La devastadora guerra en Yemen durante los últimos tres años está a punto de entrar en otra etapa. La coalición estratégica de Arabia Saudita está al borde de desplomarse.
Domingo 4 de febrero de 2018 13:37

Este 30 de enero en la ciudad de Adén, al Sur de Yemen, se produjeron enfrentamientos entre las distintas facciones de la alianza militar que lidera Arabia Saudita contra el avance de los houthies. Hasta el momento funcionaba como centro de operaciones de la coalición que englobaba a Arabia Saudita, EEUU, Emiratos Árabes Unidos (EAU) y partidarios locales del presidente Hadi (derrocado y protegido por Riad). Intentaremos explicar la crisis abierta dentro de este pacto militar estratégico que excede los límites del conflicto en Yemen.
Los enfrentamientos en Adén, concluyeron con el cambio de manos del poder en la ciudad, para el Consejo de Transición del Sur (CTS), un movimiento de secesión apoyado por los Estados Unidos, Emiratos Árabes y diversas tribus de la región que no ven con buenos ojos extender el conflicto. El objetivo político de esta coalición es de formar un Estado independiente en el sur de Yemen, retrotrayendo la situación al momento previo a la unificación de 1990. De esta manera se estarían alejando de la perspectiva estratégica marcada por Hadi y Arabia Saudita de mantener un Yemen unificado cuyo objetivo es, además de controlar los recursos y la posición geoestratégica de Yemen, la de socavar la influencia iraní sobre la región, quienes apoyan explícitamente a los houthies. En este punto se planteaba una ofensiva para capturar la capital norteña, Saná, en manos de los Houthies.
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Estos actores no son los únicos en la región sur, que muestra una heterogeneidad mucho mayor que el norte. Además de la fragmentación tribal, se encuentran enclavadas organizaciones como el Estado Islámico y Al Qaeda que han encontrado apoyo firme en el centro sur del país, como Abyan y Al Mahfid. Como consecuencia de esta guerra que se extiende desde 2015, se fortalecieron intereses relativamente autónomos de diversos grupos vinculados a la venta de armas y al tráfico de personas [1].
No sólo los separatistas sur-yemeníes tienen la intención de cambiar la relación de fuerzas al interior de la coalición. Emiratos Árabes y EEUU tampoco están satisfechos con el curso del conflicto. Esto es porque los Houthies se muestran muy bien posicionados para resistir próximos ataques, debido en parte a los constantes bombardeos a los territorios bajo su control, que lejos de erosionar su alianza con los sunnitas del norte la han consolidado.
Raíces históricas de las diferencias entre Norte y Sur
Pocas veces en la Historia Yemen estuvo unificado. Desde mediados del siglo XIX las áreas de influencia fueron la otomana en Saná, controlada por el ImanZaydí por un lado, y la corona británica controlaba el puerto de Adén junto a líderes locales, en este sentido se consolidaron estructuras sociales diferenciadas. La primera vinculada a una agricultura de subsistencia con formas de organización muy tradicionales. La segunda con un sistema dual, con una próspera ciudad-puerto de carácter multicultural, ubicada estratégicamente entre África y Arabia, y zonas desérticas habitadas por tribus árabes que viven del pastoreo nómade.
Esta diferenciación se acentuó a lo largo del siglo XX, ya que al sur se instaló la República Popular del Yemen, gobernada por el Partido Socialista de Yemen (PSY) en 1967 de orientación pro-soviética. En el norte, a la caída del Imanato en 1962, se estableció una república que continuó siendo muy cercana a los intereses sauditas. En la década del 80 se abrió un conflicto entre facciones del PSY que los debilitó, generando las condiciones para la unificación en 1990, bajo el liderazgo del recientemente asesinado Saleh, que era presidente de la república del norte desde 1979.
La unificación no fue estable. En 1994 se desató una nueva guerra civil, en 2007 se creó el movimiento secesionista sureño Hirak Al-Janoubi que alcanzó un carácter masivo tras la caída de Saleh como consecuencia de las movilizaciones de 2011. Cuando Saleh intentó retomar Adén en 2015, ahora aliado con los Houthies, los Hirak jugaron un rol protagónico en la resistencia previa a la llegada de la coalición saudita que ubicó allí su centro de operaciones y la residencia del gobierno hasta ser desplazados este 30 de enero por sus propios aliados.
Los dilemas de Arabia, los secesionistas y los Hothies
El rey de Arabia, Salman Al Saud, ha consolidado una fuerte alianza con el presidente norteamericano Donald Trump. Por eso, junto con su hijo Muhammad Bin Salman, han roto los tradicionales acuerdos al interior de la Casa Real y las familias principales, encarcelando a varios príncipes, desplegando una política exterior cada vez más impredecible y unilateral, cuyo objetivo estratégico es debilitar a cualquier costo la influencia iraní en Medio Oriente.
Sólo partiendo de este contexto se puede comprender el ensañamiento contra los Houthies, percibidos como agentes de Irán por su adhesión a una rama del islam chiita. Esto los ha llevado a forjar una coalición militar en territorio yemení muy heterogénea, incluyendo a los separatistas, el partido Islah (aliado del presidente Hadi y vinculado a la Hermandad Musulmana) e infinidad de variantes del salafismo. Dando la imagen de un gran frente sunnita, que no sólo incluye combatientes sauditas, sino también mercenarios libios, sudaneses, marroquíes, paquistaníes y otros países.
El dominio de Adén fue siempre motivo de disputa entre los miembros de la coalición. Hasta abril de 2017 la ciudad estaba bajo control del gobernador Zubaidi, que gracias al exilio del presidente Hadi y el apoyo de los Emiratos Árabes Unidos, consolidó su autonomía. Tras su derrocamiento a manos de un grupo de leales a Hadi, decide impulsar el CTS agrupando a todos los grupos separatistas, el éxito de su iniciativa se consagró con el golpe que colocó en el poder a sus partidarios dejando en crisis la estrategia saudita.
Trump no controla el conjunto de la política exterior norteamericana. El Pentágono, el Departamento de Estado y los altos mandos militares se propusieron ponerle un límite a las bravuconadas del presidente en el momento en que afecten intereses vitales. De seguir este derrotero promoverán un cordial alejamiento de su inestable aliado. Ya que, para Arabia Saudita, hacerle concesiones al CTS podría dar lugar a una pérdida significativa de influencia en el sur de Yemen, y de continuar los enfrentamientos aplazaría indefinidamente el avance sobre Saná dañando seriamente su relación con los Emiratos.
Estas “internas” han sido bien recibidas por los Houthies, otorgando mayor homogeneidad a su bloque, “heredando” el complejo sistema de alianzas tribales formado previamente por Saleh, dotándolo de una mística nacional propia bajo la consigna: “Alá es grande! muerte a América, muerte a Israel!” que une a Chiitas y sunnitas contra un agresor extranjero. La lectura de los acontecimientos también está abierta de este lado, y si bien es posible que los Houthies negocien espacios de soberanía con el CTS también es probable que aprovechen al enemigo debilitado para una nueva ofensiva sobre Adén.
El desmembramiento de Yemen producto de la guerra civil, está dejando miles de muertos y millones de desplazados en situación de crisis humanitaria. Las intervenciones extrajeras son cada vez más inminentes, y tal como en siria, las tensiones entre las potencias se profundizan.
[1] Yemen se transformó en un formidable “corredor” por el que se calcula que cerca de 80.000 refugiados provenientes del cuerno de África, intentaron por el golfo de Adén y el estrecho de Bar El Mandeb llegar hacia regiones más prósperas del Golfo Pérsico.