Viernes 24 de agosto de 2018
15 de junio de 1918
Los reformistas irrumpían en el Salón de Grados de la Calle Obispo Trejo para terminar con el oscurantismo clerical sobre la Universidad. Allí, la Asamblea Universitaria compuesta por 42 personas, hombres todos, se disponía a sostener el dominio de la Iglesia sobre los claustros universitarios. Estaban por consagrar rector a Nores Martínez de la tradicionalista y ultraconservadora secta católica Corda Frates. Forcejeos con la policía, estudiantes heridos, cuadros de curas arrojados por las ventanas, y la declaración de la huelga general estudiantil por parte de la recientemente creada FUC fueron el saldo de aquella jornada, que entró a la historia como el comienzo de la Reforma Universitaria.
Los estudiantes colocaron sobre el antiguo edificio de Trejo el cartel con la inscripción “Se alquila”, porque eso hacía la camarilla clerical con la Universidad, y llamaron a la FUA a decretar paro general en solidaridad con la lucha de Córdoba para nacionalizarla.
Al día siguiente, La Voz del Interior titulaba “Los sucesos universitarios de ayer. La elección del rector y sus ulterioridades. Gravísimos disturbios estudiantiles. La juventud asalta la universidad y se entrega a la destrucción”. Aunque La Voz (por entonces, un diario muy distinto del actual) venía ubicada en el campo de la defensa de los reformistas, se delimitó cuando se profundizó la acción directa estudiantil que arremetió de lleno contra el régimen oscurantista que gobernaba la Universidad. Los Principios, el diario del arzobispado, habló de los estudiantes como irresponsables e inconscientes que “se entregaron a los más increíbles actos de destrucción (…), se ha querido borrar toda tradición, rompiendo muebles y pisoteando retratos de los viejos rectores”. La Iglesia estaba en pie de guerra contra el movimiento estudiantil, que popularizó el “mueran los frailes” como metáfora de la lucha contra el dominio clerical. Ese movimiento estudiantil, encabezando una extendida lucha y en alianza con el movimiento obrero cordobés, logró arrebatarle el dominio de los claustros universitarios, imponiendo la libertad de cátedra.
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23 de agosto de 2018
La Universidad de Córdoba está sacudida por la lucha universitaria que se extiende nacionalmente contra el ajuste presupuestario. Decenas de miles marcharon ayer por las calles de la ciudad y una masiva asamblea general universitaria votó la toma simbólica del antiguo rectorado, el mismo de la calle Trejo en que hace cien años irrumpieron los reformistas para cambiar los destinos de la Universidad.
La Voz del Interior habló de “30 militantes” de izquierda para marginalizar la medida, en el marco de que la lucha universitaria viene sufriendo un cerco mediático que busca derrotarla. La FUC, que de la mano de la Franja Morada desde hace décadas trabaja para enterrar su pasado histórico, dio la espalda a la medida y la atacó en un intento de desprestigiar la lucha. Falsas denuncias de destrozos de las instalaciones y una incesante campaña que alertaba contra el “caos” tuvieron el objetivo de preparar el escenario para la repudiable escena que vino después, digna de una tradición contra-reformista.
La policía de Córdoba, violando la autonomía universitaria, desalojó estudiantes de la Facultad de Derecho intentando impedir la realización de una asamblea en defensa de la educación pública, que finalmente, enfrentando la intentona policial, fue masiva. La policía fue solicitada por el reaccionario decano de Derecho Barrera Buteler, miembro de la ultraconservadora Academia del Plata (una “tribuna activa en defensa de la fe católica”, como señalan sus estatutos), conocido por fallar en contra de la aplicación del aborto no punible en Córdoba. La Córdoba clerical sigue contando con sus tentáculos que se extienden sobre sectores de la Universidad, la Justicia y el régimen político, y muestra los dientes cuando se ve amenazada.
Porque la Córdoba reformista tiene sus continuadores. Los y las miles de estudiantes y docentes que enfrentan el ajuste educativo a pedido del FMI y que se organizan democráticamente en asambleas, clases públicas y movilizaciones para hacer masiva la lucha por la educación pública, gratuita, laica, y al servicio de los trabajadores y el pueblo. Las y los que hacen suya la bandera de la separación de la Iglesia del Estado, exigiendo plata para educación y no para la Iglesia, que se lleva millones al año mientras milita activamente contra los derechos de las mujeres. La Córdoba de “las pibas” que salieron por miles a luchar por el derecho al aborto, la de la unidad obrero-estudiantil, imprescindible para hacerle frente al ajuste. Esa Córdoba tiene que triunfar!