nacional en el Hotel Bauen recuperado por sus trabajadores, bajo la coordinación de los referentes combativos y de izquierda de PepsiCo, Camilo Mones, de Jujuy, Alejandro Vilca, y de Raúl Godoy de Neuquén o Claudio Dellecarbonara, del SUBTE.
Esto es estratégico para nosotros. ¿Te imaginás si todos los Centros de Estudiantes de la provincia, o cuanto menos de Rosario, junto a ATE, AMSAFE y el Sindicato de Aceiteros, convocasen una gran asamblea para discutir cómo enfrentar todas estas políticas?
Bueno, esa es una gran tarea a mediano plazo para la izquierda consecuentemente anticapitalista. No vamos a esperar de brazos cruzados, no es nuestro estilo.
Sebastián Quijano
Nació en Málaga en 1980 y vive en Rosario desde 1992. Es militante del Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS) y docente de Filosofía.