Hace una semana fue electa como Vicepresidenta de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile (FECh), Bárbara Brito, militante de la agrupación de mujeres estudiantes y trabajadoras Pan y Rosas y miembro del Partido de Trabajadores Revolucionarios (PTR).
Martes 15 de noviembre de 2016
Triunfo histórico. La dirigente estudiantil Bárbara Brito llegó a la vicepresidencia de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile (FECh). Tres veces consejera FECh, activista feminista desde sus tempranos años en la Universidad y reconocida por su militancia trotskista y revolucionaria.
La elección de Brito es expresión concreta de dos fenómenos: primero, la irrupción de un nuevo movimiento de mujeres en Chile. Segundo, la emergencia de una nueva izquierda clasista y revolucionaria de los trabajadores.
Días después de su elección, el diario digital e impreso El Ciudadano publicó un video sintetizando su biografía política. En este las banderas del Partido de Trabajadores Revolucionarios (PTR) —de orientación trotskista— aparecieron como fondo de pantalla.
¿Qué trotskismo y qué feminismo son los que revindica Bárbara Brito?
El Trotskismo de Brito
El trotskismo es una corriente del comunismo internacional. Nació en la década del 30 en los campos de concentración de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) por su oposición a la dirección estalinista. Expulsados de los partidos comunistas (PC), luego apresados y asesinados en masa en distintos países, el trotskismo se convirtió en sinónimo de “todo lo malo y perverso” a la izquierda de los PC (al respecto verhttp://www.laizquierdadiario.cl/Por-que-la-hostilidad-de-la-izquierda-hacia-Trotsky-y-los-trotskistas?id_rubrique=1201). Estos epítetos también los integraron otras variantes de izquierda como el populismo y el guevarismo.
Con el fortalecimiento de la URSS y el estalinismo después de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), la neutralización política de la acción revolucionaria de los movimientos obreros occidentales y la irrupción de revoluciones socialistas en formaciones capitalistas atrasadas, los trotskistas quedaron relativamente aislados.
Hoy, en pleno siglo XXI diversas corrientes trotskistas reaparecen no solo en Chile, sino que en todo el mundo. ¿Cuál es el trotskismo de la vicepresidenta FECh?
El trotskismo tiene dos aspectos fundamentales que lo hacen ser una corriente hostilizada por el resto de la izquierda. Primero, en la actitud de los revolucionarios ante el empresariado nacional y sus partidos —razón por la cual los partidos comunistas los expulsaron en la década del 30. Segundo, la centralidad de la clase trabajadora urbana como sujeto de la revolución socialista —tesis no compartida por la casi totalidad de la actual izquierda chilena.
Respecto a lo primero, Bárbara Brito lo dejó claro en su primera conferencia de prensa en la Mesa FECh: “debemos ser intransigentes con este gobierno que no ha respondido a nuestra demanda fundamental: gratuidad universal”. La intransigencia no es hacer oídos sordos frente a lo que plantee el gobierno. La intransigencia responde a la estrategia trotskista de desarrollar la independencia política de la clase trabajadora frente a cualquier variante empresarial. Y eso implica no depositar ninguna confianza en nuestros verdugos al servicio de empresarios nacionales o extranjeros.
Esta estrategia es uno de los sellos más importantes del trotskismo: los explotados/explotadas y oprimidos/oprimidas deben desarrollar sus propios organismos democráticos de autoorganización con absoluta independencia del Estado capitalista y sus partidos políticos. Esta estrategia no es la que comparten las demás corrientes políticas que integraron la Mesa FECh.
Ninguna de las Listas que integraron la mesa buscan desarrollar una voz independiente de los estudiantes, trabajadores y las mujeres explotadas y pobres. La Lista F, si bien la integran diversas estrategias políticas, diferentes a las que impulsa Brito —como Gesta Libertaria e Izquierda Comunista—, sí acordaron en un levantar proyecto político común de desarrollar un movimiento estudiantil unificado con la lucha obrera y de las mujeres.
Que quede claro: la vicepresidencia de la FECh es una conquista de todos los movimientos sociales que luchan contra la explotación y la opresión. La estrategia trotskista está al servicio de estas luchas y de contribuir a levantar un proyecto político propio, diferente al de las demás coaliciones políticas que disputaran las elecciones parlamentarias y presidenciales de 2017.
El Feminismo de Brito
El feminismo de Bárbara Brito es un feminismo socialista. Parte de la premisa de que el género unifica a las mujeres como sujeto oprimido, pero la clase social las separa en tanto que existen explotadas y explotadoras. El feminismo marxista no cree en la emancipación de las mujeres como una generalidad. La liberación de la mujer debe tener como motor a las mujeres trabajadoras, pobres y encargadas del hogar en la perspectiva de la revolución socialista. Porque la abolición del patriarcado solamente podrá realizarse con la construcción de una sociedad sin clases sociales. En esta tarea la unidad de mujeres obreras con hombres trabajadores constituye un vínculo estratégico, ya que la emancipación de la mujer se obtendrá unida a la liberación de la humanidad. Y esta solamente se logrará con el comunismo.
Por lo tanto, hacer una separación estructural entre feminismo y trotskismo constituye un error. Brito demostró que el marxismo sí puede contribuir al desarrollo de un movimiento feminista no solo nacional, sino que internacional, como es la agrupación Pan y Rosas. Un feminismo de la clase trabajadora, de las mujeres estudiantes y pobres.
Este es el movimiento feminista y la izquierda que invita a construir Bárbara Brito.