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Red Internacional
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T-MEC Y TLCAN. ¿Cuáles son las diferencias entre el T-MEC y el TLCAN?

Este miércoles 1 de julio entra en vigor el nuevo tratado regional, Trump lo presenta como un éxito mientras AMLO dice que con este se reactivará la economía. Pero ¿qué es realmente lo que cambia con respecto al tratado anterior?

Lunes 29 de junio de 2020

Lo primero que hay que decir, es que Donald Trump hizo campaña electoral diciendo que el Tratado de Libre Comercio para América del Norte (TLCAN), había sido el “peor tratado en la historia” para Estados Unidos. Por ello una de las primeras medidas que tomó este empresario presidente fue la de renegociar un nuevo tratado buscan imponer nuevas condiciones a sus socios regionales.

Luego de 8 largas rondas de negociación, el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), se logró firmar, antes de pasar a ver que se modifica, veamos rápidamente que fue el TLCAN.

El balance del TLCAN

Esta idea de Trump de que el TLCAN habría resultado en un perjuicio para Estados Unidos y que con él México había sacado una gran ventaja es falsa y solo muestra una parte de la realidad. En primer lugar, hay industrias y ramas de la economía mexicana que se han visto fuertemente afectadas por la apertura comercial, comenzando con el campo, el cual ha pasado ha sido abandonado ante la incapacidad de competir con los llamados “farmers” estadounidenses, productores apoyados con subsidios millonarios por parte del gobierno de este país.

Así, la importación de granos básicos y de otros productos agropecuarios ha generado una dependencia de México a la producción norteamericana, mermando crecientemente la capacidad de abastecer a la población en una necesidad básica: la alimentación, y generando condiciones de miseria y pobreza en las zonas rurales del país.

Otras industrias como la automotriz o la electrónica, es cierto que se han convertido en importantes exportadoras hacia Estados Unidos (de ahí es, en buena medida, el resultado superavitario de la balanza comercial entre México y este país). No obstante, hay que decir que gran parte de las empresas de estas ramas son de capital estadounidense, por lo que las ganancias que generan se repatrían a este país.

Además, son empresas que operan comprando insumos y bienes intermedios (maquinaria) sin que estos sean producidos en México, por lo que no generan condiciones de desarrollo funcionando como “enclaves” de empresas trasnacionales que aprovechan los bajos salarios y los beneficios que les da el gobierno para instalarse, producir y exportar hacia Estados Unidos. De esta forma, México se ha insertado de forma subordinada a la cadena de producción estadounidense, un logro del neoliberalismo en el país.

Del TLCAN al T-MEC, ¿qué cambia?

Ahora bien, ¿qué es lo que cambiará o que se modificará con este nuevo tratado?, los cambios son significativos en algunos aspectos, sin embargo, se mantiene de conjunto el contenido del tratado anterior, veamos.

Primero sobre el sector automotriz, podemos apuntar que con la firma del T-MEC, se firmó una carta paralela al acuerdo en la que el gobierno estadounidense mantiene la facultad de imponer tarifas mundiales del 25% de los automóviles, pero deja exentos a los vehículos de pasajeros, camionetas y autopartes de México y Canadá.

De esta forma, en caso de que la Casa Blanca establezca aranceles bajo la “sección 232” alegando razones de seguridad nacional, México y Canadá contarían cada año una cuota de vehículos de pasajeros libres de aranceles de 2.6 millones de vehículos exportados a Estados Unidos cada año, una cantidad que supera los actuales niveles de exportación.

A su vez, México tiene una cuota de autopartes de 108,000 millones de dólares anuales, mientras que Canadá consigue una cuota de partes de 32,400 millones de dólares anuales. Respecto de las reglas de origen –porcentaje de componentes regionales de los autos– el acuerdo define un período de transición de cinco años luego de que entre en vigencia para que la condición de contenido de valor regional para autos aumente al 75% desde un 62.5% actual. La forma de evitar aranceles es que el 40% del valor de los vehículos debe ser producido en áreas de salarios de 16 dólares la hora.

Un requisito que cumplen Canadá y Estados Unidos, no México, esto puede ser utilizado por las corporaciones automotrices para nivelar a la baja los salarios de la industria automotriz, que hoy en EEUU paga en promedio 20.9 dólares la hora. Otra exigencia que incluye el nuevo acuerdo es que las automotrices utilicen al menos 70% del acero y del aluminio de los tres países socios. Esto claramente responde en buena medida a la guerra comercial entre China y Estados Unidos que es una bandera de Trump y que se lleva entre las patas a México.

Con respecto al tema de la resolución de conflictos, se conserva un mecanismo de solución de controversias comerciales que Canadá defendió para proteger su industria maderera y otros sectores de los aranceles antidumping de Estados Unidos. Pero se acota la solución de conflictos entre inversionistas y Estados a los casos de tratamiento preferencial y ciertos sectores dominados por empresas estatales, como infraestructura, energía y telecomunicaciones.

Por su parte, en el terreno de la energía, el nuevo acuerdo prevé que las trasnacionales petroleras produzcan hidrocarburos en México bajo la implementación de la reforma energética aprobada al inicio del gobierno de Peña Nieto. No obstante, se dio a conocer que el acuerdo definiría que México tiene la propiedad “directa, inalienable e imprescriptible” de todos sus hidrocarburos en su subsuelo.

Por último, otros puntos destacados del acuerdo según EEUU es lo que tiene que ver con la propiedad intelectual –reforzamiento de normas, donde entran software, patentes y modelos industriales-, intercambio digital –los gobiernos podrán indagar sobre desarrollo de software y algoritmos- exención de impuestos de productos digitales –como e-books, música, videos, software, videojuegos, entre otros–, estableciendo el libre flujo de información digital, como bases de datos.

Los cambios a la Ley de Propiedad Industrial sobre el manejo de patentes de la industria farmacéutica, con un enorme poder en Estados Unidos, impone mejores condiciones para las trasnacionales de este país y pone en duda todavía la producción de medicamentos genéricos en México.

De esta forma, mientras Trump celebró desde la Casa Blanca que se haya alcanzado un acuerdo, podemos ver que el grueso del tratado mantiene su esencia, pero impone peores condiciones a la economía mexicana, por lo que el discurso triunfalista de gobierno mexicano no tiene relación con la realidad.

Además, el acuerdo tendrá una duración de 16 años, pero será sometido a revisión cada seis años. Esta no implica la expiración automática del tratado —como había propuesto originalmente EE.UU.— sino que se permitirá renovar el pacto por otros 16 años.

Comienza el T-MEC, ¿nueva etapa?

Para cumplir con el nuevo tratado, el Congreso mexicano tendrá una sesión extraordinaria este lunes y martes en la que deberá ajustar seis leyes y un tratado internacional de medio ambiente, tras el retraso causado por desacuerdos y la pandemia de la COVID-19. A México le tomará tres años ajustarse por completo al nuevo marco jurídico del T-MEC, según algunos analistas.

Se trata de un nuevo tratado que plantea condiciones más “leoninas” sobre México, una economía 20 veces menos que la de Estados Unidos, donde las ramas más dinámicas de la manifactura se podrán ver fuertemente afectadas y donde las únicas que ganan son las trasnacionales estadounidenses, ni siquiera la clase obrera de este país imperialista resulta beneficiada. Un tratado que nos recuerda que, en el capitalismo, los gobiernos velan por el interés de la clase empresarial, cuando no son directamente parte de esta misma clase, como lo es el propio Trump.

AMLO, quien habla en contra del neoliberalismo en su discurso, festeja la entrada en vigor de un tratado que, si bien plantea un margen para la soberanía energética del país, la realidad es que de conjunto es continuidad del tratado firmado por una de las administraciones más neoliberales que hemos tenido en el país: Salinas de Gortari.

Ante este escenario, resulta fundamental construir una alternativa política de izquierda, que denuncie los mecanismos de expoliación y de sometimiento imperialista sobre la economía mexicana, que se plante en la defensa de nuestros recursos y que recupere la soberanía que el neoliberalismo ha entregado.